21. Te necesito.

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No está. No la veo. ¿Por qué no la veo?

-Buenas noches, amigos.-Casi vomito al escuchar el tono en el que dijo esa palabra.

-¿Dónde está la chica? Esto era un intercambio, Baggio.-La voz de Ángel me hizo estremecer. Podría jurar que estaba enfadado por su tono de voz. Lo miré de reojo: mandíbula y puños apretados, músculos tensos. Sí, estaba realmente enfadado. Y no es para menos siendo aparentemente engañado.

-No sabía a quién elegiría con certeza, así que la he dejado en el coche.-La sangre hervía en mi interior. ¿Dejado? ¡Como si fuera un maldito objeto! Aunque claro, ¿qué es para él sino un objeto con el que negociar?

-Ve a buscarla o no hay trato, Giovani.-Advertí. Sus ojos se posaron en mí por primera vez. Las comisuras de sus labios se alzaron en una sonrisa que, sinceramente, me acojonó viva.

-Traed a la chica.-Dijo a su teléfono. Busqué por todo el parque hasta que vi un coche al fondo, la puerta de atrás sé abrió y salió una rubia y un hombre calvo.

Sentí cómo el aire se iba de mi cuerpo, cómo el corazón latía con fuerza, repartiendo el doble de rápido la sangre a mi organismo.
En menos de dos minutos ya estaban junto al idiota de Baggio, quien me miraba con una sonrisa retorcida y burlona. No había notado que la lágrimas caían por mi rostro hasta que el sabor de la sal las delató. Me limpié la cara y detuve las ganas de salir corriendo hacia ella.

-Bueno, ha sido un placer hacer negocios contigo, Hélade.-Tras esto, el hombre calvo empujó a mi amiga y esta cayó de rodillas a pocos centímetros ante mi, rápidamente me agaché junto a ella y la abracé mientras lloraba presa del pánico.

-Púdrete.-Le dediqué la mirada más llena de odio de la historia y acaricié la espalda de mi amiga para calmarla.-Tranquila, ya pasó todo.

Ángel se acercó a mí y besó mi frente antes de caminar hacia Giovani. Este estaba a punto de decir que lo detuvieran cuando Ángel lo miró con aún más odio que yo.

-Nos veremos pronto.-Susurré hacia Ángel, quien se limitó a asentir y a seguir al imbécil de Giovani hasta su coche.

Carol y yo volvimos a casa en completo silencio, le dejé mi chaqueta y cuando llegamos al apartamento la conduje a la ducha. Ella no hablaba, sólo se movía por dónde yo le indicaba. Juro por la huida de mi padre que me vengaré de Baggio, aunque me cueste la vida.

Intenté animar a Carol pero ella no reaccionaba, su mirada estaba perdida y me temí lo peor.
Decidí que llamar a Alex sería una buena opción, aunque hubieran peleado seguro que se alegraba de verlo y seguramente él estaría feliz de verla de nuevo. Sé que no lo reconocerá, pero le gusta. Por lo que no entiendo porque fue tan imbécil de dejarla hace un año y de discutir con ella. Tendría que averiguar más acerca de eso.

Respondió al primer tono. Vaya, seguro que estaba pendiente del móvil por si esto pasaba.

-¿Ella está bien?-Zas. Especulación confirmada. Sonreí.

-Está...viva. Y yo no sé qué hacer. Te necesita, te necesitamos. Te necesito.-Tomé aire y suspiré.- ¿Puedes venir?-No recibí ningún tipo de respuesta, sólo escuché una puerta cerrarse y un coche arrancar. Colgué. Estaba más que claro que venía hacia aquí.

Preparé café y casi la obligué a beberlo. Suspiré de nuevo.

-¿Por qué no me hablas, Carol? ¿Te hicieron algo?-Tomé su mano y ella la apartó de golpe. Me dedicó una mirada de odio y volvió su mirada a la ventana, donde se volvió a perder.

¿Qué cojones le pasaba ahora? ¡Ni que le hubiera hecho algo!
El timbre sonó y arrastré mis pies hasta la puerta para encontrarme con la voz de Alex al otro lado de la línea. En tres minutos lo tuve en frente y me abrazó, enterré mi cara en su pecho y aspiré su olor, tan reconfortante...

~Ángel~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora