Me quede en la sala con ellos hasta que sus besos fueron más frecuentes y no podía oír la voz de Johnny Depp.
Entre a mi recamara cerrando la puerta, me quite los tenis dejándolos en diferentes partes del piso, mi vestido gris aun en mi cuerpo me acompaño a la cama, no me lo quite solo me acosté con las cobijas bajo mi cuerpo.
-Lo sé. Pero tengo miedo de hacer esto sola.
-No estarás sola, yo te voy a ayudar, sabes que siempre lo hare.
-¿Que pasara cuando me pregunte por su padre?
-Sabrás que responder cuando ese momento llegue.
-Paige. Paige por favor.
Abrí los ojos lentamente para descubrir a mi prima mirándome fijamente.
-¿Qué fue lo que te sucedió? ¿Porque estás aquí...que fue eso que te trajo aquí? -Silene pregunto, lo que no había hecho incluso cuando le dije que me quedaría con ella.- Estabas llorando.
-Yoo...solo fue una pesadilla. -Dije mirando la ventana. -
Mi almohada estaba mojada por mis lágrimas y podía apostar que también era sudor. No respondí nada más y a pesar que ella quiso saber algo, una negación de mi parte fue suficiente para que ella aceptara que no quería contarle nada.
Después de tres días más, Silene ya se había dado cuenta sobre mis constantes pesadillas, no preguntaba qué era lo que soñaba o porque tenía esa clase de sueños. Pero muchas veces llegue a encontrarla en mi cuarto tratando de despertarme en la oscuridad.
Las dos evitábamos las preguntas y respuestas, sabía que yo no le contaría nada así que no tenía sentido que preguntara. Las mañanas después de mis pesadillas fingíamos que nada había pasado.
Mi desempeño en la cafetería era cada vez mejor, cometía menos errores. Andreas después de mucho había entablado una plática conmigo, pero no fue de gran importancia ya que lo único que supe es que el a diferencia de Redmond no era vegetariano.
Normalmente Red me llevaba en su moto del trabajo a casa y de la casa al trabajo solo había ido una noche a escucharlos tocar desde la última en la que había salido corriendo furiosa con mi prima.
-Quiero Hot cakes integrales con tocino crujiente mas no quemado y huevos revueltos con poca sal, también un jugo de zanahoria con naranja pero que sea natural no quiero nada de caja. ¿Entendido?
A pesar de lo que otra gente podría pensar a mí me gustaban las personas que decían exactamente qué era lo que querían. Era todo más fácil que cuando pedían algo de la carta y al descubrirlo no eran lo que imaginaban.
-Entendido. ¿Algo más que dese ordenar?
-Si cuando traiga mi comida la deja y se va no me hable y no me diga si se le olvidó algo si no está completa mi orden no la traiga. También quiero servilletas y miel de maple.
-Ok.
Lo único que pude pensar al alejarme de la mesa fue ¿Quién come Hot cackes con tocino y miel de maple? Era asqueroso.
Gire a la cocina para pedir la orden de la mesa 7.
-¿Te toco la escritora? Cada vez que pide algo es desesperante.
-A mí me pareció una persona que sabe lo que quiere. Aunque sea asqueroso -Hice un gesto con la nariz.-
-Eso dices porque es la primera vez que atiendes su mesa. Quiero verte después de un tiempo si sigues pensando eso. Aunque es normal que pida esa clase de comida, una vez pidió un hot dog dulce ¿lo has probado? Fue asqueroso.
-Deja de hablar y mejor cocina Andreas. -Dije imaginando la comida.- Por cierto ¿hoy tocaran?
-Dijiste que no querías que hablara.
-No es necesario que te diga que no hables, creo eres una persona de pocas palabras, claro que también puede estar pensando que no te guste hablar conmigo o no quieras. ¡Creas que soy poco interesante y aburrida, ahora entiendo porque no te gusta hablar conmigo, soy una persona horrible! Lo sé, lo sé.
-Hoy tocaremos.
-¿Hablas conmigo? ¿Es que acaso ya soy una persona interesante? Esto es emocionante yo una simple mortal hablando con el gran Andreas, el interesante y hablador Andreas!
-La orden esta lista.
-Más palabras! Oh que emoción creo que podría darme un ataque al corazón de lo emocionada que estoy.
-Si no entregas eso no dejaran propina.
-De acuerdo. -Me gustaba molestar a Andreas, era algo contrario a su forma de ser y el exagerar las cosas por mi parte me daba risa.-
Tome la charola con toda la comida y complementos que me había pedido, cuando llegue a la mesa la "escritora" según había dicho Andreas tenía una laptop y varias hojas sueltas en la mesa, no le dirigí la palabra, acomode todo como me pidió y me retire.
Ese día fue la única de las mesas que me gusto atender, sin sonrisas falsas o voz dulce para los niños. Me gustaban los niños, pero al parecer no los niños ajenos que gritaban y aventaban comida o comían y después pegaban sus caras al cristal de la ventana. No pude hablar con nadie después de atender a la escritora, había mucha gente aunque era una buena señal, al final todos juntamos las propinas, se veía mucho dinero. Sophie lo repartió y sin contarlo lo guarde.
-Vamos te llevare a casa.
No me quite el uniforme, salí con Redmond al callejón donde dejaba su moto, Andreas también tenía una moto, los tres estábamos en el callejón y nos despedimos con un asentimiento de cabeza y una señal con la mano.
-¿Desde cuándo conoces a Andreas? -Susurre en la espalda de Red mientras nos preparábamos para irnos.-
-Teníamos diez años cuando vi cómo le pegaban fuera de la escuela.
-Eso es horrible!
-Bueno Andreas nunca se ha callado lo que piensa, eso lo metió en varios problemas. Normalmente no participo en esa clase de peleas, pero eran tres contra uno así que tuve que ayudarlo.
-Pacifista justiciero.
-¿Como?
-Creo que eso eres, una persona a la cual no le gustan las peleas pero tampoco las injusticias así que para arreglar lo que crees incorrecto rompes algo de lo que crees correcto, es algo contradictorio pero es bueno.
-Eres rara.
-Aun sigues dándome aventones a mi casa.
-Entonces creo que tengo un problema.
Hablamos entre gritos mientras el conducía, pero después de eso el resto del camino fue silencioso mientras yo me soltaba de el para sentir el aire, era algo que me gustaba hacer.
Me dejo en el viejo edificio y nos despedimos con un simple "Adiós" cuando era pequeña tenía la costumbre de saludar y despedirme de las personas con un beso en la mejilla, era algo típico en México, incluso los abrazos cortos o palmadas en la espalda eso aquí era un poco diferente, había personas que si se saludaban de beso, pero no se sentía el mismo calor que las personas de mi país. Tal vez todo era igual, pero extrañaba mi lugar de origen. ¿Redmond sentía lo mismo?
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Mi reflejo
Novela JuvenilEstoy ahí frente a él, se parece a mí lo sé, somos iguales lo sé. Pero tengo miedo. tengo miedo de mi reflejo. Cuando me mude al mismo departamento que mi prima Silene no imagine que descubriría un mundo diferente, pasaba mis días en mis clases d...