Capitulo 36.

278 22 0
                                    

Se levanta de la cama y yo me deslizo por el colchón hasta que me siento en el borde y recojo mis tacones tirados ahí. Me los pongo y siento la mirada fija de Justin sobre mí.

— ¿Qué? —pregunto poniéndome el segundo tacón. 

—Nada. —sonríe. 

— ¿Nada? —me pongo de pie y quedo alta de nuevo, justo a su altura. —No te creo.

—Sólo estaba pensando en cómo puedes usar esos edificios como zapatos.

— ¿Edificios? —me río. 

—Son altísimos. —dice negando con la cabeza. 

—Es el precio de ser mujer. —sonrío dulcemente. Él hace una mueca y se acerca a mí hasta quedar enfrente.

—Me encanta ese precio. —susurra acariciando de nueva cuenta mi espalda con su mano izquierda. Mi piel se eriza ante su leve toque sobre la tela de mi vestido.

—No empieces. —advierto.

— ¿Qué? —suelta una risa inocente. —No estaba hacie…

— ¡Mer, baja a cenar! —grita mamá desde el primer piso, interrumpiéndolo. Él inconscientemente me suelta y se aleja un paso de mí.

—Problemas. —susurra.

—No. —niego con la cabeza. —Sólo tienes que irte.

—Mmm… 

—Mmm…

— ¿Dónde te encuentro y en cuánto tiempo? —pregunta.

Me quedo callada y pienso. Creo que lo mejor sería esperar a terminar de cenar y que todo el mundo se abrace antes de decirle a mi madre que me “reconcilié” con Justin y quiero llevarlo a la fiesta. No estoy muy segura de esto después de pedir que le dieran mi lindo mensaje de “tira mi regalo a la basura”… pero me arriesgaré.

—Ven a casa después de las doce, a esa hora nos iremos. 

— ¿Segura? —alza las cejas. Mhm… no Justin, no estoy segura ya que mi madre no te ama como a Roger. 

—Si. —asiento. Él repite mi asentimiento y luego se da la vuelta y camina hacia mi balcón. Abre las puertas de éste y luego se detiene parado en medio de ellas. 

—Bien. —dice observándome desde su sitio. 

—Bien. —repito con los brazos cruzados. 

—Entonces me voy. —no sonríe pero sé que está ocultando una sonrisa.

—Entonces te vas. —no me muevo y me niego a sonreír. ¿Se piensa ir sin… besarme? Agh. 

— ¿Pasa algo, muñeca? —frunce el ceño y cada vez es más notoria su sonrisa. ¡Sabe perfectamente lo que hace! Veo que le encanta torturarme de esa forma. Lo que quiere es que le pida que me bese pero no lo haré. 

—No. —miento. —Te veo más tarde. 

Me doy la vuelta con un poco de dignidad femenina aunque por dentro me muera porque me bese y doy dos pasos hacia el frente cuando siento que mi corazón da un vuelco.

Mi cuerpo se detiene sin poder controlarlo y mis tacones dejan de tocar el tapete. Me quedo sin aire y experimento una sensación similar a la de subir a una montaña rusa, llegar a la cima y observar toda la ciudad antes de descender en caída libre sujetada por sólo unos cinturones de material mecánico.

Ese hormigueo frenético que se desprende desde la punta de mis pies hasta mi cuero cabelludo me llena, soy jalada hacia atrás por fuerzas que no comprendo mientras que no toco el suelo, todo es adrenalina y en cuestión de tres segundos choco contra el cuerpo de Justin y él me atrapa con sus dos brazos por la cintura, rodea rápidamente mi estómago y se apodera de mi cuerpo. Suelto una bocanada enorme de aire y mi piel quema, él me baja con la fuerza de sus brazos y me hace pararme sobre el tapete de nuevo. Aún está abrazándome por detrás y yo respiro agitadamente, no puedo creer lo que acaba de hacerme, realmente me elevó en el aire y me atrajo hasta él. Yo creí que ya no podía. ¿Me mintió? Pienso en tantas cosas y apenas puedo respirar.

—Respira. —susurra contra mi pelo. ¿Respira? ¡Claro, como a él no lo acaban de arrastrar en contra de la gravedad! Estoy recobrando el aire cuando me da la vuelta con sus manos y quedamos cara a cara. Me presiona contra su pecho y yo aún trato de asimilar con susto lo que hace. —No creíste que me iría sin besarte, ¿O si? —pregunta. 

—Yo… —respira, demonios. La sensación es horrible, no puedo ni imaginar lo que sintió Mathew cuando Justin le hizo lo mismo. —Dijiste que ya no podías controlarme. 

—Dije que ya no podía impedirte moverte ni hacer que no hablaras. Nunca mencioné que aún podía elevar cosas y personas en el aire. —sonríe orgulloso. 

— ¿Eso te causa gracia? —niego con la cabeza e intento zafarme de sus brazos pero su fuerza es claramente superior a la mía y no me lo permite. —Sentí horrible. Sentí que me caía desde muy alto. No quiero que vuelvas a hacerme eso a mí, apenas podía respirar y…

Y me calla con un beso tal como me lo había advertido cuando llegó. Su mano izquierda alcanza mi nuca y parte de mi cuello. Sus labios presionan fuerte sobre mi boca y su exquisito sabor vuelve a hechizarme al igual que su aroma y su manera de acariciarme cuando me besa.

No me muevo ni lo toco, me quedo tal como estoy pero a él parece no importarle porque aún así se apodera de mis labios y me deja en claro que puede callarme y volverme loca cada que él lo desee.

Oh… y valla que puede.

Maldita sea, soy pura sensación y cosquilleo cada que lo hace. Se separa lentamente y me mira, sonríe y vuelve a besarme fugazmente, no estoy en condiciones ni para apartarme ni para reclamar. Vuelve a soltarme pero sonríe de nuevo y planta otro cálido beso. 

—No te enojes conmigo. —pide, y ya no es sorpresa que vuelva a besarme. Ninguno de sus besos ha sido correspondido y no le he abierto paso a mi boca pero aún así la sensación ha sido magnífica con el simple hecho de sus labios sobre los míos. —Por favor.

¿Enojarme? Si, me enoja ser tan débil ante él. Me observa sin apartarme la mirada y me quedo seria e inexpresiva. 

—Sonríe. —solicita. Me pongo más seria aunque temo caer otra vez. —Sonríe muñeca, sonríe.

—No. —digo fría, aunque, maldita sea, creo que estoy a punto de sonreír. 

—Sonríe. Eres más hermosa cuando lo haces. —pide acariciando mi mejilla. ¡Agh! Estoy perdida por él y sus malditos halagos conquistadores. No puedo evitar que una sonrisa no-solicitada aparezca en mi rostro y me haga perder el orgullo que me quedaba. Él sonríe ampliamente cuando lo hago. —Así. —asiente y me da otro beso, esta vez en la mejilla. —Te veo después de las doce. 

Simplemente asiento porque no se me ocurre algo para decirle. Estoy demasiado perdida en todo lo que provoca en mí en tan pocos segundos, con tan pocas palabras, con tan pocos besos.

Me suelta y camina hacia atrás lentamente, llega al borde del balcón y con una sonrisa de soy-inocente-y-muy-sexy da un brinco hacia abajo y una punzada me atraviesa cuando lo hace. Mierda. Corro hasta ahí y me asomo hacia abajo pero él está parado como si nada sobre el césped.

Pues claro... olvidé sus superpoderes de superchico.

Niego con la cabeza y él me sonríe y me hace una señal de adiós con la mano. Lo veo correr hasta salir de mi patio y alejarse y doy un suspiro. ¿En qué momento logró volverme completamente loca?

Twitter: @biebaslovers

Desde el más allá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora