38.- Esa clase de chico

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Tal vez fue en algún momento en el que no me di cuenta, primero un día, luego otro y las pesadillas eran menos, menos dolorosas y constantes. Pero esta noche regresaron como un fantasma, para decirme que no podría huir de ellas.

-Lo sé. Pero tengo miedo de hacer esto sola.

-No estarás sola, yo te voy a ayudar, sabes que siempre lo hare.

- ¿Qué pasara cuando me pregunte por su padre?

-Sabrás que responder cuando ese momento llegue.

Fue después de su muerte, fue un breve tiempo el cual estuvimos comprometidos después él se marchó, pensando que era mejor para cuando regresara no fue así, no estaba bien y eso lo llevo a su muerte. Después de su entierro su madre no quiso verme de nuevo, entonces comencé con desmayos y vómitos, por lo que pensé que tal vez no estaría sola después de todo. Me ilusioné y compartí aquella felicidad para después descubrir que el embarazo que creía tener en realidad no era más que cansancio, fatiga, anemia. No me estaba aliviando solo estaba empeorando.

-Me odia, cree que es mi culpa. -le decía a mi mejor amigo.-

-No te odia Paige, no sabe cómo manejar su dolor.

-Sabes a veces también lo creo, es mi culpa, no debí irme, debí quedarme y escucharlo él se veía ansioso.

Eran recuerdos, pero después el sueño se distorsiono y de nuevo estaba en mi casa con la pistola en la mano, esta vez no me había ido.

-Es tu culpa Paige, tú te fuiste, me dejaste solo.

-No, por favor baja la pistola.

Pero cuando escuche el disparo yo tenía la pistola en la mano.

-Paige despierta, es un sueño. 

Me mire las manos en la oscuridad de mi recamara, no había ningún arma, no había sangre, solo mis uñas marcadas en las palmas de mis manos.

-Tranquila estas aquí conmigo. –Era Red, él me estaba abrazando.-

-Es mi culpa, yo lo deje solo.

Lo susurre todo el tiempo, que había sido mi culpa, su nombre y que me perdonara, fue hasta que me quede dormida y todavía entonces escuchaba la voz de Redmond diciéndome que todo estaría bien.


- ¡Pensé que tenías cerebro! Como se te ocurre –grito en el pasillo.-

-Me puedes gritar camino al restaurante Silene, tengo hambre y me tengo que ir.

Cuando desperté moría de hambre, Silene nunca compraba comida y aunque quisiera preparar algo era mejor ir a comprar comida. Me cambié sin hacer ruido mientras dejaba a Red durmiendo, mientras cerraba la puerta fue que me encontré con mi prima y ella definitivamente vio al chico que dormía en mi cama.

Cuando la camarera se fue, comenzamos con la plática que sé que Silene deseaba continuar.

- ¿Cómo se te ocurre Paige? Red es un chico....

-Ya sé qué lo es. -Trate de reírme de ella pero no función.- se que clase de chico es. 

-No, tu a penas lo conoces, Red no es estable tiene problemas, sabes que huyo de Alemania ¿verdad? ¡Dejo la universidad y tiene...un, dos, muchos trabajos! Además, su carácter y ese hermano suyo. Por favor, es que como se te ocurre. Tu estas aquí para estudiar, no para meterte en otro drama amoroso sin futuro.

-Mira quien habla, Silene, no eres mi madre. Se lo que estoy haciendo además Frank estaría muy feliz.

-Si es así porque no le llamas. –Si Frank estaría feliz, pero no por mi nueva "relación".-

-Si te sirve de consuelo no somos novios, solo...

-Me dirás que estas metida en una relación sin futuro! Paige, te hará daño, Redmond es un excelente amigo, no arruines tu amistad con él.

-Cómo puedes darme consejos sobre una relación cuando tu relación es de los más toxica que he visto, no sé cómo sigues con él. Ustedes dicen tener una relación verdadera, por lo menos Red y yo tenemos las cosas claras.

Sabía que era un golpe bajo después de todo lo que había hecho por mí. Sé que estaba preocupada, pero había dejado que todo mundo opinara de mi vida mientras pasaba por un mal momento, las cosas estaban mejorando y yo lo estaba superando. Era tiempo que siguiera con mi vida y si me equivoca tendría la certeza que no moriría. Si la muerte del chico que amaba no me mato, podría superar cualquier cosa incluso un intento de noviazgo fallido. Tenía que salir adelante ya era tiempo.

La mesera regreso con nuestra orden y antes de levantarme mire a mi prima.

-No estaba segura al inicio, es decir a penas me lo propuso ayer, pero por mínima que sea quiero darle la oportunidad, saber qué es lo que podría pasar y no soñar con lo que pudo haber sido. Sé que no saldré herida de esto.

-No quiero que te lastimen de nuevo.

-No lo harán. –Le di una sonrisa antes de dejarla sola en la cabina del restaurante, no sé qué era lo que planeaba o lo que pensaba sobre nuestra platica.-

Redmond era la clase de chico que te sostenía mientras llorabas, cuando tenías miedo, con secretos como todos pero te protegería de todo. 

Mi reflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora