Capítulo 23: Una revelación incómoda.

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Las puertas de Marukawa se abrieron,  dando paso a un adormilado Isaka, quien se encontraba hablando por el teléfono.

Era de mañana, para ser exactos, era la hora de entrada del personal en general que ahí laboraba, pero no era la hora de entrada del presidente de la compañía.

Isaka Ryūichiro era bien conocido por ser un singular jefe dueño de Marukawa, solía tomarse todo a la ligera. También era muy alegre, teniendo un sentido del humor muy amplio, pacifico, y casi no se le veía enojado. De hecho, mantenía una buena relación con casi todos allí, haciendo bromas cada que hablaba con alguno de sus empleados. Era todo lo contrario a lo que se podría imaginar un empresario de su clase.

Aunque su actitud era muy amena, eso ocasionaba problemas, pues en ocasiones ni su horario de entrada podía respetar, cargandole la mano de más a su inseparable secretario, mismo con quien mantenía un relación amorosa desde hace vario tiempo.

—¡Ahhh, qué fastidio! —exclamaba con falso enojo. Del otro lado de la linea, Asahina le reclamaba su falta de impuntualidad—. Es tú culpa por no despertarme —se excusaba el presidente de la compañía—. Ya voy llegando, vengo en la entrada. Luego nos vemos —colgó, antes de que su secretario comenzara a fastidiarlo de más. Guardó su celular en el bolsillo de su saco.

Antes de subir al piso donde se encontraba su oficina, observó a lo lejos el perfil de Misaki. Quizá se tomaría otros cinco minutos más en llegar a su oficina, o diez, dependiendo que tanto molestaría a Misaki, pues hace mucho que no lo veía por ahí.

Se desvió para dirigirse a donde se encontraba el castaño, o como él le llamaba "Chibi-tan". Se veía sonriente. Una columna de concreto no le dejaba ver que se encontraba hablando con otra persona. Al momento de avanzar, pudo observar que ese alguien no era más que Takano Masamune, uno de los mejores editores que ha tenido.

Decidió quedarse estático antes que avanzar.

Al verlo ahí y observar su rostro, sus memorias se esclarecieron, recordando el embrollo que se había suscitado con anterioridad.

Si mal no recordaba, un empleado de Emerald había acudido a donde él para decirle que Chibi-tan no podía estar en ese departamento, alegando que su físico se parecía demasiado al del fallecido editor, Onodera Ritsu. Fue la primera vez que tuvo un problema de ese tipo.

En fin, eso lo dejó pasar, pues no podía hacer nada, era el dueño de la empresa, pero no por eso iba a descontrolar todas las áreas por ese inconveniente.

Semanas pasaron para que en ese departamento pasara otra situación extraña, pues Takano Masamune se encontraba desecho en el suelo gritando quien sabe qué cosas, las pocas que escuchó no tenían sentido para él pues había llegado un poco tarde a la escena. Aún así, juraba haber escuchado nombrar al fallecido, recordándole al jefe de editores que él ya no pertenecía a este mundo.

Sí, era despistado pero no era idiota. Desde el principio le entró la idea de que Takano ocultaba algo con respecto a Ritsu, desde el momento en que se acercó a él para pedir un tiempo indefinido, sólo una semana después de que el castaño falleciera. Claro que éste nunca dijo que era por eso, sólo que había tenido graves problemas de los que no quería hablar. Ni siquiera era una mentira razonable, pero al ver tan demacrado a su editor lo dejó ir, con la promesa de que regresaría, pues era de los mejores jefe de editores que había tenido; pero ahora, haciendo memoria de todos los sucesos ocurridos, podía fácilmente caer en cuenta que la muerte de Onodera Ritsu, el nanahikari, como solía llamarle de cariño, había afectado de más a Takano, y no se debía por ser muy buenos amigos, para nada, sino por sobrepasar los limites de la amistad. Había muchas señales y él al juntar toda esa información se dio cuenta de lo que Masamune ocultaba.

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