Capítulo 18: Lo que escondes.

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Era inevitable el no recordar a Onodera, más de lo que acostumbraba después de tocar el tema de su relación. Las noches siempre habían sido ideales para recordarlo, le daban cierto toque a melancolía y no podía evitar deprimirse porque ya no estaba a su lado. Contar sobre su relación no sólo implicaba hablarlo, sino, también revivir en su mente los momentos felices que pasaron juntos, y esos, eran los más tristes.

Lo amaba, y ese amor no parecía que se marcharía, así como la cicatriz que le dejó su partida. En su pensamiento estaba Onodera, pero no sólo él, sino también Misaki, sus palabras y sus ganas de ayudarlo, confundiendo y enredando sus sentimientos por él, realmente estaba confundido con respecto a lo que sentía. Eso le ocasionó una mala noche a Takano, impidiéndole dormir a gusto, una vez más.

“¿Cuándo fue la última vez que dormí ocho horas?” —se preguntó inútilmente a la par que observaba el cielo estrellado tras la ventana de su cuarto.

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Se sentía exhausto, enojado y con enormes ojeras. Tenía estrés acumulado y su mente era todo un lío. Quería que el día terminara ya, pero su comienzo iba muy lento.

Entró por la puerta principal de Marukawa y visualizo a lo lejos a Takahashi platicando con otro hombre. De repente, el cansancio que tenía comenzó a disminuir. Tan sólo el verlo lo convenció de aguantar el día, como sí sus ganas de sentirlo cerca fueran mayores que todo lo que sentía, pero él no deseaba verlo ¿o sí?

Takahashi sonreía, su sonrisa encantadora y amable que tanto lo caracterizaba, pero se veía algo inquieto, jugando con sus manos y volteando de vez en cuando a los laterales. El otro hombre de cabello oscuro y ojos azules parecía tomarse atribuciones que no le correspondían al acercarse tanto a él, rompiendo el espacio que cualquier persona ocuparía para hablar cómodamente; parecía un acosador. Esa actitud no le gustó y quiso intervenir, pues claramente Misaki no se veía nada a gusto.

Takano sacó los lentes de aumento del bolsillo de su camisa y se los puso rápido. Caminó cerca de dónde estaban y sin dudarlo decidió sacarlo de esa atmósfera.

—¡Takahashi! —vociferó, y el mencionado volteó a verlo—. Tenemos junta.

Se extrañó, pues no recordaba nada sobre una junta, pero para él era un alivio, pues así se safaria fácilmente de Ijuuin y su constante hostigamiento sobre salir juntos.

Ijuuin por su parte volteó a ver quien se atrevía a interrumpir su tiempo con Misaki. Le parecía una falta de respeto cortar una conversación tan abruptamente. Bien podía esperar la otra persona a que se desocupara. Le molestó el acto pero no dijo nada. Volteó a ver a Takano y lo analizó rápidamente, nunca lo había visto por ahí y esperaba no volver a toparselo pues su actitud parecía altanera y egocéntrica. Le sonrió a Misaki, tan dulce como sólo él sabía, y le permitió marcharse no sin antes decirle que esperaba ponerse de acuerdo con él para salir juntos. Se despidieron y sus caminos se separaron, Ijuuin se dirigió a la salida de la empresa y Misaki espero a que Takano le explicara sobre la dichosa junta. Ambos se saludan y caminan juntos hacia el ascensor.

—¿Te molestaba? —refiriendo al de cabello oscuro, Takano intentaba averiguar sobre el hombre que hablaba con Misaki.

—¿Eh? ¿Por qué lo dice? —preguntó Misaki.

—Me pareció verlo, por eso inventé lo de la junta.

—¡N-No, para nada! No sé a qué vino eso, pero no a él lo conozco de hace tiempo... —Misaki no entendía del todo porque Takano imaginó esa hipótesis. Pensaba que quizá malinterpreto algún gesto que hizo mientras estaba con él, cosa que le hizo preguntarse cuántas veces había actuado de mala manera, sin querer, en presencia de Ijuuin. Sin más, abordaron el ascensor que momentos antes habían llamado.

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