Antes de que pueda decir cualquier otra cosa un jadeo de sorpresa atrás se nos une, suelto a Johnny de los hombros y volteo, mamá está boquiabierta con los ojos como platos y mi tía Carter en un estado exactamente igual.
—Pero… —ella apenas puede captar lo que está viendo, creo que probablemente dude en si es real o no. — ¡Hijo!
Mamá prácticamente corre hacia nosotros y estrecha a Johnny en sus brazos, rápidamente lo jala hacia adentro y yo los sigo, cierro la puerta ya empapada y observo cómo mamá se empapa también pero de lágrimas. Carter acaricia el cabello de mi hermano pero mamá lo hunde fuertemente a su cuerpo, creo que nunca antes la vi tan afectada y emocionada al mismo tiempo.
—Oh Dios mío, oh Dios mío. —repite mamá consecutivamente.
Yo siento ganas de llorar pero ya no sé si es por que mi hermano volvió o por el impacto de lo que acabo de oír sobre Justin. “Van a matarlo” sólo eso se repite, se repite, se repite y se vuelve a repetir en mi cabeza. Las palabras flotan y penetran en mi cerebro, mi estómago, mi corazón, mis sentimientos… de pronto ya tengo lágrimas rodando sobre mis mejillas, no pueden matarlo, nadie puede matarlo, nadie puede quitarme al chico del que me enamoré aunque no sea correspondida por él.
De pronto necesito verlo desesperadamente, sólo espero al momento en que mamá suelte a mi hermano pero no lo hace, me parecen eternos los minutos en que lo abraza y le pregunta cosas mientras él se queda callado.
—Mamá, ¡Necesito hablar con él! —eso ha sido casi un grito. Ambas, mamá y Carter, me miran. Johnny lo hace después de unos segundos, también.
—Todos necesitamos hablar con él. Estaba tan preocupada, creí que te había perdido… —Y después de eso no me importa lo que sigue. Las palabras no se detienen en su boca y sé que no lo harán durante mucho tiempo. Por una parte entiendo que necesite hablar con él, es su hijo, pero si ella tuviera una idea de lo que estoy pasando agradecería que simplemente me diera un maldito minuto con mi hermano.
Por obvias razones no digo absolutamente nada de lo que necesito, Johnny no copera y estoy segura de que no lo hará desde que vi el miedo en sus ojos cuando llegó. Él está demasiado asustado de lo que vio, donde sea que lo tenían, cuando sea que Justin lo salvó. Presiento que no me dirá nada al respecto así que, decidida pero temblorosa, me doy la vuelta y salgo de mi casa sin sorprenderme de que mamá no me pregunte hacia dónde voy, lo cual agradezco.
Quince minutos, ropa empapada y respiración agitada más tarde me detengo frente a la misma puerta roja a la que vine hace cinco días. Inclino mi cuerpo hacia adelante y al mismo tiempo hacia abajo sosteniéndome de mis rodillas, tomo el aire que perdí durante mi corrida y cuando creo que es suficiente doy pasos lentos por el suelo de ladrillo desnivelado hasta que llego.
Siento el notorio cambio de mi palpitar, se siente más fuerte y acelerado que antes, cosa que sólo Justin Bieber podría provocar.
Con un suspiro de nervios toco la puerta y, tal como la primera vez, ésta se abre para mí sin hacerme esperar.
— ¿Ho… la? —trago saliva. No hay respuesta. — ¿Justin? —mi voz refleja cansancio. De nuevo el silencio es mi respuesta así que no dudo en poner un pie adentro. — ¿Justin? —pero entre más hablo más parece haber silencio, es sorprendentemente ilógico que ni siquiera el ruido de las llantas sobre las carreteras se escuche.
Todo es oscuro cuando tengo mi cuerpo completo adentro, no veo nada pero sí percibo un olor extraño; prontamente reconozco que es olor a quemado. No sé si sea posible pero mis latidos tocan mi pecho, suben y bajan como martillos, un miedo grande me recibe con los brazos abiertos, el hecho de que aquí huela a fuego reciente me aterra, pero me aterra más el tan sólo imaginar que dañaron a Justin.
Cuando finalmente encuentro el interruptor dudo un momento, cierro los ojos y contengo las lágrimas y cuando lo empujo hacia arriba la habitación se ilumina y mi corazón se detiene.
Si antes todo era gris, ahora es negro.
La cama ya no tiene forma coherente, la mesita de noche está hecha pedazos contra el suelo, restos de ropa sacada del armario yacen tirados sin color, sin calidez, sólo consumidos por un notable fuego antes presente. La loseta llena de cenizas tiene el color de un devastador incendio, hay un montón de artículos y hojas regados por el suelo ya sin visibilidad ni forma, el baño carece de cortinas, el espejo y el perfume One Million se han ido hacia la deriva.
Aún puede percibirse un diminuto calor rondando el lugar, el olor penetrante de madera y fuego invade mis fosas nasales, la pérdida de una vivienda completa se cierne a mí alrededor.
Incapaz de hablar ni caminar me pego contra la pared negra, me forzo a no llorar, a ser fuerte y a pensar en que él está bien. En algún lugar en su dimensión o en alguna otra, en cualquier lugar de la ciudad ya sea conocido o desconocido para mí, sólo ese deseo invade mi mente y mis sentimientos, cierro fuerte mis ojos y le ruego a Dios por su bienestar y nada más que eso.
Por lo que veo no hay restos humanos, eso me alivia pero al mismo tiempo me asusta, es desgarrador el tan sólo pensar en que lo tienen y lo matarán. Estoy desesperada y apenas noto cuando rasgo la pared con mis uñas casi rompiéndolas, una que otra lágrima se me escapa mientras mantengo las demás atoradas en mi pecho, el dolor es un poquito más insoportable a cada segundo silencioso.
—Justin. —susurro mirando hacia arriba, mi voz temblorosa. —Por favor, si me escuchas, si estás en tu dimensión, tu refugio, donde sea… —ya me es imposible contener más agua en mis ojos, un llanto calmado pero estrictamente duro me aprisiona. —Vuelve. Tengo miedo, tengo mucho miedo. —Mi voz es pequeña y débil… más y más débil… —Sólo vuelve y dime que estás bien… no me dejes.
Me deslizo contra la pared y apoyo todo mi peso en la base de mis pies. Pronto estoy sentada completamente contra el suelo y mantengo mis brazos aferrados a mis piernas en un gran auto-abrazo, continúo llorando y sacándolo todo con furor: tristeza, confusión, necesidad, miedo, amor…
Nuevamente cierro mis ojos para pensar a oscuras, pero es entonces, inesperadamente y como un rápido flash invisible, que resbalo de la orilla de una soga y caigo hacia un vacío sin fondo en un viaje ya conocido y vivido antes.
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