Batalla por San Fransokyo (1 de 2)

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Las personas miraban confundidas el extraño desfile nocturno, extrañas maquinas, de color oscuro y anaranjado, marchando, como si fueran soldados, algunos de ellos volando, gracias a los propulsores que tenían en la espalda.


No era solo en ese lugar de la ciudad que ocurría esto, en varios canales las noticias transmitían el mismo fenómeno, las maquinas marchando, sin hacer nada, simplemente moviéndose, ¿a quien sabe donde?


Hay que dividirnos -informo el Capitán Rogers.


¿¡Como que dividirnos!? -preguntaron todos.


Si no lo hacemos, habrá mas bajas, tendremos que atraer la atención de esas cosas de una forma u otra -respondió- créanme, a mi tampoco me gusta la idea, pero me temo que esta es la única opción.


Por el momento -dijo Iron Man.


¿A que te refieres? -pregunto Romanoff, preparando sus armas.


Déjenme los detalles a mi -respondió el moreno- pero Cap tiene razón, esta es la única opción viable por ahora.


De acuerdo, yo ire a donde vive Anna -dijo Sunfire- tengo que protegerla, no puedo dejar que...


Entendemos -respondió Barton- solo ten cuidado, ¿de acuerdo, mocoso?


Je...no vayas a quebrarte una pierna, anciano.


Todos rieron ante los chistes que salían en tan momento critico, quizás por los nervios, por estar enfrentándose a una difícil misión, quizás la ultima, pues no sabían si lograrían vencer, no sabían si esas maquinas lograrían superarlos, pero tenían que luchar, era su deber, era su misión.


¡Vengadores, unidos! -grito Rogers, a lo cual los demás respondieron, de la misma forma, para luego separarse y dirigirse a los diferentes sectores de la enorme ciudad.

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La gente en el Kinky Kat estaba disfrutando de la vida, por así decirlo, mientras ignoraban los gritos de desesperación y explosiones que afuera resonaban, los guardias los habían escuchado, habían sentido la tierra temblar, no se quedaron allí, huyeron, dejando a Jack y a toda la clientela sin la mínima protección que tenían.


Jack solo se limitaba a besuquearse con las rameras que allí venían, ellas dejaban que el u otros se acostaran con ellas, para poder pasar al privado club, algunas simplemente por gusto, todos ignoraban la guerra que ocurría en las calles, quizás el sonido era ahogado por la fuerte música que había en el club.


Allí estaba el castaño, besándose con 2 mujeres, mientras estas, desesperadas, manoseaban cada rincón de su cuerpo.

Entonces las luces empezaron a parpadear, la música se detuvo y por fin todos pudieron escuchar lo que ocurría, Jack se detuvo, gritando y queriendo saber que pasaba, entonces el techo que estaba sobre el estallo, lanzando pedazos de concreto y metal como metralla, cayendo sobre las personas que estaban bailando abajo, a algunas matándolas, a otras hiriéndolas gravemente.

Shadowfire: El OrigenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora