Capitulo 5

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Después de todo lo sucedido con mi familia, me fui a encerrar a mi habitación. Baek no me siguió. Arg... maldito traidor. Prefieres a mi hermano.

Ni siquiera sé a qué había venido Jongin y se había instalado en mi casa y lo peor es que ahora tenía las puertas abiertas para él.

-Kyungie, ¿puedo pasar?

-Lárgate.

-Ya volvió el Do que me desprecia. Pero no, oye... ¿qué pasó? –Siguió preguntando tras la puerta-. Tu madre dice que si has metido tu ropa a lavar.

¿Si me quedo callado y me hago el muerto se irá? Lo más seguro es que no pero ni modo. No perdía nada con intentarlo.

Me lancé encima de mi cama en un rápido movimiento de mi parte y tras unos rebotes sobre esta me cubrí con las mantas de la cama de los pies a la cabeza. Cerré los ojos e intenté acompasar mi respiración, relajando mi cuerpo ya que él invitado me ponía nervioso. Muy nervioso.

Vale, en otras circunstancias me hubiera espantado cuando sentí unas manos sobre mi cabello sobresaliente. Había sentido como entraba en mi habitación y se sentaba en mi cama, resoplando. No sé a qué venía ese gesto de su parte pero no me molesto como pensé que lo haría.

-¿He hecho algo que te molestara?

-Tu sola presencia me molesta. –Me limité a murmurar mientras mis ojos se cerraban de forma inconsciente.

Había algo que desde pequeño conseguía relajarme hasta tal punto de estar completamente inofensivo. Que me acariciaran el cabello. Era mi perdición y Jongin estaba haciéndolo por lo que no podía ponerme en plan borde e idiota con él.

-Supongo que es normal... ya nadie se centra en ti como antes. Debe ser chocante.

¿Qué podía hacer? Me sentía tan extremadamente relajado y sumiso que solo pude asentir, suspirando un poco. Regresa Kyungsoo, vuelve en tus cabales por favor. Nada, mi cuerpo seguía quieto, dejándose mimar.

-No quiero que me odies... me... me caes muy bien. Es divertido hacerte enojar pero también me gusta como estas ahora. En paz y sin atacarme.

-Cállate o te golpeo, garrapata.

Escuché nuevamente su risa y casi salté de la cama, como si de un muelle me tratara, cuando sentí sus labios posarse en mi cabeza. Me puse la mano en la zona, mirándolo con el ceño fruncido y con todo el odio que me vi capaz de hacer. ¿Por qué este tipo es tan raro? Aish, me ha besado. Seguro me dejó babas en el pelo. Me tendré que duchar.

-Venía a decirte que mañana vendré a ayudarte con los estudios.

-No hace falta que lo hagas. En serio, no lo hagas.

-Le di mi palabra a tu madre, Kyungie. No falto a mis promesas. -¿Está poniendo voz de niño pequeño o era mi imaginación?

Le lancé una almohada con el propósito de que se largara de una vez de mi habitación, ya no lo quería aquí. ¡Ah! ¿Tan complicado era pasar un rato con él sin alterarme en lo más mínimo? No, no se podía. Estaba claro. Parece que había encontrado la orna de mi zapato y estaba siendo de lo más desesperante. Nunca nadie había roto mi fachada de ''niño'' educado, por muy simios que sean los que me rodean, jamás he dicho lo que pienso de ellos. Ni iba a hacerlo por el momento.

-Anda, venga. Fuera de aquí. –Le ordené mientras le levantaba de la cama y lo empujaba de ella.

Estúpido Jongin que se ríe de todo. Mientras lo sacaba de mi habitación a base de empujones, no dejó de reírse en ningún momento por lo que solo pude colocar más fuerza en mis acciones con la esperanza de que, si tenía suerte, le hiciera daño.

Le cerré la puerta en las narices y me alegré al oír un quejido de su parte. Te lo tenía merecido.

El fin de semana pasó lento y aburrido. Había pasado todo el día sábado repasando con Jongin todas las asignaturas de la semana. Mi plan fue ponerlo de los nervios preguntándole de todo y fingiendo no saber nada, pero para mis desgracias: entendí todo lo que me explicaba y él no se alteró en ningún momento. Incluso se quedó dormido mientras esperaba a que memorizara una simple fórmula, pero mi cerebro es tan maldito que enseguida la borraba de mi memoria.

Mi madre no podía estar más encantada de la presencia del negro y mi hermano se había pasado el día a saber donde, seguramente estaría con su amigo... ese que nos dijo, ¿cómo se llamaba? Bueno, su amigo. Fin.

Y ahora, domingo, estaba tirado de cualquier forma en el suelo mientras veía un programa de variedades en la televisión mientras comía porquerías ¡Tan ricas mis porquerías! Seguro si mi madre me veía así me las quitaría porque no le gusta que coma de esas cosas porque estropea mi piel. Ella era muy cuidadosa con la salud y ese tipo de cosas. Menos mal que sólo tuvo hijos varones porque me imaginaba lo que estresaría a mi pobre inexistente hermana.

Mi teléfono móvil vibró en mi bolsillo mientras reía como un lunático por las cosas más idiotas que mostraba la caja tonta. Era un mensaje de Jongin.

¿Y ahora qué quería?... Ah, ¿que baje en diez minutos?

No pude evitar lanzarme una mirada, fijándome en las pintas de pordiosero que tenía en ese momento y me levanté de un salto dispuesto a ducharme. Puede que ese chico no me caiga bien, pero no lo odiaba tanto como para dejar que huela mi aura. Parecía un muerto en descomposición. ¡Qué rico!

Me demoré lo mínimo en ducharme para poder concentrarme en mi imagen. Saliendo del baño me dirigí a mi habitación y me puse unos pantalones vaqueros desgastados y rotos por la rodilla, y una camisa de cuadros rojos y negros y una chaqueta ya que el día parecía ser frío. El viento no parecía muy cálido que digamos.

Un momento... ¿Me estoy arreglando para ver a Jongin? ¡Oh Dios mío! ¿Qué pasa conmigo?

Me desordene el cabello en un intento frustrado de reprimirme a mí mismo mi comportamiento. Parecía un adolescente hormonal y, no, yo no era eso, yo ni siquiera había sentido las hormonas aún.

Tomé las llaves de mi casa y las guarde en mis bolsillos, paseando mis ojos por el lugar, verificando que no dejara nada encendido o por el estilo. Una vez estuve seguro de que todo estaba en orden salí del departamento. En el ascensor le mandé un mensaje diciendo que ya estaba en camino a lo que solo me respondió con un emoticono. Mejor así supongo, no hacía falta que me dijera más.

Y tal como había dicho en el primer mensaje, ahí estaba. Esperándome, apoyado en la puerta, como la mirada fija en su teléfono con una ropa que no era su uniforme. No se podía negar que se veía realmente bien así, casual.

-¿A qué se debe esto? –Pregunté, llamando su atención cuando estuve a su lado.

-Supuse que hoy no querías estudiar así que pensé en una forma más divertida de hacerlo.

¿Hablaba en serio? ¿Desde cuando estudiar era divertido? ¿O desde cuando se habían inventado nuevas manera de estudio?

-¿Qué se supone que vamos a hacer?

-Deja esa cara seria, Kyungie. Más bonito te ves sonriendo. Vamos a tener una cita de estudios.

-¡Cállate! –Le grité acabando por golpear su brazo derecho-. Eso de la cita suena raro, Jongin.

Esta vez, por algún motivo, reí con él. Supongo que al fin y al cabo no estaba tan mal. Comenzó a caminar dándome una indicación de que lo siguiera. ¿A dónde me llevaría este negro?

Decidí no pensar mucho en eso, total, no era importante tampoco. Mientras no me secuestrara ni me matara, todo perfecto.

No fue hasta que llegamos a la parada de autobuses que, mientras estábamos esperando sentado una al lado del otro, se dio cuenta.

-Uy, me llamaste por mi nombre.

Sí,lo había hecho. Supongo que por un día podía enterrar el hacha de guerra.



Wolf – HyunA (feat. HanHae)

Orgullo vs Orgullo [Kaisoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora