27.- Risas y café.

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Salimos del cuarto de Andreas iríamos por algo para que pudiera desayunar. Fuimos al restaurante de al lado y pedimos varias cosas para que todos comieran, cuando regresábamos y subíamos las escaleras Red me tomo de la mano deteniéndome.

-Entiendo lo que paso en la mañana, pero lo que paso hace un momento ¿que fue?

-Un beso, solo uno.

-Paige entiendo lo que paso contigo, pero tienes que ser más clara ahora, aceptare lo que me digas y lo entenderé pero no mientas con respecto a tus sentimientos.

-Se que soy egoísta, no sé lo que quiero, tal vez no estoy preparada para nada pero cuando te bese, bueno –Comencé a balbucear bajando la mirada, estaba nerviosa.- no besas tan mal. –Recordé nuestro segundo beso de hoy.- aunque cuando beses a alguien no vayas tan deprisa –Le guiñe un ojo y seguí subiendo las escaleras, pero Red me tomo del brazo y me jalo hacia el, me beso de nuevo. Esta vez era lento, muy lento. Tanto que era muy bueno, mis manos fueron a su cuello pero él se alejo, me dejo ahí parada! Deseando mas y subió las escaleras sin mi.-

Bueno al parecer el juego de coqueteo y deseo lo sabia jugar. Quería que me besara de nuevo.

Al llegar a la casa todos estaban en la sala, incluso Francis y Andreas. Parecía que estos chicos no tenían casa, una risa llamo mi atención y mi mirada se dirigió a ellos, los chicos que lo habían empezado todo.

Dante y Darío estaban riendo juntos, uno al lado del otro, pero estos chicos eran peor que un gato y un perro ¡yo los mataba! Comencé a caminar hacia ellos dejando las bolsas en la mesa.

-Si ustedes no van al psicólogo entonces tendrán que llevarme a mí a la cárcel porque los voy a ¡asesinar!

Las risas terminaron y todos me estaban viendo espantados.

-Como pueden estar aquí riendo después de todo lo que nos hicieron pasar anoche –Gritaba mirando a ambos chicos.-

-Tranquila Paige, nosotros...-Comenzó a hablar Darío pero no lo deje terminar.-

Tire uno de los cojines a la cabeza de mi amigo y empecé a pegarle donde fuera que no ponía sus manos para cubrirse.

-Se comportan como niños, los odio. –Camine lejos de ellos, yendo a la cocina, preparia café.-

-Yo te amo. –Grito Darío.-

Todos rieron, pero al fin las cosas estaban saliendo bien. Silene y Dante eran responsables de su felicidad y si ellos querían estar juntos después de todo era su problema y si ella era feliz yo también lo era.

Todos desayunamos juntos, era raro estar rodeada de tantas personas, pero sentía que estaba con mi familia. Estos chicos eran mi familia.

-Paige ¿puedo hablar contigo? –Estaba lavando los trastes cuando Darío se me acerco.-

-¿Quieres ir a mi habitación?

-Si, vamos. –Caminamos alejándonos de los chicos al llegar, me senté en mi cama, las cobijas estaban tiradas y enredadas en el suelo.- me voy hoy.

-Regresas a...

-No, iré a casa. Tengo que ver a mi mama, sabes que está preocupada.

-Si, lo sé. ¿Pasaras a verla a ella?

-Se que se pondrá feliz si lo hago.

-Dile que la quiero y la extraño. –Lo abrace y le di un beso en la mejilla.-

-Sabes que sí. Bueno es hora de irme.

-¿Quieres que te acompañe? Te puedo llevar.

-Paige no tienes carro, además se que te pondrás a llorar cuando me vaya mejor quédate aquí con todos. Me alegra que vinieras. –Al parecer mi cara lo dijo todo porque no entendía a que se refería.- te ves muy feliz.

-A mí me gusta verte sano y salvo. ¿Lo estas verdad?

-Si, lo estoy. Te quiero.

-Yo más. –Lo volví a abrazar.- llévale flores.


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