Capítulo 10

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 —No sé cómo asciendes tan deprisa, seguro ningún instructor te aguanta —dijo Igor al verla entrar a su oficina.

—No, no suelen ser malhumorados —respondió sonriendo. Él la ignoró para hablar de lo que en realidad le interesaba.

—Vas a recibir todas tus clases con los de veintitrés. A excepción de historia, en la que continuarás con los de veintiuno —dijo indicándole que se sentara junto al escritorio—. Eres un verdadero asco en ella, así que te busque ayuda.

La puerta se abrió dejando ver a Zet quien entraba con paso tranquilo y sin molestarse a llamar.

— ¿Nos vamos?

—Claro —dijo levantándose y yendo hacía él. Salieron y buscaron una mesa desocupada en medio de un salón vacío.

—...Y tres meses después encontraron la diferencia entre su sangre y la nuestra. Creen que somos débiles a esa edad, pero sabemos que son débiles porque son empáticos. Mandaban agentes en cuanto eran reportados casos. La mayoría han sido falsas alarmas ya que los científicos descubrieron que el insomnio antes de los ocho no tiene nada que ver con ser nósdico o no, pero a los humanos no les interesa, solo hacer creerles a su nación que están seguros —dijo Zet explicándole el incidente—. Ahora dime los nombres de los senadores implicados.

—Melissa Bronx, Hilary Mason, John Peterson, Gemini Johnson y... ¡ah!, no puedo recordarlos —gruñó—. Los vamos repasando cuatro veces y no puedo recordarlos.

—Es porque te distraes mucho. Y dame ese móvil —dijo arrebatándoselo de las manos—. Sigamos con él, dime quién es el inventor de nuestro argot.

—Rachel Lee y Diego Blas, en el dos mil siete luego de ser interceptados sus mensajes con otras instituciones.

—Exacto, y quién diseñó la tecnología de los móviles.

—Dylan Marcen y Junior Wood, en dos mil nueve.

—Genial, repasa los demás capítulos, si te aplicas seguro sales con los de mi año —la animó luego de que se levantara con dirección al comedor.

—No hablas mucho —dijo la morocha siguiéndolo. El chico se encogió de hombros.

—Solo lo hago cuando es necesario —y siguió caminando.

Tory se negaba a callarse, le hablaba y le hablaba, sobre cosa importantes, sobre nimiedades, pero él solo le respondía con movimientos de su rostro o gruñidos. Y sonreía en ocasiones.

Una semana más tarde, Tory recibía su clase de historia con los de veintidós

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Una semana más tarde, Tory recibía su clase de historia con los de veintidós. Los chicos se alegraban porque podrían salir juntos. A la muchacha le entristecía dejar a sus dos amigos, ya que a ellos les faltaban años.

Las noches seguían yendo al salón de lecturas, la muchacha para leer un libro y él para acompañarla. Como siempre se quedaban dormidos allí.

— ¿Qué hacen aquí? —gritó Igor luego de entrar al salón y verles dormidos. Juntos y abrazados—. Vayan a sus camas de inmediato.

Cielos OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora