Elimina la distancia que nos separa dando pasos veloces hacia mí y en un segundo me atrapa con su boca. Sujeta mi nunca con su mano izquierda y se apodera de mis labios, presiona su brazo derecho en mi espalda y noto, después de tanto tiempo, que es zurdo.
Todas las cosas que hace como acomodarse el cabello, sostener algo —como las rosas de hace un momento—, darme la mano, entre otras, han sido con su mano izquierda y hasta ahora me doy cuenta, aunque creo que no es momento para pensar en ello.
Me deleito con su sabor mezclándose con el mío, creo que es la combinación más acertada de todas. Rodeo mis brazos en su cuello y nuestros cuerpos se juntan completamente, el calor empieza a arropar mi piel a cada toque, mis latidos incrementan y no hay otra cosa que más desee que esto. Su boca sobre la mía es tan sobrenatural como él, se mueve una y otra vez a mis costados probándome, saboreándome, llevándome a niveles de placer desconocidos para mí. Su mano derecha acaricia el hueco de mi espalda y me aferra contra él, apenas siento el poco aire de mi habitación oxigenarnos debidamente. Cada hormona de mi cuerpo brinca de un lado para otro, no puedo controlar mi propio deseo que florece cada que me toca.
—Preciosa. —susurra roncamente cuando se separa de mis labios. Aún tengo mis ojos cerrados y me niego a hablar, quiero besarlo y solamente eso. Vuelvo a chocar mi boca contra la suya más profundamente, él parece sobresaltarse pero no se aparta, no sé que me pasa pero camino hacia el frente empujándolo hacia atrás, sus piernas tocan el borde de mi cama y lo tumbo ahí. —Muñeca. —repite.
"Muñeca" otro apodo que me provoca mariposas.
—Si. —digo cegada por todas las sensaciones que mi cuerpo experimenta.
Mis labios palpitan y añoran su sabor, mi vientre hormiguea salvajemente, mi yo interna y externa lo necesitan desesperadamente. Me recuesto sobre su cuerpo tenso y separo mis piernas a los costados de las suyas, cuando lo hago mi vestido se sube considerablemente y mis tacones caen al tapete dejándome descalza.
Continúo besándolo y pongo mis codos junto a su cabeza mientras acaricio su cabello con los dedos, Justin descansa sus dos manos en el final de mi espalda y no las mueve de ahí. El BUM de mi corazón es frenético y acelerado, todo mi cuerpo vibra como nunca antes. Me muevo un poco más arriba sobre él y cuando lo hago siento el inconfundible bulto en sus pantalones. Dios… una oleada de deseo y placer me inunda, vuelvo a moverme y lo escucho jadear agudamente sin dejar de besarme, estoy loca porque me toque pero no lo hace así que yo misma lo obligo, alcanzo una de sus manos en mi espalda y se la bajo lentamente… muy lentamente hasta que toca uno de mis glúteos.
—Oh, eso no preciosa. —dice separándose de mi boca. Voy a responder pero él mueve sus manos hacia mi cintura y ágilmente me da la vuelta en la cama. Quedo debajo de él y luego me toma por las muñecas y me alza los brazos por encima de la cabeza. Quedo inmóvil, confundida y… excitada.
—Justin. —susurro con mi pecho subiendo y bajando. Él no me suelta y presiona todo su cuerpo contra el mío con dureza. Su calor se impregna en mí, en mí y en todas partes de mí… oh.
—No sabes lo que haces. —dice contra mi boca pero sin besarme. Vuelve a presionar su cuerpo y su masculinidad a mí, tiemblo entera y no puedo evitar jadear, oh, lo deseo tanto… estoy volviéndome loca y no hace nada al respecto. —Te olvidas de que soy humano y también siento. —susurra rozando mis labios.
— No lo olvido… ¿Entonces? —pregunto descontrolada. Él sonríe y niega con la cabeza. Planta un cálido beso que me derrite en la comisura de mis labios.
—Entonces debes parar de calentarme o perderé la poca fuerza de voluntad que me queda.—besa mi comisura de nuevo. — Ese vestido corto ya es demasiado, ahora es un combo contigo provocándome. ¿Entiendes?
—No. Suelta mis manos y bésame. —suplico. Él ríe y luego se acerca a mi cuello. Aspira suavemente un momento y mi piel se eriza, después me besa una, otra y otra vez… oh, ¿Qué diablos hace?
—Creí que… —oh, apenas puedo hablar. Sus besos son demasiado para soportarlos. —Dijiste que no te provocara.
—Si, yo dije eso. —asiente mientras besa mi piel como a un exquisito bocadillo. Oh, por favor, que se detenga o moriré.
—Entonces… apártate. —ruego ahora porque luego será demasiado tarde. Unos segundos y besos después aleja su cabeza de mi cuello y me mira directamente a los ojos. Voy a decir algo pero no lo hago y él tampoco lo hace. Simplemente nos miramos sin decir nada, pero creo que basta esa mirada para decirlo todo. Suspiramos al unísono para recuperar la respiración y, luego de unos segundos, le sonrío y me devuelve la sonrisa.
— ¿Dónde pasarás la navidad? —pregunta sin dejar de mirarme. Estoy tan perdida en sus ojos miel que tardo bastante en responder. — ¿Eh? —sonríe.
—Ah, en… —pienso. ¿Dónde? Ah, si. La fiesta. —Aquí cenaremos y después de las doce iré a una fiesta con mis tíos.
—Una fiesta… —imita mi tono.
—Si. —frunzo el ceño y levanto una ceja. — ¿Quieres ir?
Se queda callado pero sin dejar de sonreír. Voltea para un lado y luego para otro como si buscara algo. Hm… creo que se está haciendo del rogar.
— ¿Qué dirá tu familia después de que tuve el papel del novio rompecorazones? —pregunta inseguro.
—Valla. —me río. —Mathew era peor que tú, ellos te amarán.
Frunce el ceño y su expresión se endurece.
— ¿Mathew? —apenas se traga el nombre. —No me gusta que lo menciones ni que me compares con él. Quiero creer que yo soy el primero y último novio que tuviste y tendrás.
Oh mi Dios. ¿Puede haber alguien más lindo que él? Siento ese no sé qué proveniente de no sé dónde revolotear en mi estómago. Es una sensación tan maravillosa y única que no puedo ni explicar.
—Entonces lo eres. —sonrío.
—Entonces iré a esa fiesta. —finaliza plantándome un beso más en los labios antes de soltar finalmente mis manos.
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