La mañana del trece de diciembre me encuentro sentada en las gradas del enorme campo trasero de césped de la escuela. Roger está junto a mí y estamos viendo cómo los jugadores de fútbol americano, —entre ellos mi novio—, practican para su competencia de fin de cursos contra otra escuela de la zona. Con suerte hoy no está lloviendo pero el cielo es nublado, el aire frío y una neblina tenebrosa que se extiende por encima de la ciudad. Precisamente por ese motivo las porristas también ensayan su rutina y sus frases de apoyo para el equipo. Todas con cuerpos esculturales y caras bonitas se mecen de un lado para otro al ritmo de la música, bailan, dan sus mejores pasos y buscan cualquier motivo para coquetearles a los jugadores aunque se trate de una simple mirada. Las tengo en la mira, por supuesto, sobre todo porque Mathew es el capitán y el que considero más atractivo. Como felizmente mi sándwich de pollo y Roger bebe un Monster Energy verde.
—Somos como dos polos opuestos. —Digo sin quitar mi vista del campo. —Yo siempre como sanamente y tú eres todo lo contrario. Yo siempre hago lo correcto y tú eres todo lo contrario. Yo siempre entrego los trabajos y tareas y tú eres todo lo contrario. A veces me pregunto cómo somos mejores amigos.
—Es por eso, duh… —Me da un zape y gruño dándole un golpe en el hombro. —Si fuéramos iguales no habría nada de qué hablar.
—Pero eres tan… —Lo veo a la cara y él encuentra mi mirada. Frunce el ceño y le da otro trago a su Monster. —Anormal. ¡Deja de beber eso!
Intento arrebatarle la lata pero él se inclina hacia atrás y estira su brazo lo más alto que puede, a pesar de eso continúo forcejeando en su contra y tratando fallidamente de quitárselo.
— ¡Roger, te hará daño! —Digo sin poder evitar reírme porque él también lo está haciendo. Él hipócritamente le da otro trago tan ágil y rápido que me hace reír más. ¿Cómo no puedo arrancárselo de las manos? — ¡Dámelo, dámelo, es veneno!
Me paro y tengo más facilidad para alcanzar su brazo pero a pesar de eso no suelta la bebida. Me pego a él y de pronto me toma de la cintura, empieza a empujarme para atrás, —sin soltarme—, sólo para asustarme y fingir que caeré mientras ambos reímos pero cuando lo hace varias veces un grito fuerte y ronco nos hace callarnos.
— ¡Hey, imbécil! — Grita e inmediatamente reconozco la voz de Matt. Me quedo paralizada y ambos volteamos hacia atrás. Él se ha quitado el casco que lleva en la cabeza y lo avienta al suelo. Todos sus compañeros de equipo lo siguen por detrás y Matt empieza a subir apresuradamente las gradas. Me separo fugazmente de Roger y siento un miedo vibrar en mi interior. — ¿Vas a quitar tus manos de mi novia o te enseño a hacerlo?
Oh, no, no, no. Nunca lo vi tan enojado. Sus venas se marcan en su cuello, su piel blanca luce roja, sus ojos azules saltados y su cabello rubio está despeinado.
—Matt, nosotros sólo estábamos… —Intento hablar pero él me lo impide. Llega hasta nosotros, me toma del brazo y me jalonea hasta que quedo detrás de él.
— ¡Responde, marica! —Grita Matt mientras todos sus amigos, porristas y nuevos espectadores observan muy de cerca. Siento mi pulso acelerarse, esto no puede estar pasando.
—Estaba bromeando con ella. —Responde Roger poniéndose de pie y sin dejarse intimidar. Tira su lata vacía de Monster frente a él y luego la pisa con facilidad haciéndola pequeña. Mierda. —No es mi culpa que mi mejor amiga tenga a un hijo de papi como novio. Me alegra no ser como tú.
Los pómulos de Matt se aprietan y yo estoy prácticamente hecha una estatua.
— ¿Repítelo? —Solicita Matt dando un paso al frente. Roger sonríe.
—Que eres un lanza pelotas presumido que engaña a mi amiga a sus espaldas y que sólo ladra pero nunca muerde. ¿Qué clase de perro eres? ¿Pitbull? ¿Doberman? ¿Rottweiler?
—Despídete de Meredith —Es lo último que Matt dice antes de cerrar su puño y lanzar su primer golpe directo a su cara. Roger lo esquiva y lanza uno también, luego el terror se apodera de mí, no puedo permitir que esta pelea suceda así que me meto entre los dos, recibo empujones pero no me importa.
— ¡Deténganse, deténganse! —Grito histérica, pero me ignoran y de pronto Matt jala a Roger por la camisa y lo arrastra hacia abajo de las gradas. Trago saliva y corro detrás de ellos, toda la multitud se pone en círculo a su alrededor y yo siento la sangre hervir en todo mi cuerpo. Nunca había estado tan confundida y sorprendida. “Que engaña a mi amiga a sus espaldas” las palabras gritadas por Roger punzan fuerte en mi mente, en mis sentidos, en mi corazón. ¿Es cierto? No puedo pensar claro, no sé si lo dijo por coraje o porque él sabía una verdad que yo no. — ¿Qué demonios les pasa a los dos? —Grito lo más fuerte que puedo pero es tarde. Ellos están dando vueltas de un lado para otro en el césped y cuando se detienen Roger está por encima, una lluvia de golpes por parte de ambos los daña no sólo a ellos sino también a mí. Siento la bilis arder y subir por mi garganta. — ¡Que paren!
Pero es como si yo no existiera. Los gritos de apoyo, ignorancia y diversión de los espectadores los alientan a seguir lastimándose y es suficiente para mí. Niego con la cabeza, las lágrimas brotan en mis mejillas pero no las dejo caer, me giro y corro por todo el campo hasta encontrar las puertas del edificio y entro. No me importa ni qué clase tendré después, voy directamente hacia la salida y asegurándome de que ni el guardia o algún maestro me vean salgo, camino apresuradamente por todo el sendero de cemento y me detengo en la banqueta. Inhalo y exhalo para tranquilizarme pero no puedo, veo la hora en la pantalla de mi celular y veo que aún falta una hora para que mamá venga por mí. Como no tengo saldo ni dinero concluyo que lo único que puedo hacer para volver a casa es caminar. Es como media hora así que no es tanto —creo—. Empiezo a caminar y pensar, caminar y pensar, y entre más pienso en lo que Roger dijo más se me oprime el corazón. ¿Matt me engaña? No losé, y no quiero saberlo. Sabía que ellos se odiaban desde el primer día que se conocieron pero jamás pensé que hubiera algo más que odio inmaduro entre los dos. ¿Cómo Roger puede saber si me engaña o no? ¿Hay un verdadero motivo para que se odien y es ese? ¿Eso significa que fueron amigos alguna vez y yo no estuve enterada? ¿Fueron a alguna clase de fiesta o… club de striptease sin que yo lo supiera? Dios mío, tengo que dejar de pensar en eso. Una lágrima tras otra invaden mis mejillas y odio ser tan sensible. Sigo caminando por la banqueta mientras mi cuerpo se siente frágil y sin fuerzas, quizá no debí venirme caminando. Paso altos y vecindarios tranquilos cuando de pronto una gota de agua cae en mi frente. Y luego otra en mi mejilla. Y otra. Otra. Otra. Volteo hacia arriba y el cielo ha sido invadido por una plaga de nubes negras cargadas de agua que ahora comienza a atacar.
La lluvia se hace presente en sólo pocos segundos y cuando me doy cuenta ya está lloviendo a cántaros de nuevo. Gruño y empiezo a correr hacia adelante cruzando calles y cuidando de que no pasen carros pero la lluvia se vuelve feroz, las gotas de agua son casi dolorosas cuando tocan mi ropa, empiezo a escuchar truenos que estallan en el cielo y me sobresalto. Solo un minuto pasa cuando estoy empapada de pies a cabeza y ni siquiera han pasado diez minutos desde que empecé a caminar.
Volteo a todos lados buscando un lugar donde refugiarme cuando lo encuentro: Grand Avenue. Hace tres días que visité por última vez ese centro comercial porque es el más cercano a mi casa y también hace tres y cuatro días que cometí mis peores desastres. Suspiro mientras tiemblo interior y exteriormente, sólo una calle me separa de la calidez del lugar, pienso y pienso… si antes hice desastres ahí ahora YO soy el desastre que entrará escurriendo agua. ¡Qué vergüenza! ¿Vergüenza? ¿Más de las que ya he cometido ahí? Pronto me corrijo y me rio de mi misma. ¡Qué más da! Si continúo aquí pescaré un resfriado que no deseo tener en épocas navideñas. Cruzo la calle corriendo y cuando me paro frente a las puertas de la plaza me detengo. El sujeto guapo debe estar aquí, él dijo que trabaja y vive aquí. Por alguna maldita razón siento mi corazón acelerarse, pero cuando voy a arrepentirme y a alejarme la lluvia empeora, ahora también es un viento poderoso y rayos cayendo por todos lados. Esta es la tormenta de la que tanto hablaban en las noticias, esta es la tormenta en la que no puedo permanecer ni un segundo más así que me rindo y empujo las puertas del establecimiento empapada, escurriendo, mis dientes titiritando y lo peor de todo… nerviosa por si me lo encuentro de nuevo.
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