Capítulo 4: Culpa.

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Después de hablar con Isaka, Kisa regresó a su área de trabajo. Mino y Hatori estaban instruyendo a Misaki así que el pelinegro decidió quedarse en el marco de la puerta viendo como lo hacían.

—Después cortas aquí, Takahashi —Mino volteó hacia donde Kisa estaba—. Oh, ya volviste Kisa-san. —Mino dejó a Misaki a cargo de Hatori para ir hasta donde Kisa.

—Sí.

—¿A dónde fuiste? —preguntó mientras se recargaba en la pared, justo a un lado de él.

—Por ahí...

—Ajá...

Ambos veían como Hatori instruía a Misaki. Cada quién perdido en sus pensamientos.

—Espero no hayas hecho algo que lo perjudique —sentenció Mino.

—¿A qué te refieres?

—Tú sabes a lo que me refiero. Espero no hayas ido a hablar con el presidente. Él no tiene que saber esto.

—No fui a ningún lado. —habló por último Kisa.

Ambos quedaron en silencio por un rato, analizando tanto sus palabras como sus acciones.

Kisa se puso a pensar: ¿Y si había hecho mal? Que tal si por su culpa afectaba la estancia de Misaki en la editorial.

—Quizá estamos siendo un poco egoístas —habló Mino—. A lo mejor si tienen un parecido pero, no por eso lo ignoraremos.

—Sí, pero es un poco difícil, y si para nosotros lo es, será más para Taka... —Kisa no terminó su frase. Sintió como se sonrojó de la vergüenza.

—¿Takano? —preguntó extrañado Mino—. ¿Él que tiene que ver?

—No, nada. Es que... Como ellos eran muy buenos amigos, quizá y le pase igual que nosotros...

Mierda por eso no me gusta guardar secretos.

Bueno, puede ser.

Antes de que siguieran hablando, tocaron la puerta. Kisa y Mino se retiraron de ahí y abrieron, topándose con alguien muy singular.

—Buenos días, ¿se encontrará Misaki por ahí? Me dijeron que aquí estaba.

Los dos antes mencionados se vieron a los ojos y preguntaron lo mismo al unisono.

—¿Usted es Usami Akihiko?

—Sí —contestó lo más normal posible.

Nunca hubieran imaginado que el autor más vendido llegará al área Shojō preguntando por unos de ellos, así que quedaron anonadados por un buen rato; viéndolo de arriba abajo.

Akihiko se comenzaba a desesperar con esos dos y al no ver reacción por su parte decidió preguntarles de nuevo.

—Entonces... ¿pueden hablarle a Misaki?

—¡Ah, si! —dijeron los dos.

Mino, aún extrañado, se dirigió al antes mencionado. Lo tomó del hombro dándole suaves golpes en éste.

—T-Takahashi-kun, te hablan.

Misaki volteó hacia la puerta y se dio cuenta de quien se trataba.
Akihiko le dedicó una sonrisa coqueta y salió esperando que él lo siguiera.

—Ve —le dijo Hatori—. Continuamos cuando regreses.

—¡Ah! Sí, gracias. —salió siguiendo a Akihiko.

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