El lunes veinticuatro de diciembre mi casa se llena de la familia de mamá que nos visita desde la ciudad de Nasville, Tennessee, entre ellos mis abuelos, mis dos tías Carter y Deina, mis primos Carl y Bryan —Hijos de Deina, Carl de trece años y Bryan de quince— que son como las almas gemelas de Johnny, y finalmente el esposo de Deina —o sea mi tío—, Ronald.
Son aproximadamente las siete de la tarde cuando me termino de arreglar. Llevo un vestido blanco sin mangas que está por encima de mis rodillas y se pega a mi cuerpo, hubiera optado por otro diferente pero la mayoría de los que tengo son color pastel y mamá me pidió que llevara los colores blanco y rojo para seguir la tradición.
Elijo unas zapatillas rojas de tacón que mi tía Carter me regaló y luego me lleno de accesorios blancos y rojos. Tenía mucho que no hacía esto pero me pinto los labios rojos con mi labial, me maquillo pestañas, mejillas y todo lo necesario para quedar presentable ya que mis tíos quieren ir a una fiesta cuando pasen las doce y los acompañaré.
Cuando termino me miro al espejo y suspiro… creo que ya estoy bien, aunque temo sufriré de bastante frío con tal de verme bien. Voy a mi armario y lo abro para buscar un saco, empiezo a deslizar los ganchos cuando el recuerdo de Justin y yo escondidos aquí acorrala mi mente.
Sus brazos abrazándome y protegiéndome por detrás me hacían sentir tan bien, sabía que estaba en peligro pero ahí en su poder sabía que nada me pasaría. Sus palabras susurradas contra mi oído me erizaban la piel y el recuerdo lo hace también… cierro un momento los ojos para alejar todo aquello que sólo me lastima, ya han pasado tres días con hoy desde que no lo veo, y pasaré toda una vida sin hacerlo.
Suspiro y trago saliva, luego continúo buscando y lo encuentro; el saco rojo que papá me regaló hace dos navidades está impecable y casi nuevo ya que sólo lo he usado unas dos o tres veces.
Lo tomo y cierro el armario, camino a mi cama, agarro mi laptop que dejé ahí y me siento en el borde dispuesta a usarla un rato antes de que mamá me llame para la cena de Nochebuena. La enciendo cuando algunos toquidos golpean despacio mi puerta.
—Pase. —digo sin saber quién es.
—Hola cariño. —dice mi tía Carter sonriente cuando abre la puerta.
Le devuelvo la sonrisa y luego la evalúo de pies a cabeza. Valla… luce bien.
Ella porta un vestido negro con mallas del mismo color, unos preciosos tacones con perlas plateadas y una bufanda abrazando sus brazos. Mi tía Carter Lee es realmente una hermosa mujer, es rubia de ojos azules, —el sueño de cualquier hombre—, tiene apenas veintitrés años y trabaja en el mundo de los aviones como aeromoza, empleo al que por cierto le tengo pánico.
Lamentablemente esa bella mujer tenía que tener un defecto; fuma en exceso.
— ¿Pasa algo? —pregunto curiosa.
—Ha llegado un regalo para ti. —dice guiñándome el ojo. Frunzo inmediatamente el ceño.
— ¿Eh? —digo incrédula.
—Si, y además camina. Será mejor que vengas a verlo.
“Y además camina”. Mi corazón da un vuelco estruendoso y a mi cabeza sólo llega el nombre de Justin. Dejo mi laptop sobre la cama y camino sin precipitarme hacia afuera. Cuando salgo y bajo las escaleras absolutamente todo el mundo me mira, mis abuelos, mis tíos, mis primos y finalmente mi madre. Trago saliva y siento un montón de sensaciones en todo el cuerpo, nervios, ansiedad, desesperación…
—Te buscan afuera. —avisa mi madre inexpresiva. ¿Está enojada?
—Si, la busca su novio, iuuu. —Bromea Johnny que está tirado en la sala junto a mis primos jugando Xbox. ¡Mierda, entonces sí es Justin! Inmediatamente tiemblo y un escalofrío me atraviesa, mi piel quema, maldita sea, quema mucho… no me cabe duda de que es él.
— ¡Iuuu! —le hacen coro Carl y Bryan. Maldición… ¡Hijos del demonio!
— ¿No vas a salir, Mer? —pregunta mi tía Deina que me mira confundida. Yo me quedo callada incapaz de formular una rápida respuesta.
—Meredith, ese bombón afuera está esperando por ti. —me alerta Carter en el oído. Siento que me ruborizo apenas lo dice, no sé que diablos hacer, ¿Debo salir? ¿Debo verlo después de que se fuera así sin explicaciones? Suspiro una y otra vez, mamá nota que no me encuentro bien y me mira con aire de preocupación.
—Si no quieres salir puedo decirle que se vaya. —sugiere ella. Oh, mamá… siempre que hablas lo haces acertadamente. Siento que estoy al borde del llanto otra vez así que asiento con la cabeza.
—Por favor. —le pido, y todos hacen cara de sorpresa pero no me importa, ellos no saben por lo que pasé.
— ¿Por qué no? —pregunta Carter. —Él tiene un regalo para ti.
—Díganle que lo tire a la basura. —es lo último que digo antes de darme la vuelta y subir las escaleras de vuelta a mi habitación. Siendo consciente de que todos están confundidos y querrán explicaciones me encierro con llave, vuelvo a mi cama y levanto la pantalla de mi laptop para comenzar a navegar por la red.
El tiempo pasa y me concentro solamente en revisar mis redes sociales, luego entro a Youtube y tecleo Coldplay. Reproduzco “Fix You” cuando una ráfaga de viento invade mi cuerpo y mi habitación. Levanto la cabeza hacia el lugar de providencia que se trata nada más y nada menos que de las puertas abiertas de mi balcón. La sangre en mis venas deja de circular cuando veo a Justin parado justo ahí sosteniendo un enorme ramo de rosas rojas. Va de negro y su expresión es impasible, no puedo descifrar cómo se siente pero sus ojos me dicen que no está bien, apenas veo el color miel en ellos. No he reaccionado aún cuando él habla:
—Tirarlas a la basura significaría tirar mi amor por ti también. —susurra. —Y eso no pasará, Meredith Luttor.
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