Capítulo 4

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Nee... Aizen tou-san?

Capítulo 4

Después de ir a la enfermería con Gin y que le dieran un ungüento para su chichón, Hikari le preguntó al peliplateado si podía acompañarla a su habitación, pues estaba más que perdida en el inmenso palacio. Mientras iban caminando la niña recordó que no le había dicho a Aizen su idea de poner señalizaciones y mapas por los pasillos. Le pareció un buen tema de conversación, puesto que llevaban unos diez minutos caminando y nadie decía nada. Quiso preguntarle a Gin que le parecía su idea.

- Gin-sama? - dijo y al mismo tiempo le jaló la manga del traje de él para llamar su atención.

-¿Qué sucede? - respondió simplemente el de sonrisa zorruna.

- No cree que Aizen-sama debería colocar señalizaciones para que los demás arrancars no se pierdan en el palacio? Éste lugar es muy grande y desde mi punto de vista parece un laberinto; hasta todos sus pasillos son iguales. No hay nada para orientarse. - decía y al mismo tiempo movía sus brazos haciendo referencia al lugar.

- En realidad, eso no es necesario. Todos los que están en Las Noches pueden guiarse mediante la percepción del rieatsu. Además, colocar señalizaciones no serviría de nada, pues estos pasillos cambian de posición cada cierto tiempo-.

- Geniaaaal - decía con carita chibi y brillitos en los ojos. De pronto cayó en cuenta de algo. - etto... cómo se percibe el rieatsu? Podría enseñarme?-.

- Es muy fácil, y tú, siendo algo así como la "hija" de Aizen-sama deberías poder hacerlo fácilmente y dominarlo a la perfección - se habían detenido en medio del pasillo - sólo concéntrate. Intenta sentir todo a tu alrededor-.

Hikari, para lograr mayor concentración, cerró sus ojos. Al cabo de unos momentos logró sentir la ubicación de un arrancar no muy lejos de donde estaban y después encontró a Harribel también por los alrededores. Quiso ampliar su rango de percepción, así que se concentró un poco más, logrando localizar mucho más lejos a Aizen y a Tousen. A fin de cuentas si había logrado encontrar a Aizen y llegar a su reunión con él.

- Lo logré, encontré a Harribel-san - decía emocionada la menor. - de verdad es muy fácil. Muchas gracias por enseñarme, Gin-sama - le agradeció haciendo una pequeña reverencia.

- No hay de que - dijo ensanchando más su sonrisa, si es que podía. - bueno, continuemos, ya casi llegamos-.

Ambos se pusieron en marcha otra vez, y tal y como había dicho Gin, llegaron a la habitación de la niña en poco tiempo.

- Yo me retiro, tengo una reunión con Aizen-sama dentro de poco-.

-Está bien, hasta luego Gin-sama y gracias por traerme, y también por enseñarme lo del rieatsu - dijo sonriendo y haciendo un ademán con la mano en forma de despedida, gesto que el mayor imitó, para luego dar media vuelta y retirarse.

Hikari, una vez estuvo sola en su habitación, se tiró en su cama quedando boca arriba. Habían ocurrido muchas cosas ese día. Sin darse cuenta, empezó a pensar en todo lo que había pasado desde que se levantó; la matada que se dió apenas se levantó y el chichón que le había quedado, después cuando estaba perdida en medio de los pasillos de Las Noches, y después cuando se encontró a Ulquiorra. No le había caído mal, pero su forma de ser tan fría la ponía de los nervios, y la forma en que se refirió a ella llamándola "niña" no le había agradado para nada. Sabía que era una niña, pero eso no quería decir que así se llamara. Bueh... como ella no era rencorosa lo dejaría pasar, podría acostumbrarse.

Después recordó su pequeña reunión con Aizen. Si que se había asustado. Se acordó de lo que había hecho y dicho en esos momentos. Inmediatamente se sintió avergonzada; tomó su almohada y se cubrió la cara con ella, pensando que así su color de piel volviera a la normalidad. Ahora si había metido la pata, y hasta el fondo. Había hecho el ridículo enfrente de Aizen! Como se le ocurría pensar que se la iba a comer?!. Ah claro... su miedo se lo debía a Gin. Si bien ella no era rencorosa, ésto no se iba a quedar así, ya encontraría la manera de hacerlo pagar, y ya tenía varias ideas en mente. Vaya que iba a gozar de su pequeña venganza. Luego recordó cuando le había preguntado si podía llamarlo "papá". Ok... esa de verdad que no la pensó. Volvió a recurrir a su almohada para calmarse.

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