¿Sabes esas veces en las que estás durmiendo y sientes esa molesta presión en tu cabeza? Cuando tú simplemente estás tratando de dormir y el universo entero se empeña en impedirlo. Cuando de repente suena la televisión, o la radio, o tus padres discutiendo, o viene visita o simplemente es el perro.
Verano. Sí, esa estación comprendida entre la primavera y el otoño. Esa época que es la más calurosa del año en la que tienes casi tres meses de libertad, el sol brilla, eres libre y normalmente feliz. Eso había llegado a su fin para mí. Volvía a comenzar el curso y me tocaba empezar bachiller, en mi instituto anterior no había bachilleratos por lo que había tenido que cambiarme a uno nuevo, con las que eran mis dos mejores amigas, Helen y Ashley.
Ganas. Yo de eso no tenía ni pizca ¿Quién tiene ganas de ir a clase después de un verano fantástico? Eso puedo contestarlo yo, básicamente nadie, o quizá los raritos, esos a los que les gusta estudiar día sí y día también.
Me levanté aquel día con una energía rara en mí para ser lunes a las siete de la mañana.Vivo en Hinesville, un pueblo de Georgia, en Estados Unidos, no puede decirse que sea especialmente popular, ni especialmente guapa ni exitosa en todo lo que hago. Soy normal, creo. Aunque hay una cosa que siempre me ha dado mucho miedo, enamorarme.
Quizá sea porque no haya visto demasiadas películas románticas o quizá solo sea falta de experiencia. A mis 17 años no podía decirse que hubiese tenido muchos novios ni relaciones.
Mis queridos padres decidieron ponerme de nombre Natalia, nombre el cual a mí nunca me había gustado por lo que me hago llamar Nat, simple pero con encanto.
Acababa de salir de la ducha cuando me sonó el móvil.
*Conversación telefónica*
“¡Naat! ¿Qué tal vas? ¿Bien? Estoy nerviosa” dijo Helen casi a voces “¿Quedamos en la esquina de la parada? Vamos juntas ¿No?”
“Frena frena Hel, voy bien y sí, quedamos en la esquina” dije riendo “Y ahora venga, acaba que se nos va a hacer tarde” dije mientras acababa de colocarme los pantalones y colgué el teléfono.
Me vestí simple, como siempre, unos shorts negros, una camiseta blanca de hombros caídos y unas supras. Tampoco es que me gustasen mucho los vestidos.
Bajé a la cocina, me tomé el café que mi madre me había dejado preparado y tras despedirme de ella y de Lady, mi perrita, salí pitando dando un portazo. Legué justo cuando llegaba el autobús y subí tirando de Hel y Ash.
“Tía, ya pensábamos que no llegabas” dijo Ash colocándose el pelo.
“Sí, siempre tarde, no sé cómo te las apañas” dijo Hel mirándome con el ceño fruncido y patosamente se sentó no sin antes tropezarse y casi caer al suelo.
Ash y yo comenzamos a reírnos y Hel nos miró con una cara no de muchos amigos.
“Olvidando este pequeño percance” dije sin poder contener una pequeña risita “Centrémonos en ver lo que nos espera los próximos nueve meses” me senté y acto seguido Ash hizo lo mismo.
Cada una nos pusimos nuestros cascos y fuimos mirando el paisaje hasta que llegamos a nuestra parada. Bajamos del bus, nos quitamos los cascos y nos miramos.
“¿A por ello?” dijo Hel mientras tragaba saliva sonoramente.
“A por ello” contestamos Ash y yo a la vez.
El instituto pillaba cerca, a tan solo unos cien metros de la parada del bus, llegamos a la verja y entramos a una especie de campus, todo estaba lleno de gente en grupos, algunas personas desperdigadas por allí, tumbadas en el césped con los cascos puestos, fumando o leyendo algún libro, puede que interesante o puede que demasiado aburrido.
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FASTER
Fanfiction“Acabarás necesitándome hasta para respirar” apretó sus manos que aún seguían sobre las mías. “Solo cuando tú no puedas respirar sin mi” dejé caer la cabeza sobre su espalda, todo esto sería muy bonito si él fuese otro y yo fuese otra, si fuésemos d...