"Lo que ha de suceder, sucederá"
Virgilio
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Kingsley Shacklebolt miraba con recelo la entrada y los alrededores de aquella solitaria mansión. El frío de la costa se sentía en cada poro de su piel a pesar de estar enfundado en su espesa túnica azulada, y el sol transfigurado en un colorido ocaso no ayudaba mucho.
El ministro había recibido una nota anónima donde revelaba que la intercesora estaba recluida en una mansión abandonada en la costa sur de la Isla de Wight, al sur de Inglaterra. Sin perder un segundo más, y avisándole a los demás con un patronus, organizó a los grupos de aurores que estaban disponibles y se trasladaron al condado. Ahora se encontraban dónde, supuestamente, estaba la chica.
Tras una seña del hombre de color, dos de los grupos se dispersaron por los alrededores de la mansión, mientras que el resto se dispuso a entrar.
Con sigilo fueron disipándose por todo el lugar, enfocando la búsqueda en la zona subterránea de la residencia. Shacklebolt estaba por preguntarse dónde podría estar la castaña cuando un grito desgarrador se escuchó de la planta alta, un grito de mujer. El mago salió a toda velocidad en dirección a donde creyó que podía provenir aquel chillido.
Diligente, subió las escaleras acompañado de los aurores quienes se desplegaron a ambos lados de la puerta que, al parecer, daba paso a la recámara principal.
- ¡Bombarda! -
La puerta fue destruida en mil pedazos y el ministro, con varita en ristre, entró en la estancia, dispuesto a atacar de ser necesario. Pero lo que quedó a su vista lo dejó con la mente en blanco.
Frente a él se encontraba un lecho colmado de diferentes especies florales, iluminado con la luz del atardecer que se cernía en el gran ventanal que estaba tras él. Pero lo que lo dejó petrificado fue ver acostada allí a una pálida castaña con un inmaculado vestido blanco.
-Señor...-
Shacklebolt miró, aún pasmado, al auror que lo llamó. El joven señalaba con desconcierto a los alrededores de la cama. Al ver que era lo que el chico quería mostrarle, se percató de la presencia de dos hombres y una mujer.
El ministro los apuntó con la varita. - ¿Quiénes son ustedes? - exclamó imperativo.
La mujer estaba sollozando mientras uno de los hombres la abrazaba, tratando de consolarla.
-Ustedes...- masculló el otro hombre, estaba con los ojos vidriosos y la cara totalmente roja. - ¡Ustedes la mataron! - bramó con furia, señalándolos acusadoramente. - ¡Ustedes asesinaron a mi princesa! -
Kingsley palideció al escuchar aquella afirmación. - ¿Qué? - preguntó en un hilo de voz.
-Será mejor que nos vayamos, Raynor, tenemos que tomar decisiones- dijo el hombre que estaba con aquella pelinegra.
"¿Raynor?" Pensó el ministro horrorizado.
- ¡No hay nada que discutir, Emerick! ¡Ellos tienen que pagar con sangre! -
-Y lo harán, eso no lo dudes- respondió a quien reconoció como el rey de Arthemius, su expresión era fría y sombría. -Pero debemos hablar... ahora-
-Si se ha de hacer justicia, se hará como corresponde- habló Marian con voz entrecortada. -Hay que tomar decisiones Raynor, decisiones que no solo nos incumbe a nosotros tres y lo sabes-
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El comienzo de una nueva vida
Fiksi PenggemarSeverus Snape recibe una segunda oportunidad para ser feliz. El Ministro de Magia no está dispuesto a dejarlo libre. La aparición de la Heredera de Merlín pone al Mundo Mágico de cabeza. Nuevos personajes, nuevos villanos y un antiguo personaje regr...