Discordia

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El sol nuevamente mostraba su radiante faz al mundo, revelando el comienzo de un nuevo día. Aun así, la fría brisa seguía merodeando los diferentes lugares de Inglaterra, mostrando que el invierno seguía siendo la estación reinante en el lugar.

La luz del alba comenzó a colarse en el gran ventanal de la recámara principal de Crystal Manor, dando de lleno a una joven castaña que se encontraba vestida solamente con una camisa amplia que le había quitado a su pareja como nuevo pijama, sumergida en un mar de pensamientos mientras miraba fijamente el gélido paisaje.

Había transcurrido una semana desde la gran mascarada. La relación entre Severus y Jessica se había fortalecido considerablemente después de aquella noche especial, ya no tenían ningún impedimento para disfrutar de su amor y pasión a plenitud, y ese nuevo escalón alcanzado ayudó a madurar aún más lo que tenían.

Dirigió su mirada al lecho y vio que aquel hombre de hebras y ojos oscuros como el ónix aún permanecía dormido, pero a diferencia de otras veces, su rostro no mostraba tranquilidad y en cierto modo un sentimiento de culpa la inundó. Negó con la cabeza varias veces alejando ese remordimiento, ella no era culpable de la situación.

Se concentró en admirar su cuerpo, en aquellos finos y varoniles rasgos de su cara, su nariz aguileña que, aunque muchos lo consideraran poco atractivo, acentuaba aún más su poderosa personalidad. Bajó la mirada a su firme y fibroso torso, aquella parte que le encantaba acariciar y que se había convertido en su almohada favorita... y en su apoyo para ciertas posiciones.

Se mordió el labio inferior al recordar el placer que la invadía al cabalgarlo, de la satisfacción que la abrumaba al sentirte totalmente llena de él y el regocijo que recorría su ser al ver que su hombre estaba disfrutando tanto como ella de su unión mientras la penetraba una y otra vez, acariciando su cuerpo con deleite hasta llegar al ansiado clímax. Maravillosos e invaluables momentos.

Aunque dichos momentos, les causaron uno que otro momento vergonzoso. La morena sonrió al recordarlos y se dirigió al baño.

Uno de ellos fue la primera vez cuando olvidaron silenciar la habitación y a la mañana siguiente Phillipe los reprendió porque sus "indiscreciones" no lo habían dejado dormir. Otro momento fue cuando Draco se percató del chupetón que tenía su amiga escondido en el cuello con una bufanda.

"¡El murciélago te atacó! ¡Mira la gran mordida que te hizo!" había exclamado mientras se partía de la risa. La castaña solo podía agradecerle a la divinidad de que el rubio se diera cuenta en su oficina y no en los pasillos del ministerio.

A pesar de esos momentos incómodos, su pasión no había disminuido en lo absoluto y todo marchaba bien.

Sin embargo, así como en cualquier relación existe la armonía, también existe la discordia. Y esta pareja no escapaba de esa realidad.

En eso pensaba Jessica mientras terminaba de vestirse y se dirigía a su armario para buscar su calzado. Al elevar la mirada, Severus salía del baño con sus pantalones y zapatos puestos. Tras una breve conexión de miradas, el pelinegro de dirigió a la cama para coger su pulcra camisa.

-Todavía sigues con la absurda idea de ir- reclamó el mago colocándose la prenda.

"Y aquí vamos otra vez"

-Amor, ya te dije que tengo la obligación de ir. Es parte de mi trabajo- expresó Jessica, tratando de contener la poca paciencia que le quedaba, colocándose sus botas negras estilo ecuestre.

-No tienes ninguna obligación de ir a Rumania, eso es un asunto de Potter y compañía. Dime ¿Desde cuándo los mortífagos son responsabilidad de Tridium? - Inquirió molesto mientras se arreglaba el puño de su camisa de mala gana.

El comienzo de una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora