El hombre frente a sus ojos era en apariencia, igual a como lo recordaba. Su zapata bien recortada y su cabello negro a la antigua. Llevaba puesta una chaqueta de cuero y unos lentes.
—El consentido de Alain. ¡Qué suerte la nuestra! —les dijo a sus hombres y estos rieron.
El hombre retiró los lentes. Sus ojos eran iguales a los suyos. Eran como una réplica de sí misma, solo que en otro sexo y de mayor edad.
—No me da miedo.
—Por supuesto que no —ironizó.
—No me da miedo un hombre que necesita tanta protección —dijo Sam con seguridad.
—Pero sino es protección. Déjame contarte, venimos de una crucial misión, muy parecidas a las tuyas. Pero... —aspiró el aire—. Veo que traes a otro mentiroso contigo.
— ¿De qué habla?
—Sí, huele a mentiroso —se acercó a Tory y por fin sus ojos se conectaron, los del hombre se abrieron grandes al reconocerla—. Jiall —y tomó su rostro entre las manos—. Tan bonita como te recuerdo —dijo extasiado.
— ¡Aléjese de ella!, la confunde con alguien más —murmuró con temor de que se ensañara con ella.
— ¡No! Yo te nombré —dijo dirigiéndose a la chica—. Tu madre no quería que te pusiera así, pero afortunadamente el hombre del registro se equivocó con la escritura. Ella quería ponerte Jill, no nos gusta ese nombre, ¿cierto?
El rostro del morocho se mostraba confundido y ni hablar de los otros dos chicos.
—Miente —sentenció Sam. El hombre se acercó a él.
—No miento. Además cómo sé que tu amiga, Jennifer, está prisionera.
— ¿Dónde? —le exigió Tory.
—Míralo tú misma —y le tendió un mapa donde señalaba un edificio del gobierno
— ¿Qué está sucediendo? —gritó Sam.
—No te lo contó —dijo mirando con reproche a la chica que solo lo veía con temor—. Es mi hija —el chico retrocedió un paso y la quedó viendo dolido.
— ¿Es cierto? —pero la morocha no pudo contestarle y agachó su cabeza.
—Una manipulador, una muy buena imagino. Pero vamos al punto que me interesa. Voy a hacerles un favor, voy a dejarlos ir con vida, pero mi hija se queda.
—No voy a quedarme con usted—dijo Tory con firmeza.
—Como decía —ignorando a la chica—. Deberán recordarle a Alain que este es mí territorio. Que no vuelva a mandar chicos o desaparecerán como los otros —dijo sonriendo maliciosamente.
—De acuerdo.
—Pero, Sam —le susurró Kim.
—No podemos dejarla —concordó Oliver.
—Claro que podemos. Nos vamos —dijo dándose la vuelta y empujando a los chicos. Ellos le dirigieron una mirada de culpa y dolor antes de seguir al furioso chico.
—Es mejor así, hija. No son buena compañía —dijo sonriéndole. La chica continuaba sin poder reaccionar, en su pecho, el agujero creció, pero esta vez, no la ahogó sino que comenzó a absorberla desde dentro.
Los vio desaparecer entre la multitud y lloró en silencio. Las lágrimas se deslizaban hasta su pecho donde morían. En una de las esquinas solitarias reconoció a un chico, este encendió su moto, sin que los demás se dieran cuenta.
ESTÁS LEYENDO
Cielos Oscuros
ActionLa tierra ha cambiado en los últimos 16 años. Una raza nunca antes vista ha surgido de la nada, son fuertes y repelen las balas, difíciles de matar y capturar. Los llaman monstruos porque no pueden controlar...