Capítulo 21: Rivalidades.

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Una mañana sin precedentes se vislumbra en el horizonte.

Personas de distintas edades y sexo salían como a diario lo hacían, cumpliendo sus obligaciones diarias, algunos con su energía al máximo, y otros deseosos de que el día llegara a su fin para así estar más cerca de los ansiados viernes, sábado y domingo; buscando motivos que los mantuvieran lo suficientemente ocupados para no estar al pendiente del paso del tiempo.

Negocios pequeños y empresas por igual, abrían sus puertas, siguiendo la rutina al pie de la letra tal cual la conocían.

La editorial Marukawa no era la excepción pues recibía por igual a empleado y autores de la misma. Desde muy temprano sus puertas estaban abiertas permitiéndole el paso al personal. Para gusto de todos, la fecha limite pasó sin contratiempos, inclusive para Misaki, ya que su autora cumplió con su trabajo aún cuando tenía las de perder. Claro que días sin dormir y comer bien fueron necesarios para llegar a entregar el trabajo en el tiempo acordado.

Frente la aclamada editorial, un lujoso automóvil plateado se estacionaba en la entrada encendiendo las intermitentes.

—Vendré por ti como siempre, me esperas —hablaba Usagi a la vez que encendía un cigarro. El humo que había inhalado segundo antes fue exhalado a través de la ventanilla del coche.

—Está bien, sólo no tardes mucho —Misaki tomaba su maletín y pertenencias, siempre cerciorándose de que no le faltara ninguna. Al ver que todo estaba en orden abrió la puerta del copiloto.

—Que te vaya bien —le deseó Usami aún con su cigarro en mano—. ¿No te despides? —al oír eso, Takahashi suspiró y volteó a verlo.

—Gracias, nos vemos al rato —Misaki bajó del auto y rodeó el mismo para dirigirse a la entrada de Marukawa.

—No me refería a eso —por la ventanilla, el escritor seguía hablando con el castaño. Esperaba mínimo un beso, cosa que resultaba imposible para Misaki, pero él no perdía la esperanza.

—¡Sí, sí! —con un ademán, Misaki se despedía. Sabía a lo que Akihiko se refería pero no lo iba a hacer y mucho menos en un lugar publico, donde cualquiera lo podría ver. Se hizo de oídos sordos y siguió caminando a la editorial.

Usami sonrió. Aún con el paso de los años Misaki no cambiaba. Seguía conservando la misma esencia que lo enamoró aquel frío invierno a la luz de la luna.

Contempló su andar hasta que ingresó a la empresa y regresó al departamento a avanzar con el trabajo pendiente.

Por su parte, Misaki al ingresar al edificio visualizó la silueta de su jefe a unos pocos metros de la entrada del edificio y se dirigió con él.

Takano estaba viendo su celular, revisando los pendientes que tenía, aún así sintió como alguien se aproximaba a él y giró para ver de quien se trataba.

—Buenos días —se saludaron ambos, quedándose fijos en el mismo lugar para así poder charlar mejor.

—¿Aún no llegan los chicos? —pregunta Misaki.

—No lo creo —Takano guarda su telefono para poderle prestar más atención a Takahashi—. Al parecer soy el primero. ¿A qué viene la pregunta?

—Bueno, es que Kisa-san siempre quiere que lo espere, sino me hace todo un show apenas llegamos a la oficina. Me chantajea diciendo que él siempre se queda en la entrada hasta que yo llegue... —el de ojos verdes suspira recordando las escenas que el pelinegro le hace.

—¿Acaso le tiene miedo al elevador? —bromea Takano ante la actitud infantil de su compañero.

—No lo sé —rie—. Pero bueno, nada me cuesta quedarme aquí hasta que llegue.

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