Me encuentro sentada en el sillón consolando el llanto y controlando mi respiración cuando la puerta de mi casa retumba con varios toquidos. Sé quien es así que sólo digo un “Pasa” y al instante tengo a Roger adentro a unos metros de mí.
— ¿Ya estás lis… —se da cuenta de mi estado anormal y su expresión es de sorpresa. — ¡Mer! ¿Qué paso?
Corre hacia mí y se sienta a mi lado. Me toma por los hombros y me obliga a mirarlo. Cuando lo hago noto sus ojos grises llenos de confusión y preocupación.
—Hey, te estoy hablando. —dice sin soltarme. — ¿Quién te hizo llorar? —Hace una pausa y se corrige a sí mismo. —Oh, espera. Déjame adivinar… el ogro de tu ex novio te llamó o te hizo una inesperada visita.
Dios, él siempre lo adivina todo. Asiento débilmente con la cabeza y tomo un leve suspiro. Roger me suelta de los hombros y se pasa una mano por su pelo negro. Su mandíbula se aprieta y levanta su cabeza hacia el techo como si estuviera pensando algo.
— ¿Sabes que va a pasar hoy? —dice sin soltarme la mirada. —Cuando las competencias terminen voy a buscarlo y le daré la paliza de su vida.
— ¡No! —hablo de inmediato. —Más peleas no…
— ¿Más peleas no? Sólo me he peleado una vez con él y fue sólo porque él se enojó de qué yo te estaba tomando por la cintura. Esta vez sí tendrá una buena razón para defenderse. Estoy harto de que te haga sufrir, no me importa lo que digas pequeña, voy a patearle el trasero.
— ¡Tú no lo entiendes! —digo exaltada. Sus ojos se achican y yo trago saliva. Cálmate Angélica, él no sabe sobre Justin… él no sabe nada aún. —Mathew no irá hoy a la escuela. Algo pasó y… no competirá con su equipo.
— ¿Qué? —Roger parece no tragárselo.
—Eso no importa ahora. —susurro. —Sólo vamos a ver a mi equipo de vóleibol jugar, ¿Si? es todo lo que quiero ahora.
Él suspira y niega con la cabeza. Hace una curiosa mueca de desaprobación con su boca.
— ¿Por qué siento que me estás ocultando algo importante? —pregunta. Oh, Roger… si tan sólo supieras que “algo importante” se queda corto con lo que en realidad está sucediendo en mi vida. Me pregunto cuándo me atreveré a contárselo. Es mi mejor amigo y debería saberlo, pero siento que debo decírselo hasta que yo misma esté segura de con lo que estoy lidiando. Aún son cosas incomprensibles para mí y necesito tener la mente completamente abierta cuando se lo diga. Roger puede esperar… creo.
—No es nada. —aseguro. — ¿Podemos irnos ya?
—Mhm, bueno. —dice algo inseguro. Se pone de pie y estira su mano caballerosamente, —él siempre es así, es un amor, como se lo conté a Justin—, para ayudarme a pararme. —Sasha nos espera.
Sonrío, tomo su mano y me impulso para levantarme. Lo suelto, voy por mi bolso y me dispongo a ir a ver la competencia final de mi equipo esperando a que eso me distraiga después de lo sucedido.
-
Después de algunos minutos que estoy sentada en las gradas del gimnasio llega Roger con una orden de palomitas grandes y se sienta a mi lado.
— ¿Quieres? —dice masticando una.
—Roger, esto es un juego de vóleibol, no el cine. —le informo sarcástica.
—No es mi culpa que las vendan. —se excusa. —Mira lo que te traje.
Acto seguido me muestra la mano donde no sostiene las palomitas y abro la boca sorprendida al ver mi bebida favorita.
— ¡Frapuccino chips! —digo emocionada. Él asiente y me lo entrega. —Dios, ¡Gracias! No creí que venderían de esto aquí en la escuela.
—Supongo que es por ser el último día de clases o algo así. —come otra palomita y yo bebo del popote la deliciosa bebida sabor chocolate. — ¿A qué hora comenzará la competencia?
—En unos minutos. Hace un rato vinieron los del equipo a saludarme.
— ¿Estaban tristes porque no competirás?
—Si, Kayla era la más triste. Supongo que ella podría ser la única con la que más hablo del equipo. Les desee suerte y debo admitir que nunca creí que este día llegaría y yo no participaría junto a ellos. —me lamento.
—Una pena. —añade Roger. —Pero mira el lado bueno… —dice. —Verás cómodamente el espectáculo tomando tu bebida favorita junto a tu mejor amigo, que por cierto es el más sexy de la escuela, y todas las mujeres presentes te envidiarán.
Suelto una risa divertida y exagerada casi ahogándome con el frapuccino y Roger me frunce el ceño pero también contiene una sonrisa oculta.
— ¿Qué te causa gracia? —pregunta ofendido. — ¿Apoco no soy el más sexy de la escuela, nena?
Me guiña el ojo y me río.Lo observo de pies a cabeza y por un momento mi risa se apaga.
Mhm… tal vez tenga un poco de razón, aunque nunca lo había visto de esa forma. Es mucho, quiero decir, bastante sexy. Es algo que siempre he envidiado en él, se la pasa comiendo cochinero y no hace ejercicio y mantiene un cuerpo escultural como si fuera sacado de una revista. Debe ser por herencia familiar o algo así… agh. Sabía que era guapo pero no recordaba cuánto. Debo decir que es realmente atractivo, estoy segura de que podría conquistar a cualquier chica que él quisiera con una simple mirada coqueta de sus ojos grises pero no lo hace. Él no es el típico “rompecorazones” que se aprovecha de su físico para atraer mujeres y amo eso de él. Su cabello negro, lacio, y siempre revoloteado para todos lados le da un aspecto rudo y al mismo tiempo seductor. Su piel es totalmente blanca y sus facciones perfectamente definidas, eso sin mencionar sus carnosos labios y su perfecta nariz.
¡Valla!
¿Por qué nunca me di cuenta de todas sus virtudes masculinas? Creo que es porque él siempre me ha visto como su mejor amiga y yo lo he visto como tal también. Cuando éramos Grace, él y yo todo era maravilloso. Creo que decirnos “amigos” era erróneo… éramos hermanos. Siempre había risas, diversión, aventuras, nada más que nos importara que pasar nuestros días unidos haciendo mil y un cosas que contaríamos años después a nuestros hijos. Esos eran excelentes momentos que nunca olvidaré… nunca. Sonrío perdida en mis pensamientos locos cuando él me saca de mi trance.
—Tierra llamando a Mer. —dice Roger tronando los dedos en mi cara. Parpadeo un par de veces y luego sonrío. — ¿Te quedaste pensando en lo sexy que soy?
—Si Roger, si. —le sigo el juego y rodeo los ojos. Él me vuelve a guiñar el ojo.
—Losé, nadie se resiste. Gracias. —se alaga a sí mismo. —Oh, mira. Por fin empezará.
Volteo hacia el frente y veo cómo los respectivos equipos empiezan a acomodarse. Toda la multitud de personas presente en el gimnasio empieza a gritar y chiflar apoyando a los suyos. La banda de guerra de nuestra escuela empieza a tocar y las porristas a bailar. Por ese momento, mirando todo a mí alrededor, me siento relajada por primera vez y sin preocupaciones. Suspiro y decido que disfrutaré por lo menos este momento que tengo libre antes de que Justin o aquél ser oscuro decidan apareceTwitter: @biebaslovers