Capítulo 13

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Tory tomaba su desayuno muy tranquilamente en el comedor, cuando una sombra interrumpió su paz. Sabía a quién pertenecía, pero no por ello iba a preocuparse. Llevó un vaso de leche a su boca y bebió.

—Explícame por qué razón golpeaste a Sasha —dijo sentándose frente a ella. Ocupando el asiento de Grecia. Él parecía tranquilo.

—Pregúntale a ella.

—No, quiero que tú me digas y dejes este jueguito porque me está cansando —y agitó las manos al aire, como si con eso explicara lo que con palabras no podía decir.

—No tengo idea de lo que me hablas —y siguió engullendo la comida que tan amarga le sabía.

—Deja de comportarte como cobarde y habla de una vez —los ojos de la morocha se achicaron y sus mejillas se volvieron rojas por contener la respiración. Respiró profundo.

— ¡Me importa un carajo lo que pienses de mí! ¡No soy una cobarde! Y sí, la detesto como no tienes idea. No sé por qué y tampoco es como si me importara. No voy a dejar que me pisoteen, sea quien sea —tomó una pausa para respirar con normalidad—. Me llamó zorra en frente de ti, y no fue el único insulto que me dirigió —y añadió más tranquila—. Además no volviste a la sala.

— ¿Estabas celosa? —dijo ignorando su discurso—. ¿Desde que vino? —con el rostro en una mueca. Estaba confundido.

—Que te importa —interrumpió con brusquedad y se dio la vuelta. Sintió como la levantaban y en un instante vio el suelo cerca. La llevaba colgada del hombro—. ¡Bájame!

Caminó apartando a los chicos que se amontonaban rodeándolos a esperas de una pelea, o en caso de los chicos, de parar lo que podría convertirse en una muy mala jugada para la chica. Lo que muy pocos notaron fue que en el ambiente rondaba un sentimiento tan fuerte como para alterar brevemente los móviles.

Zia en su mesa inclinaba su cabeza y veía con el ceño fruncido a la pareja que salía del comedor. Su mano descansaba sobre la de Zet, deteniéndole. Justo después de hacer lo mismo con sus demás amigos que deseaban acercarse, pero ella mejor que nadie sabía que en ese asunto nadie debía meterse, no por lo pronto.

Sam la arrojó dentro de la fuente.

—Eso te enseñará que si me importa, tonta. Me importa porque me gustas —dijo haciendo que los ojos de la morocha se entristecieran.

—Tú no dijiste nada.

—Me quedé sorprendido, ella no es como la niña dulce que recordaba. Después me dijo que solo quería jugarte una broma y le creí. También que quería ser tu amiga y tú la insultabas. Sé que no me porté como debería —y se sentó en el muro de la fuente. Y la chica lo abrazó por atrás, la sonrisa del chico duró poco pues tiró de él.

—Y eso te enseñará a ti a no ser tan idiota —dijo saliendo. Sam se levantó tan pronto como pudo.

Y la jaló del brazo para darle vuelta y besarla. Sus brazos la sostuvieron con fuerza para que no se fuera. La muchacha lo golpeaba para que la soltara, pero él no cedía con ninguno.

—Sepárense —dijo Igor llegando a la escena—. Tory ve a cambiarte y luego a mi oficina —dijo en un tono que la chica nunca había escuchado. Una orden sin adornos ni suavizantes. Cuando se hubo marchado observó al chico—. No pareja, no besos, no trabajar juntos, no respirar juntos o me veré obligado a sacarla de tu equipo.

— ¿Qué?, ¿por qué? —dijo con el rostro desencajado por la amenaza—. Ninguna regla prohíbe las relaciones entre compañeros.

—Ayer peleó por tu causa, la noto más distraída y se desvela en las noches contigo y puedo seguir enumerando todo el día. Y la causa importante: Soy su instructor y puedo ubicarla donde mejor me parezca —dijo dándose la vuelta e ignorando las quejas del chico.

Cielos OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora