Capítulo 19

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—Es como si la tierra se los hubiera tragado y mandé siete grupos a buscarlos. Debiste llamar en cuanto supiste que eran ellos —dijo Igor. Sus manos cubría el cansado rostro.

—Es que estábamos...

— ¿Quiénes? —interrumpió.

—Digo... estaba muy paralizada, solo pude correr para seguirlos y no recordé llamar hasta que los perdí de vista —pero el instructor ya la miraba fijamente a los ojos. En su interior sintió como el agujero crecía a cantidades asfixiantes—. Aire... aire...

— ¿Qué te pasa? —dijo llevándola a un asiento para que descansara.

— ¡Cómo que qué me pasa?, ¡Intentó ahogarme!, eso es lo que pasa.

—Cálmate, en primer lugar, el único que utiliza esos fastidiosos truquitos aquí es Alain. Segundo, solo traté de darte un poco de culpa.

—Explíqueme entonces cómo es que acabé sin aire en mis pulmones.

—Eres diferente Astoria —y sin añadir ninguna otra palabra, la llevó a su habitación.

En cuestión de segundos la chica cayó en un sueño profundo. Igor tomó su móvil y marcó, no una sino tres veces pero se arrepentía y comenzaba con otro número.

—Marco ven a la habitación de Tory —y colgó.

No necesitaba una negativa por parte del científico. La observó con total atención, por fuera parecía sana y normal, incluso su sangre gritaba normal. Pero no lo era, sus habilidades superaban las expectativas.

—Mandaste a llamar a Marco, ¿por qué? —entró Alain con su porte militar.

—Casi la ahogo —explicó aprovechando que el científico ya entraba.

— ¿Cómo?

—Intenté que me confesara con quién se vio antes del incidente, pero comenzó a toser, incluso sentí su angustia —dijo con la expresión confusa.

—He realizado todos los experimentos que se hacen con nosotros, pero nada es diferente a los humanos, sus cristales son más pequeños, invisibles al ojo. Y su afinidad por las agujas es preocupante —explicó Marco.

—Ya la balearon una vez.

—Zia me lo contó. Sigan buscando, debe haber una explicación.

—Alain, yo... recuerdo sus palabras y hoy creo que sabía de lo que hablaba —y Marco enarcó las cejas sin entender a qué se refería el instructor, por lo que se disculpó y los dejó solos.

—No quiero que sigas pensando que ese loco tenía razón, porque no la tiene. Él deseaba a un monstruo, alguien que cobrara venganza en su nombre. Si lo consigue en Tory, estamos perdidos.

—Estás demasiado cerrado a esa posibilidad, podríamos conseguir mucho con ella, si todo lo que nos dijo es cierto y estará dispuesta a colaborar, podríamos...

— ¿Podríamos, qué?, elaborar un aparato más grande para asesinarnos. Ni se hable del tema —la puerta se deslizó después de que él la cruzara. Era una suerte de que no pudieran azotarse o se habría caído el edificio completo.

Quedó ante el silencio y la soledad de cada día. Sus días como instructor estaban contados, si bien era cierto, amaba permanecer en Paraíso, como lo llamaba Alain, no era lo suyo.

Porque no se puede encerrar a una mariposa en una caja de cristal y esperar a que sobreviva. Porque los seres de naturaleza libre, morirían en el cautiverio.

Salió del cuarto y se dirigió al ala secreta del complejo. Encontró a Cris Adams explorando una pecera. Él permanecía de espalda, pero curiosamente podía sentir el peso de su mirada.

Cielos OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora