Capítulo 2

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No se veía nada, bien podría haber sido un gato, su ceño se frunció y dio pequeños pasos con dirección a este. La luz de los faroles no le permitía ver abiertamente el cielo. Al igual que el anterior, no se veía a nadie por allí, como si las personas cerca de ella se hubieran puesto de acuerdo para alejarse. Pero para alejarse ¿de qué?, ¿o de quién?, se preguntó la morocha mientras su mente debatía si ir a ver qué sucedía o no.

No quería volver a meterse donde nadie la llamaba. Solo quería saber qué sucedía, seguro no era tan peligroso como para tener miedo. Dudaba y su cuerpo parecía entenderlo, porque no podía moverse, ni hacia atrás o hacia delante.

Escuchó muy tarde las pisadas de alguien que corría en su dirección. Cuando su cabeza viró, vio como un joven se le acercaba a prisa. Era el mismo con quien se tropezó en la salida de la fiesta.

Trató de retroceder sin embargo sus piernas flaquearon y no pudo más que quedarse inmóvil a la espera. Él la tomó de los brazos y la jaló sin dejar de moverse. Tory sintió como su cuerpo dolía y sus piernas se entumecían, el lugar por donde la tomaba le dolía a tal magnitud que tuvo que correr también para no terminar sin aquella parte de su cuerpo.

Se tropezó en unas revistas que había en el suelo y calló.

—Levántate, no tenemos mucho tiempo —dijo el pelinegro tendiéndole los brazos—. Tienes que acompañarme.

—No quiero ir contigo —dijo dedicándole una mirada suplicante.

—Estas en peligro... —se agachó a su altura.

— ¿Por qué estaría en peligro?, ¡mientes! —el chico no pudo contestarle.

Una bala impactó exactamente en el centro del espacio que había entre sus rostros. Los muchachos voltearon al callejón desde el cual vieron a unos cinco policías apuntando y avanzando despacio hacia ellos.

A Tory solo le bastó ver eso para impulsarse con toda su fuerza y correr de la mano del desconocido. Se adentraron en la calle principal para luego ir a una secundaria, siguieron corriendo, aunque a lo lejos ya no se escuchaban más pisadas. En uno vieron que un edificio tenía una pequeña puerta por la que podían subir.

—Tu primero —él se quedó hincado de un solo pie para poner sus manos, ella apoyó un pie en sus manos y saltó. Al otro lado había un camino a un estacionamiento.

El muchacho aterrizó después, pero al poner primero el pie izquierdo, se lo dobló y cayó junto al portón. Escucharon gritos de los policías que los perseguían. La muchacha le tendió una mano para que siguieran corriendo, pero él la jaló y quedó sentada cerca.

Se quejó por golpearse pero él le puso una mano sobre la boca. No debían dar rastros de su presencia para que no los atraparan. Los policías pasaron sin percatarse de ellos. Y al llegar al final del callejón se dividieron para poner encontrarlos.

Tory se soltó con un movimiento brusco, se levantó y le quedó viendo con rostro serio.

—Más vale que comiences a explicarme todo este asunto ahora mismo —el joven suspiró y también se levantó, ella subió su rostro para demostrarle que su gran altura no la intimidaba—. Y cuando digo ahora no bromeo.

— ¿Qué rayos quieres que te explique?, ¿que me doble una pierna y fui perseguido por salvarte?Estaba buscando a una chica y por lo visto se la han llevado,  no sé dónde dejaste tu móvil, pero déjame decirte que pienso reportarte —y al voltear a la joven vio un rostro de total confusión—. Eres empática, ¿lo olvidaste?

El mareo volvió multiplicado por cien, detuvo su cuerpo en la pared y se quedó allí hasta que su cerebro logró normalizarse.

— ¿Qué significa eso? —la mano del joven fue a dar bruscamente a su frente y resopló.

Cielos OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora