Cumpleaños y mascarada

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Transcurrieron varios días desde la peculiar fiesta navideña. Jessica y Severus regresaron a Inglaterra después de pasar una... aceptable semana, a juicio de Severus, con la familia de la castaña. Se podría decir que el pelinegro se había ganado la confianza de su familia política en ese corto tiempo, a excepción de su cuñado. Alexa, la amiga de su novia, le había dicho que esa era la actitud que se había esperado en el chico ya que él siempre había sido, en ese sentido, sobreprotector con su hermana. Pero él sabía que la verdadera razón de la antipatía del ojiazul, era porque él esperaba que su hermana y su mejor amigo terminaran juntos; o mejor dicho, que volvieran a ser pareja porque, a pesar de que su novia y su "cuñada" disimularon muy bien, él había dado un pequeño paseo por la mente del idiota de Valmont, enterándose de todo lo acontecido entre ellos y lo dispuesto que estaba para reconquistar a la chica. Obviamente aquella información no había sido en absoluto placentera para el mago, y le hervía la sangre cada vez que aquel imbécil se acercaba a su bruja o la miraba con aquella fascinación. Pero al instante se le pasaba al ver que su castaña se mostraba distante con aquel tonto y su atención era para él.

Para cuando todos se dieron cuenta, era momento de regresar.

"Cuídela Snape, tiene la felicidad de una gran chica en sus manos" le había dicho William antes de irse, indicando que no se entrometería en su camino y que aceptaba la decisión de su castaña.

Después de prometerle varias veces a Elizabeth que los visitarían pronto a su casa en Londres, la pareja al fin pudo regresar a la mansión.

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Enero había llegado con gran ligereza, dándole paso a un nuevo año. El frío se sentía con mayor fuerza en ese mes, manteniendo así el blanco e invernal paisaje.

A pesar del gélido ambiente que se percibía en esa temporada, el sol se mostraba resplandeciente aquella mañana del nueve de enero, cerniendo su luz en las ventanas de Crystal Manor y abrigando lentamente el lecho principal.

Severus siempre había sido conocido por ser un hombre madrugador, que consideraba el tiempo algo muy valioso para desperdiciarlo con la pereza. Sin embargo, admitía que levantarse tarde de vez en cuando valía la pena, y más cuando se estaba bien acompañado de una joven castaña. Al sentir la calidez del sol en su cara, decidió que ya era hora de levantarse; comenzó a abrir los ojos pausadamente, encontrándose con unos despiertos ojos marrones y una gran sonrisa.

-Feliz cumpleaños- canturreó la castaña, dándole un beso en la mejilla.

Su cumpleaños, lo había olvidado. Y como no hacerlo si para él era un día como cualquier otro, no le veía ninguna importancia a esa fecha. Los únicos que se acordaban y lo felicitaban por su cumpleaños era Lucius Malfoy para recordarle que se estaba poniendo viejo, y... Albus Dumbledore.

-¿Pasa algo?- preguntó preocupada al ver la expresión triste del mago.

-Nada, es solo que... no me acordaba de mi cumpleaños-

La chica le sonrió. Le creía su olvido, pero intuía que otro pensamiento era el responsable de su tristeza, sin embargo decidió que era mejor dejarlo así. A pesar de que tenía el poder de saber sus pensamientos, quería respetar la privacidad del hombre.

-mmm pues... esa es una prueba irrefutable de que ya estás viejo- comentó con picardía.

El pelinegro frunció el entrecejo, y tras una sonrisa predadora se lanzó a hacerle cosquillas a la joven, arrancándole gritos y carcajadas.

El comienzo de una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora