Capitulo 1.

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Capítulo 1.

Diciembre de 2013. Milwaukee, Wisconsin.

A mis diecisiete años de vida nunca había experimentado un invierno tan frío como este. Recuerdo que el año pasado no era necesario llevar guantes, bufanda y gorro a todas partes. En cambio hoy parezco un oso con toda la ropa que llevo encima. Si no te lo pones no irás, recuerdo que me advirtió mamá. Doy un suspiro soltando humo por la boca y estiro mi brazo al frente para cambiar la estación de radio y poner algo más moderno que lo que está. Mis manos cubiertas por guantes negros con líneas rosas se sienten frías a pesar de la tela que me arropa. No encuentro nada de buena música, sólo noticias avisando que una tormenta se aproxima desde el sur. ¿Por qué mamá tarda tanto? Volteo hacia la ventana y doy una mirada a todo el estacionamiento pero no veo señales de ella. El centro comercial GRAND AVENUE no deja de abrir y cerrar sus puertas dándoles paso a personas apresuradas, entusiasmadas y alegres que seguramente vienen a comprar regalos navideños. Los enormes ventanales de cristal que hay arriba del letrero están adornados con focos de colores que parpadean, la otra extensión se encuentra adornada de otra dosis de más luces, letreros pegados, promociones, entre otras cosas llamativas que alientan a la gente a visitarlos más, entre esa gente mi madre que ya lleva más de media hora que dijo “En cinco minutos vuelvo”. Decido que es suficiente así que abro la puerta de la camioneta, me bajo y enseguida siento una corriente de aire congelado atravesar mi cuerpo paralizando mi cara. Ignoro la horrible sensación que me eriza la piel y cierro todas las puertas con llave antes de comenzar a caminar hacia las puertas de entrada del establecimiento. Una vez adentro, y como he olvidado a qué tienda iría ella, opto por arrastrar mis pies por el resbaladizo suelo, —amo hacer eso, mis padres me odian por ello—, y caminar sin rumbo por ahí. Todas las tiendas a mis costados están repletas de personas y me asfixio sin siquiera estar dentro. ¿Cómo sobreviven así? Continúo caminando y tarareando un villancico que suena al fondo en las enormes y ocultas bocinas. Esquivo hombres, mujeres, niños y ancianos que deambulan a mí alrededor y bufo al ver a todos ellos menos a la mujer obsesionada de las compras que llevo por madre. Me harto un poco, —demasiado a decir verdad—, de ir como zombie de un lado para otro así que me tomo unos minutos para buscar un Starbucks o algún local de café para tomar uno. Finalmente mis ojos se iluminan cuando leo justo lo que buscaba, Starbucks, con letras verdes que me purifican el alma, —tal vez exagero—, y me dirijo hasta la entrada con rapidez. Cuando empujo las puertas siento la diferencia del ambiente, aquí es cálido y confortable, y no está repleto de cabezas como en los otros lugares. Me deslizo con los pies hasta la caja y le sonrío a la chica morena que atiende con una curiosa gorra cubriendo su cabellera recogida. 

—Buenas noches. —Le digo amable antes de dejarla hablar. —Un frapuccino chips mediano para tomar aquí, por favor.

Soy tan rápida hablando que ella parece ocultar su sorpresa.

—A la orden. —Dice sin más, creo que ha notado mis ganas de beberlo ya. Teclea algo en su computadora y luego voltea a verme. —Serán cuatro dólares, por favor.

Pero no la escucho, y no lo hago a propósito, es simplemente porque algo ha capturado mi atención. Se trata de una sensación extraña, esa que sientes cuando alguien te observa, pero ésta es más intensa, diferente… no puedo explicarlo, sólo sé que me inquieta y busco por todo el lugar al responsable. Cuando doy un recorrido por cada mesa ahí, es entonces cuando lo encuentro. Un chico castaño de ojos que desde aquí parecen cafés claros, no estoy muy segura, es de tez blanca y su boca está apretada en una dura línea muy firme. Su cabello muy bien peinado hacia arriba combina con su mirada, sus facciones son tan atractivas que me pierdo en ellas, pero luego me doy cuenta de que está sosteniéndome la mirada sin moverse así que reacciono. Mierda. 

Desde el más allá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora