Capítulo 1: Adiós.

2K 195 118
                                    

Mientras unos ríen otros lloran. Esa es una ley no escrita de la vida y que todos saben. Inclusive yo.

Pero aun así, ¿por qué a mi me tocó llorar?

Personas de negro vienen hacia acá, entran y salen; compañeros nuestros y algunos que no había visto en ningún momento; tu familia esta aquí y yo no sé como reaccionar ante ello.

En mi vida había conocido tu madre y padre. Hubo ocasiones en que me preguntaba cuando sería el día en que me los presentaras. El día en que me presentarás a mi formalmente como tu novio.

Creo que llegue a soñar demasiado.

Los ojos de todos están llenos de lágrimas, irritados de tanto llorar y más que nada, sin vida.

La atmósfera es pesada. Me asfixia. Siento que voy a volverme loco.

No quiero llorar, ya no quiero sufrir. Quiero despertar de esta pesadilla y encontrarte dormido en mi cama para después abrazarte y no soltarte, llenarte de besos hasta hartarte y que te enojes conmigo a tal punto que me grites que te deje en paz.

Pero no va a pasar, porque estas frente a mi en un sueño profundo, en lo que ahora es y será tu ataúd.

Tu cabello cubre tu frente y parte de tus ojos cerrados, un traje blanco resalta lo pálida que se encuentra tu piel.

Acaricio una vez más tu rostro y miles de recuerdos llegan de golpe a mi cabeza. Las lágrimas tampoco se hacen esperar e inundan mis ojos una vez más.

Necesito salir de aquí, me digo a mi mismo y salgo casi corriendo a la calle.

La luz del sol es tenue y casi no se nota, voy a un pequeño callejón donde planeo esconder mi tristeza y me dejo caer en el pavimento. Golpeó con ambas manos el suelo mientras lloro desconsoladamente.

—Ritsu... —susurro tu nombre en un impulso desesperado deseando que me contestes.

Los minutos pasan y la poca luz del sol que adornaba el día desaparece y es remplazada por la noche y la leve iluminación que brinda la luna.

No hay nada que me consuele, tan sólo quiero desaparecer, huir de este infierno solitario en el que estoy hundido e ir tras de ti.

Unas leves pisadas se escuchan pero no les hago caso, sino hasta que veo unos zapatos negros delante mio. Levanto la vista y frente a mi esta Kisa, con un semblante triste como el mio.

—L-Levantate —dice dificultosamente. Su voz esta débil, quizá de tanto llorar y su rostro esta destrozado. Sus ojos, están clavados en los mios.

Me le quedo viendo un momento. Parece que he perdido el razonamiento pues no respondo.

—Levantate de ahí —repite y su voz parece estabilizarse. Su mano se acerca a mi en señal de ayuda y la tomo. Mas que por decisión propia lo hago por impulso.

Me pongo de pie y el se abalanza a mi y me abraza con fuerza. A los pocos segundos mi pecho se empieza a empapar y yo no sé como reaccionar. Sus gemidos de tristeza los escuchó con claridad y esos mismos hacen que le corresponda el abrazo.

—L-Lo siento, Takano, lo siento tanto... —habla dificultosamente entre llanto.

—¿P-Por qué? —hablo por primera vez en el día. Mi voz esta ronca de tanto llorar.

—Porque, a pesar de ser tan cercano a Ricchan... Tienes que ocultar tu dolor ¡eso no es justo! Estás sufriendo incluso más, escondiéndote para llorarle a tu amor perdido. ¡No es justo! —gritó entre lamentos.

Me sorprendo por un momento y mi expresión se vuelve más deprimente al darme cuenta que nada en esta vida es justa. No desde el momento que me arrebataron a mi Ritsu.

El destino siempre se ha empeñado a separarlo de mi y a dejarme a mi suerte. Sumido en una profunda depresión.

—Lo sé. Tampoco es justo que él se haya ido. —las lágrimas siguen rodando por mis mejillas. Acaricio el cabello de Kisa para calmarlo y de alguna forma calmarme yo.

Los minutos transcurren lentos y me dedico a admirar la luna, la cual es lejana a mi, como tú.

Kisa se aferra más a mi. Parece que se ha calmado pues su llanto ha cesado desde hace un momento.

—¿Desde cuando lo sabes? —me atreví a preguntar, refiriéndome a mi relación con Ritsu.

Kisa se toma unos segundos y respira hondo. Intenta relajarse tan solo un poco.

—N-No lo recuerdo con exactitud, creo que a unos meses de que Ricchan entrará a trabajar con nosotros. Además... ustedes no sabían despistarle, ¿sabes? —suelta una ligera risa-. Sus miradas denotaban todo los sentimientos que llevaban dentro.

—Cuando amas tanto a alguien lo que menos te preocupa es "despistarle". Estás tan absorto en querelo que te olvidas del resto.

Me tomo un segundo en respirar y calmar un poco mi tristeza. Aunque sé que sera en vano pues el dolor que siento no se va de un día para otro.

—Además si por mi fuera, gritaría a los cuatro vientos que lo amo, él era el que se negaba. Quizá la vergüenza no lo dejaba admitir sus sentimientos. —concluí.

—Quizá tengas razón. Después de todo Ricchan era así.

—Sí.

Un breve silencio por parte de ambos inunda el contexto y ese mismo me hace recordar muchas cosas. Todas son sobre ti, Ritsu.

—Takano —me llama de repente—. Llora todo lo que quieras aquí para que cuando despidas a Ricchan lo hagas con una sonrisa. Él hubiera preferido verte con una sonrisa en los labios que con lágrimas en los ojos.

—Gracias. —esa fue mi última palabra del día y me desahogué todo lo que pude. Lloré como nunca me hubiera imaginado. Una vez más sufrí tu pérdida, pero ahora abandoné las esperanzas de volverte a encontrar.

15 de enero marcaba el calendario. Esa noche nevó durante un buen rato, lo sé porque dure mucho tiempo fuera llorando por tu ausencia, ¿pero sabes? no lo hice solo. Al menos alguien estaba ahí para consolarme, así que no tienes de que preocuparte.

Onodera Ritsu, si es que me estas viendo, por favor, llevame pronto hacia donde estás. No quiero estar tanto tiempo aquí, sin ti.

Similitud.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora