Capítulo 22: Confrontación.

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El caos apenas azotaba Emerald. La jornada se tornaba pesada. Todos y cada uno de los trabajadores de esa área estaban en las mismas: inundados de trabajo.

Se encontraban atareados, no había ni espacio para respirar.

—¡Ah, voy a morir! —exclamaba Kisa, exagerando la situación. Soltó por un instante los documentos que tenía en mano y se recostó en el teclado de su computadora, justamente viendo como trabajaba, sin pausa alguna, su compañero castaño, Misaki.

—Kisa-san, por favor, nadie muere por eso —Misaki no dejaba de mover sus manos y teclear en la computadora. Estaba concentrado, pero aún así se tomaba el tiempo de contestarle a su compañero y exageraciones.

—Por el trabajo de editor no, pero sí de cansancio y por no comer bien —lloriqueaba el peligro.

—¡Ustedes dos! —gritaba Takano desde su escritorio. Misaki se tensó al oírlo y Kisa de inmediato recuperó su postura, simulando que trabajaba—. ¡Dejen de hablar estupideces y muevan sus manos!

—¡A-Ah, sí! —respondía Misaki asustado. Sin duda, Takano cambiaba su carácter al de un ogro sin sentimientos cuando de trabajo se refería. Muy profesional de su parte, pues pese a no dormir bien y tener una enormes ojeras bajo sus ojos, no se levantaba de ahí ni al baño, todo para no perder tiempo

Mino tenía el cabello embarañado y uno que otro pelo parado, pero seguía teniendo su típica sonrisa, denotaba cansancio, pero igual sonreía mientras completaba su trabajo.

Hatori, seguía igual de serio. Se encontraba discutiendo por teléfono con su autor a cargo. Al parecer, nuevamente se estaba atrasando. Aún contaba con tiempo de recomponerse en los siguientes días para evitar problemas con la imprenta, que lo hiciera, era otra cosa muy distinta, pues a Chiaki —por su seudónimo, Chiharu Yoshikawa—, es conocido por ser demasiado flojo.

Cada uno ansiaba llegar al final del día, y esperaba que el día de mañana no fue tan atareado como ese en sí. Lo que no sabían es que lo difícil apenas comenzaba.

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—¡Ah, que cansancio! —despues de un bostezo, Kisa estiraba sus extremidades buscando destensar sus músculos por tantas horas que pasó sentado.

Misaki se encontraba con él, y detrás suyo se encontraban hablando Hatori y Takano. Claramente sus temas no eran tan triviales, pues inclusive después de la hora de salida seguían hablando de trabajo. Mino se había retirado desde hace ya rato.

—Por dios, ¿por qué siguen hablando de trabajo? Eso no es normal —se quejaba Shouta con Misaki. Éste último sólo reía—. No te juntes con ellos, Misaki-kun. En fin, me tengo que ir ya, llevo prisa. Nos vemos mañana —se despedía con la mano y el pelinegro salió casi corriendo de la editorial, ni siquiera escucho el adiós de Takahashi.

“¿Cómo tiene tanto ánimo como para correr?” —se preguntaba. Incluso a Misaki le costaba hablar de tanto cansancio que llevaba encima suyo, pero su compañero parecía como nuevo. Lo que él no sabía, es que su pareja lo esperaba en casa. Tanta satisfacción era eso que no le importar esforzarse de más con tal de llegar pronto a su lado.

—Entonces te envío el archivo cuando llegue a casa —Escucho como sus otros dos compañeros se acercaban, seguían conversando entre ellos y así vez, se dirigían a la salida.

—Sí, lo esperaré. Nos vemos —se despedía Takano.

—Buen trabajo. Hasta mañana, Takahashi-kun —el otro editor, Hatori, se despedía de ambos.

—Buen trabajo —le correspondía Misaki y veía como su compañero partía de ahí.

Las puertas se abrieron en automático y pudo ver el auto del escritor esperándolo. La ventanilla se encontraba abajo, el brazo del escritor se encontraba fuera, sosteniendo su infaltable cigarro en su mano. Veía hacia el frente, así que Usagi no pudo verlo.

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