El lunes diecisiete lo siento llegar sumamente lento y desagradable.
Mi fin de semana fue prácticamente el peor de mi vida, —Intendentes muertos y hombres apareciendo y desapareciendo no son una buena combinación—, y el domingo me la pasé todo el día encerrada en mi habitación sin ganas ni necesidad de comer nada, mamá no se dio cuenta de que sólo me comí una manzana en todo el día porque estuvo en su trabajo desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche.
Cuando resbalo mis pies por los pasillos de la escuela buscando a Roger con la mirada una extraña sensación invade mi estómago, pero sé que no es porque no comí ayer sino porque todo el mundo está mirándome. Supongo que alguien ya les contó lo ocurrido el sábado cuando el intendente murió y yo era la única persona con él. ¿Me creerán sospechosa o algo así? Valla estupidez, yo estaba tan asustada como ellos al enterarse cuando lo vi así tendido en el suelo. Simplemente los ignoro y continúo firme en mi camino cuando la figura de Matt viene directo hacia mí en el fondo del pasillo. Como ya no tengo salida para encontrármelo cara a cara me giro, voy de reversa por donde vine pero su aguda voz me reprende.
— ¡Meredith!
Lo ignoro, pero por más que intento ser veloz él se para junto a mí y sigue mi paso.
—Meredith, por favor, necesito hablar contigo, he querido hacerlo todo el fin de semana y no respondiste a mis llamadas. —Su tono es suplicante pero yo no le dirijo ni una sola mirada.
—Por favor, escucha lo que tengo qué decir, sólo serán cinco minutos.
No puedo evitar reírme ante sus comentarios tan cínicos.
—Qué lástima. —Respondo deteniéndome junto a mi casillero. —No creo tener algo que escuchar después de la escenita que vi. Anda a revolcarte con otra a otro lugar, a mi déjame en paz.
—Bien, pues entonces me hincaré aquí frente a todos para pedirte perdón.
Se agacha colocando una rodilla sobre el suelo y me quedo sin habla. Algunos empiezan a voltear curiosos y cuando él está a punto de dar un sermón de novio-infiel-pero-arrepentido yo lo tomo por la camisa y lo jalo para que se levante. Sin decirle nada sujeto su brazo y casi lo arrastro hasta que llegamos al campo trasero de la escuela, el cual a esta hora está vacío.
— ¿Cómo se te ocurre hacer semejante tontería? —Mi tono es casi un grito.
—Te juro que estoy tan arrepentido, no sé como caí en las redes de Fanny… Mer, tú eres todo para mí desde que te conocí. ¿Cómo no puedes ver eso? Nunca te he demostrado lo contrario, sé que cometí un grave error pero estoy dispuesto a repararlo… te lo juro… —Se detiene y creo que sus ojos se tiñen brillosos por lágrimas ocultas, pero no me importa, quiero que sufra como yo sufrí al verlo. — ¿Mer? Por favor, yo te amo.
Toma mi mano y lo suelto inmediatamente. Me alejo unos pasos de él y luego empiezo a caminar por en medio del campo de césped, sí, quizá me veo ridícula pero necesito pensar, y además necesito que no vea que estoy a punto de llorar otra vez. ¡Mierda! ¿Por qué sigue afectándome? Él me sigue por detrás.
—Mer, ¿A dónde vas? —Pregunta, pero no le respondo y sigo caminando sin rumbo. —Si tan sólo me dieras otra oportunidad yo podría…
— ¿Qué cosa? —Pregunto deteniéndome frente a la cerca que protege todo el campo. — ¿Podrías engañarme otra vez y lastimarme, y además ir a no sé qué lugares con tus primos a mis espaldas? —El nudo en mi garganta aparece fugaz pero me niego a dejarle hacer presencia con lágrimas inútiles.
— ¡No! ¡Yo nunca te mentí sobre lo de mis primos! —Grita sobresaltándome. — ¡Si, te engañé, pero te estoy pidiendo otra oportunidad para repararlo todo! ¡Sólo quiero que estemos juntos otra vez!