Capitulo 48.

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Hago lo que me ordena sin dudarlo ni un segundo, pongo mis piernas a máxima velocidad y corro hacia adelante sintiendo el pasillo irracionalmente más estrecho que antes, la presión se extiende en el aire y se me dificulta mantenerme en mis cinco sentidos, atrás de mí escucho golpes y la curiosidad me mata, antes de avanzar más lejos termino por voltear fugazmente y veo cómo Justin corre hacia Zidane y sin siquiera tocarlo lo eleva hacia el techo a una velocidad tan rápida como la luz, éste golpea contra la madera de arriba pero no cae de vuelta, se mantiene en el aire y pronto Justin hace lo mismo, paso de tener los labios entreabiertos a abrir la boca completa cuando Zidane da un rápido giro a su cuerpo y en un simple parpadeo se ha convertido en murciélago.

Pongo una mano sobre mi boca para no gritar, él vuela alrededor de Justin y éste último lo persigue por detrás, me paralizo cuando le lanza una bola de fuego y el murciélago lo esquiva con audacia, pero me paralizo aún más cuando Justin nota mi presencia.

— ¡Dije corre! ¡Vete ahora! —grita enfurecido provocándome escalofríos.

Estoy completamente temblando cuando me doy la vuelta para seguir corriendo, el murciélago vuela emitiendo su sonido de ecolocación y se acerca como un cohete hacia mí. Esta vez no volteo porque sé que se acerca, muevo mis brazos al ritmo de mis piernas y centro mi vista al pasillo frente a mí y sólo a eso.

El sonido se acerca más en mi dirección y veo las sombras de Justin y el animal reflejarse débilmente en el suelo apenas perceptible. Quiero gritar pero me controlo, corro, corro, corro más cuando de la nada siento una fuerza de calor rozar mi cuerpo, luego otra, volteo a mi derecha y observo el impacto de una bola de fuego contra la pared que al segundo se desvanece en el aire dejando sólo pequeñas cenizas.

Mierda.

Arriba de mí el murciélago revolotea huyendo y Justin le sigue lanzando fuego fallidamente, de pronto el ave se sitúa en mi camino y me hace tropezar. Caigo al suelo pero inmediatamente apoyo mis manos, levanto la cabeza y una de las bolas de fuego alcanza al animal pero no lo derrumba, sólo abre el hocico mostrando sus dientes colmilludos y soltando un sonido desgarrador para después volar hacia otro lado a mis espaldas.

Tan pronto como se va empiezo a correr de nuevo y voy dejando todo el ruido atrás, desesperada por encontrar una salida meto más presión a mis piernas y empleo una velocidad pocas veces usada, o más bien, por primera vez. Después de lo que parece una eternidad visualizo una larga puerta a unos metros y agitada llego, la empujo pero no funciona, la jalo forzadamente y con éxito ésta se abre para mí, salgo y avanzo sólo cinco pasos antes de pararme en seco. T

rago una bocanada de aire cuando me doy cuenta del escenario en el que me encuentro.

Estoy al aire libre.

Frente a mí hay NADA.

Agacho mi cabeza lentamente y tiemblo cuando veo un precipicio oscuro muy parecido al que caigo cuando Justin me controla, pero éste es diferente; es de roca por los costados y abajo no logro ver nada pero, curiosamente, me da la sensación de que sí tiene fondo.

Me alejo cuidadosamente de la orilla y me giro de frente hacia la puerta por la que acabo de salir. Mi sentido de la lógica desaparece cuando me encuentro directamente con un castillo. Es de piedra caliza café y es tan alto que tengo que levantar mi cabeza hasta más no poder. Cuenta con la puerta de madera gigante y es levantado por tres torres, dos a los costados y una en el centro y en el punto más alto que hace juego con la neblina que ronda alrededor.

Cada torre tiene una ventana abierta y me da la horrible sensación de que alguien está observándome desde cada una de ellas. Dejo de mirar arriba y camino hacia lado izquierdo primero para ver si puedo encontrar algún tipo de puente o algo para escapar pero cuando llego al final de la roca solamente me encuentro con más vacío.

Asomo mi cabeza en la punta y no hay nada, voy hacia la derecha repitiendo mi procedimiento pero tampoco hay otra cosa que no sea un profundo hoyo negro. El castillo parece estar en medio de la nada sostenido únicamente por un fuerte de roca, a los cuatro costados hay pura oscuridad y más allá de lo que puedo ver frente a mí sólo hay tenebrosa neblina.

Mi sentido común me dice inmediatamente que este lugar no es real, no hay manera alguna de que exista en el mundo un sitio como este, probablemente sea la cuarta dimensión de los enviados del Diablo.

¿Cómo pretendía Justin que yo saliera de aquí? Con el corazón acelerado y apenas recuperando la respiración me paro frente a la puerta sin saber qué hacer, intento calmarme pero soy interrumpida por un azote proveniente de adentro, ni siquiera me da tiempo de voltear cuando soy empujada hacia adelante por una fuerza poderosa y antes de que resbale hacia el vacío unos fuertes brazos me atrapan y me elevan por los aires, rápidamente la cabeza de Justin se apoya contra la mía, su torso se pega a mi espalda y a pesar de lo horrible que se siente volar, me siento protegida, segura, a salvo.

Atrás, una plaga de murciélagos sale por la puerta y vuelan en nuestra dirección aleteando velozmente. Quiero gritar pero no tengo el aire suficiente para hacerlo.

—Sujétate fuerte. —pide Justin, y lo siguiente que veo es pura y total oscuridad en una caída libre hacia la nada.

-

Doy un respingo acelerado y mis ojos se abren a la par. Estoy sentada en el suelo de la habitación quemada de Justin tal como lo estuve hace… ¿Unos segundos? ¿Minutos? ¿Horas?

Nada es claro en mi mente pero el miedo aún me recorre, todo el aspecto negro del lugar es exactamente igual a excepción de una cosa; Justin está parado frente a mí.

Mi respiración aún es tan acelerada que no puedo hablar, respiro varias veces y él me observa detenidamente desde arriba hasta que extiende su mano en mi dirección.

—Levántate. 

Alzo mi cabeza y nuestros ojos se encuentran en medio de la débil luz de la tarde que entra por la puerta abierta, la lluvia aún golpea afuera con fuerza y mi ropa aún empapada por mi anterior camino hacia acá se pega a mi cuerpo.

No tomo su mano y me levanto por mí misma, me quedo parada sin decir nada, solamente recuperando el aire perdido. El silencio nos invade a ambos, la lluvia es nuestra música de fondo, nuestros latidos son el coro.

— ¿Fue una pesadilla o fue real? —pregunto, refiriéndome a lo que acaba de suceder. Él se tarda un suspiro en responder.

—Desearía que una pesadilla, pero fue tan real como lo que estoy a punto de hacer. 

— ¿Qué? 

Pero no me deja si quiera respirar, decidido y firme busca mi boca y la encuentra apoderándose otra vez de mí, de mis defensas y mi corazón.

Twitter: @biebaslovers

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