Verdaderas Intenciones

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El fuerte sonido de la música electrónica hacia retumbar el piso, acompañado de los saltos frenéticos de la multitud allí reunida, el Kinky Cat, una de las Disco mas famosas de la ciudad estaba repleta de gente, jóvenes en su mayoría, todas las noches, no solo es muy famosa, también es sabido que pertenece nada mas que a Yama, uno de los mas temidos en la ciudad en el momento.


¿Por que el mas temido?, últimamente ha habido varios altercados en el bajo mundo, hay rumores de que Yama ha encadenado al Demonio de San Fransokyo, de que este le sirve ahora y obedece solo sus ordenes, las cuales han sido, recientemente, acabar con la competencia, es decir, los demás señores del crimen, quienes ya la mayoría ha caído bajo las garras mortales del Demonio, nadie sabe su verdadero nombre.

Yama estaba allí, sentado en su sector V.I.P, con chicas rodeándolo, sus manos no se quedaban quietas, ponía ambas en cada rincón de cada chica que se le acercaba, ya pensaba a cual llevarse a la cama esa noche, tener dinero y poder tiene sus ventajas, eso y que ahora gran parte de la ciudad le pertenece, como varios señores han muerto los demás, por miedo, superstición o simplemente por que no les queda de otra, han jurado lealtad a Yama, obteniendo mas soldados para su causa, por así decirlo.


Unas cuantas chicas estaban sobre el, pidiéndole cosas, dinero, joyas, drogas y cosas así, de pronto un grito se escucho abajo, los guardaespaldas de Yama se asomaron para ver de que se trataba.


¿¡Que sucede ahí abajo!? -pregunto Yama, algo disgustado.

Mi señor -dijo uno de los hombres, arrodillándose- Su Asesino...regreso antes de...-no pudo terminar su oración, el lúgubre ser estaba parado a su lado, mirando al patético guardia en esa posición de lame botas, como si adorara hacer eso, las gotas de sudor salían del hombre, como si fueran sangre, sentía los ojos de fuego del Demonio, mirándolo fijamente,  escuchaba su calmada respiración, no quería mirarlo, temía tan solo levantar la mirada, le temía mas a el que a Yama.


Ahh, mi buen amigo -dijo Yama, quitándose a las zorras de encima- es bueno verte tan pronto, ¿como fueron las negociaciones?


Como siempre, mi señor -dijo Tadashi, poniéndose enfrente de Yama.


¿Y llegaste a un acuerdo?


Si -respondió Tadashi- le dije que tu tendrías el control de su zona, a cambio le saque la cabeza -afirmo el pelinegro, arrojando una bolsa de la cual salio una cabeza de un hombre afroamericano, la base de su cabeza estaba cauterizada- sus hombres ya han jurado lealtad hacia usted, mi señor, la zona sur de la ciudad ya le pertenece.


¡SI! -grito Yama, con alevosía- sabia que podía contar contigo hijo, jajaja -se acerco a su lado y puso su mano en el hombro de este- mira todo lo que he logrado muchacho -le dijo, señalando a la multitud presente en el local- en poco tiempo todos estarán arrodillándose ante mi, verán lo que es mi poder, mi magnificencia, todos lo verán, jajaja.


Aun quedan varios señores del crimen -informo Tadashi- dudo que ellos quieran perder sus territorios.


Para eso estas tu -comento Yama, algo gruñón- eres justamente el hombre para este trabajo, enviare un ultimátum a esos idiotas, y si no...bueno, supongo que teñirás las paredes con su sangre, jajaja.

Shadowfire: El OrigenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora