Capítulo 16: ¿Quién es Misaki Takahashi?

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El despertador sonó una hora con diez minutos antes de la indicada para la hora de entrada al trabajo, diez minutos eran suficientes para despertarse por completo, y por supuesto, disfrutar sus últimos minutos en cama. Pasados dichos minutos observando firmemente el techo de su habitación y divagando entre múltiples pensamientos, se levantó de una vez por todas, sino, corría el riesgo de que se le hiciera tarde.

De pie frente a su armario, buscó su ropa del día, así como su toalla, para posteriormente darse un baño rápido.

Su casa estaba en penumbras, las cortinas no habían sido abiertas desde hace tiempo, y la poca luz que lograba colarse era la de la ventana del baño.

El agua tibia resbalaba por su cuerpo, cosa que lo ayudó a despejarse, tan sólo por un momento, lástima que no podía durar tanto tiempo ahí dentro.

Salió con una toalla atada alrededor de su cintura y se dispuso a cambiarse y alistarse para el trabajo. Se peinó, y observó durante un buen rato su rostro, su mano izquierda recorrió su cara hasta posicionarse en sus labios, hasta él mismo se sorprendía de lo mal que se veía.

¿Cuándo fue la última vez que sus ojos no se veían cansados de la vida, de su vida?

Había olvidado por completo como lucía antes de que todo pasara.  Se quitó de ahí y dio media vuelta con destino a la cocina, abrió su refrigerador, encontrándose con varios envases de bebidas energéticas, aquellas que tiempo atrás le resultaban asquerosas y poco beneficiosas a la salud, pero últimamente eso no le importaba, terminó tomando una junto con una manzana; su maletín, el cual se localizaba encima de la mesa; el abrigo negro que más cómodo se le hacía y por último sus llaves.

Caminó hacia la salida y cerró con candado la puerta de su casa. En el proceso, no pudo evitar echar una mirada a la puerta del departamento de al lado y perderse entre recuerdos de su pasado. Guardó las llaves de su apartamento en la bolsa delantera de su pantalón y se acercó a éste último mencionado a pasos lentos. El eco de sus pisadas era lo único audible.

No había nadie alrededor, sólo él frente a esa puerta, aquella que tantas veces había abierto, donde detrás de ella casi siempre había un desorden que él mismo limpiaba aprovechando su estadía ahí, lugar donde su antiguo amor lo recibía mayormente con un ceño fruncido, fingiendo enojo por su intromisión. Su mano temblorosamente se acercó a la puerta, con la palma extendida sintió la madera y casi por instinto su cabeza se recargó en la puerta. Múltiples escenarios se vislumbraron en su mente: Ritsu, él era el culpable de aquello. Su ausencia y su silencio inquebrantable dolía, pero lo que más le lastimaba era todo lo que aún planeaba decirle y no alcanzó a expresarle. A pesar de que tantas veces hacía notorio su amor hacia el castaño, no le resultaba suficiente, aún le faltaban varios 'te amo' por decir. Había vivido tantas cosas, y tantas experiencias eran gracias a él, tantas y aún así no era suficiente.

Su vista comenzó a nublarse y antes de que derramara una sola lágrima se despegó de la puerta y respiró profundo. Su día apenas comenzaba y ya ansiaba regresar a dormir. Lastimosamente dio media vuelta y se dirigió al ascensor, debía tomar el metro en diez minutos, sino se le haría tarde.


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A pesar de su pequeño retraso en la mañana, pudo tomar el metro sin contratiempos y ya se encontraba en la editorial, apenas dirigiéndose al área del manga shōjo. Takano mantenía su semblante serio, no hablaba con nadie, ni siquiera respondía los buenos días que pocos se atrevían a darle cuando se lo topaban en los pasillos. Llegó a su oficina y sus antiguos compañeros ya estaban ahí.

—Buenos días, Takano —le saludó primero Kisa, seguido de Hatori y Mino. El editor los vio por un leve instante a los ojos respondiéndole el saludo de manera seria y distante, justo como desde que regresó ahí. Fue a su escritorio y acomodó su material de trabajo para posteriormente sentarse.

Similitud.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora