¿Kyana?

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Severus se encontraba en el estudio, recostado en el cómodo y espacioso sofá, disfrutando de un buen té, y de una excelente y única publicación como lo era el libro "Los mantras: primera representación de la magia antigua", cortesía del reino asariano.

Los elfos le habían informado que su ama tenía por costumbre levantarse tarde los fines de semana, siempre y cuando no tuviese compromisos.

Además, Lucius le había enviado una nota invitándolo a desayunar con ellos. Minutos después se llevó una sorpresa al recibir una nota de su ahijado diciéndole que Lynette tenía pensado estar todo el día en Malfoy Manor. Obviamente después de saber eso, rechazó la invitación. Lo que menos quería era pasar el día a la vista de una caprichosa como ella.

Así que decidió que mientras tanto disfrutaría de las bonanzas y de la paz que ofrecía el lugar.

Al desviar la mirada hacia el ventanal, se percató de la asaria que estaba en el escritorio. Se encontraba apagada, de un color nacarado opaco, nada comparado a como estaba el día de su victoria: brillante, hermosa, con un gran esplendor. Si tan sólo el suelo no estuviera cubierto de tanta nieve, plantaría una asaria y se la regalaría a la castaña, de esa forma ese maldito nenúfar perdería todo su chiste.

-¿Se le ofrece algo amo Snape?- preguntó Alix con una reverencia, sacando al pelinegro de sus pensamientos.

El pelinegro entrecerró los ojos. Era el mismo elfo que le había arruinado el momento con la castaña. ¿Que qué se le ofrecía? ¡Desaparecerlo! Eso era lo que se le ofrecía.
-No se me ofrece nada- respondió impasible, dirigiendo nuevamente su mirada al libro.
Después de unos segundos, el elfo continuó.

-Esa flor es la favorita de la joven ama- dijo señalando hacia el escritorio. -Es una lástima que no crezca por estos lares, ni siquiera en un lugar tan fértil como Spring Mount, así Alix recogería muchas flores para la joven ama-

El ex mortífago desvió la mirada hacia la criatura.

-Es obvio de que esa flor no crece aquí ya que es una especie solamente del reino asariano. Además si se pudiera plantar sólo se podría en primavera, con esta nieve sería imposible. Y ya retírate criatura tonta, ya te dije que no se me ofrece nada- espetó el pocionista regresando a su lectura.

-Como ordene señor. Pero sólo déjeme aclararle una cosa: Spring Mount debe su nombre a que allí siempre es primavera, allí no hay nieve. Con su permiso-

-Detente- dijo antes de que la criatura de grandes orejas desapareciera. -¿Siempre... es primavera en ese lugar?- el elfo asintió. -¿Por qué?-

-Al parecer fue obra del gran mago Merlín. Pero... no fue su intención hacerlo, intentó hacer crecer una flor y el encantamiento le salió mal y produjo que en ese lugar fuera primavera hasta nuestros días señor-

-¿El gran Merlín equivocándose en un encantamiento? ¿Por qué lo haría?- preguntó intrigado.

-No lo sé señor-

"Interesante, muy interesante" era lo que pasaba por el pensamiento del mago. Merlín era el mago más grande de la historia, con extraordinarios poderes y de una interminable sabiduría. ¿Equivocarse? Jamás había escuchado cosa semejante de él.

-¿Y dónde está ese lugar?- preguntó mientras cerraba el libro y se incorporaba en el sillón.

-Después de esos árboles amo Snape- respondió Alix señalando hacia el bosque que estaba a la vista del ventanal.

El mago se levantó del sillón y se dirigió a su habitación. Una vez allí tomó su abrigo, un frasco con una poción transparente y una cajita de cristal con semillas rosadas ovaladas, redujo las cosas y las colocó en su bolsillo.

El comienzo de una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora