— ¡Mer, no me vas a creer esto! —Dice Roger gritando cuando llega de nuevo hacia mí. —Mi motocicleta estaba en medio de la calle estorbando a todos, ¡Pero las cadenas no estaban rotas ni tampoco el candado! ¿Cómo alguien pudo quitarla de ahí? No lo entiendo, ¡Qué loco!—No suena molesto, suena sorprendido y hasta divertido.
—Tal vez al culpable le atrajo Sasha y por eso no quiso dañarla. —Bromeo para aligerar el ambiente, porque a decir verdad también me sorprende bastante lo que ha dicho. ¿Cómo es posible? No losé, y no me gustaría hablar de ello.
—Tal vez. —Asiente.
—Oye, ¿Mañana me verás jugar vóleibol? —Y con esa pregunta no sólo espero que cambiemos de tema, sino también que el nombre de Justin salga de mi cabeza.
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Doy otra vuelta en mi cama y me pongo en posición fetal. No, de nuevo no estoy cómoda. Me giro otra vez y ahora estoy viendo hacia el balcón. ¡No! Eso me recuerda a Matt. Me pongo boca arriba y miro al techo. ¡Tampoco estoy cómoda! Maldición, es como si algo oprimiera mi cuerpo, mi pecho, mi movilidad, mis sentidos, ¡Todo! Me pongo boca abajo con la cabeza recostada en la almohada viendo hacia la oscuridad de mi habitación. Cierro mis ojos pero simplemente no puedo dormir. Llevo tanto tiempo así. No sé que hora es así que abro la cajonera junto a mí y saco mi celular, pero justo cuando lo hago éste se prende y vibra. Me sorprendo al ver <<NUMERO DESCONOCIDO>> en la pantalla y más porque veo que son las doce y media de la madrugada. Pongo el auricular en mi oído y dudosa respondo:
— ¿Hola? —Respondo apenas audible. Mi voz es ronca por la hora y un extraño frío recorre mis venas al escuchar una respiración aguda al otro lado de la línea. — ¿Quién es? —Pregunto al no recibir respuesta.
La respiración se detiene y un TI, TI, TI invade mis oídos.
Me han colgado.
Dejo el celular a un lado y me cobijo hasta la boca porque el frío ha aumentado considerablemente. Mirando hacia el techo y sintiendo mi cuero cabelludo picar pienso en que posiblemente haya sido Matt marcando de un teléfono público para pedir perdón o algo así, pero algo me dice que no era él. Algo me dice que era Justin. Sé que no tiene sentido, sé que no tendría motivos para llamarme, sé que no tiene mi número pero…
Un recuerdo golpea mi mente. El día en que lo vi en Starbucks se me cayó mi celular y él me lo entregó. ¿Y si guardó mi número? No losé, ¿Para qué lo haría? Creo que ya estoy imaginándome cosas.
Él no está interesado en mí, soy yo la que está interesada en él y por eso me planteo estos pensamientos. Siendo casi la una de la madrugada debería estar pensando en mi ex novio, pero lo único que abarca mi mente es Justin.
Suspiro, quiero sacarlo de mi mente pero no puedo, me abrazo a mi misma y de pronto aparece. Frente a mis ojos en la oscuridad lo veo de pie junto a mi cama tal como iba vestido hoy, tiene una expresión indescifrable en su cara y no puedo moverme. Parpadeo dos veces y se ha ido. Toda mi piel está erizada, creo que estoy volviéndome loca, es tanto el impacto que tiene en mí que ya estoy viéndolo en todas partes. Sin poder moverme me quedo quieta, es como el despertar de una pesadilla, ese momento en el que no quieres moverte porque sientes una presencia oculta contigo que nunca se va. Entonces cierro los ojos porque ya no quiero abrirlos, ya no quiero ver la oscuridad de mi cuarto, espero, espero y espero hasta que mis sentidos dejan de trabajar y me duermo.
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Con un grito arrasador me levanto brincando de la cama a la mañana siguiente, estoy sudando completamente y mi cuerpo tiembla frenéticamente. Siento lágrimas en mis ojos por lo que acabo de ver. Ese momento que viví hace dos años vuelve a mi mente para torturarme.
Es Grace siendo atropellada frente a mis ojos y los de Roger por un camión, su cuerpo rodando por el suelo siendo aplastado por las llantas llenas de sangre, la calle llena de sangre, mi mejor amiga llena de sangre. Empiezo a llorar descontroladamente cuando mi madre entra a mi habitación y me mira con gesto de susto.
— ¡Meredith! —Dice corriendo hasta a mí. Se sienta a mi lado en la cama y me toca la frente, luego me toma por los hombros. — ¡Meredith! ¿Qué pasó?
No puedo ni hablar, mi llanto me controla. Mamá me estrecha en sus brazos y me hundo en su cálido pecho, mis lágrimas mojan su blusa y ella soba mi cabello.
—Era… era Grace… —Susurro con las palabras entrecortadas. Ella besa mi frente y me aprieta más.
—Sólo fue una pesadilla. —Dice controlándome, pero la horrible imagen no sale de mi cabeza, esa imagen que fue real y que me ha destrozado desde entonces. Mi piel se siente tan caliente y erizada cómo cuando veo a Justin, es parecido pero esto me aterra y me deshace. —Calma… calma hija… —Pide mamá, y poco a poco voy tranquilizándome, pero la sensación no abandona mi cuerpo. Duele, duele mucho. —Es sábado. Irás a practicar vóleibol una hora a la escuela, ¿Verdad? —Me dice para que se me olvide lo que acabo de presenciar. Oh mamá, jamás olvidaré la imagen de mi mejor amiga siendo atropellada frente a mis ojos y no poder haber hecho nada para salvarla… jamás.
—Si. —Susurro y por un momento recuerdo que Roger irá a verme y vendrá por mi temprano. —Ya… estoy bien. —Digo, pero es la mentira más grande que he dicho. Nunca estaré bien. Nunca superaré ese Abril de 2011 cuando perdí a mi hermana, a mi alma gemela, a la chica que me hacía los días divertidos y valiosos. Me despego de mi madre y ella besa mi frente. Luego se levanta y me mira tiernamente.
—Grace siempre presente en tu alma y en tu corazón. —Dice y el nudo vuelve a mi garganta.
—A ella no le gustaría verte así. —Hace una pausa larga, asiento débilmente y luego se acerca a la puerta. —Iré a preparar el desayuno. —Y sin más se va, así que me acurruco un momento más en mi almohada para soltar mis lágrimas finales y recobrar el aliento.
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