Epílogo

2.8K 115 11
                                    

Narra Hélade

Sentía el dolor y la ansiedad hasta en el pelo. Necesitaba respirar, necesitaba centrar mi vida y mis pensamientos. Por él ya no estaba para ayudarme a hacerlo, porque mi hermano estaba muerto. Como mi padre. Como mi mejor amiga. Y como los cabrones que los mataron.
Pero que ellos estuvieran muertos no resucitaría a mi familia y eso lo sabía, aunque he de reconocer que la venganza sienta bien en el momento en el que la llevas a cabo.

Pero ahora había pasado un mes desde la muerte de Ismael por un "extraño incendio que acaba con la vida de tres jóvenes" como los noticiarios y periódicos habían relatado.
Y es en este momento en el que estoy haciendo las maletas para irme de aquí cuándo pienso en las consecuencias, y no es que no lo hubiera hecho antes, pero ahora que debo renunciar a seguir con la carrera, ahora que debo renunciar a la única persona de mi familia que me queda, mi madre, es el momento en el que me doy cuenta de toda la mierda que ha pasado y que ha provocado esto. Es raro que todo empezara conociendo a Ángel y que sea con él con quién voy a huir. Porque sí, debo huir. ¿Cómo si no voy a seguir con vida?

El día después del funeral de mi hermano había recibido una carta de Stefano Baggio, ahora sabía de dónde había sacado su hijo el afán por las cartas. En ella me avisaba de que, en exactamente 35 días, empezaría a buscarme, empezaría su venganza, así que debía irme, y eso estaba haciendo. Eso estábamos haciendo.

-¿Lo tienes todo, Hel?-Me giré para verle, con el pelo negro teñido en su totalidad y su, últimamente, familiar mirada de pena.

-Si, Alex, está todo. ¿Estáis todos listos?-Asintió y sin previo aviso se acercó a mí para envolverme en un fuerte abrazo.

-Te echaré de menos, Hel. Prométeme que volveremos a vernos.

-Lo haremos, te lo prometo.-Besé su mejilla y luché con toda mi voluntad para no llorar frente a él.

-Siento quererte como te quiero Hel.-Fruncí el ceño, intentando no pensar en lo que Ángel había intentado decirme durante las últimas semanas. No podía ser verdad.

-No es malo quererme como una hermana.-Intenté engañarme a mí misma.

-Sabes que no me refiero a ese tipo de "querer", Hel. Te quiero. Me gustas. Joder. Me gustas. Pero sé que amas a Ángel y no puedo hacer nada para cambiarlo.

-No sigas, por favor. Eres muy importante para mí, Alex, eres mi mejor amigo.-Ante esas palabras arrugó el gesto, supongo que le había dolido escuchar aquello, pero era cierto.

-Espero que seas feliz.-No me dejó responder porque ya estaba besándome. Sus labios se sentían tan bien como la última vez, pero no eran los de Mi Lucifer.-Debía hacerlo, quién sabe cuanto tiempo puede pasar hasta que volvamos a encontrarnos.-Asentí sin saber qué decir ni qué pensar y vi cómo me dejaba ahí, estática, en la habitación.

Pero al parecer las visitas no habían acabado porque segundos después entró, él, mi Ángel. Sonreí como una idiota enamorada, qué leches, ¡soy una idiota enamorada!

-¿Estás lista, pequeña?-Asentí con una sonrisa y me giré para cerrar la maleta. Extrañaría tanto esto, esta casa, a mi madre, la sensación de vivir entre siete idiotas...

-¿Seguro que es la única opción?-Pregunté sabiendo la respuesta. Me giré hacia él de nuevo.

-Si quieres seguir con vida sí, Hélade. Es la única opción.-Besó mi frente y cogió la maleta ya cerrada de la cama.-Vamos. Marcos, Justine y Zac nos esperan.-Asentí de nuevo. Parecía uno de estos muñecos que se ponen en los coches y que sólo mueven la cabeza con el movimiento del vehículo, pero tampoco sabía que más hacer.

~Ángel~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora