-Porque Ángel está a punto de morir.-El aire pareció abandonar mi cuerpo por completo. No podía respirar. Sentí como Cristian me agarraba los hombros y me movía no muy delicadamente que digamos.
-¿Qué?-Dije. Lo había visto mover los labios pero no sabía que había dicho, mi mente estaba aún procesando lo que mis oídos acababan de escuchar.
-Debemos darnos prisa.-Me tomó la muñeca y me arrastró hasta su coche, me empujó dentro ya que yo seguía sin ser capaz de moverme por mí misma y cerró la puerta para después meterse en el asiento del conductor.
-¿Dónde está?¿Por qué va a morir? ¡¿Qué está ocurriendo?!-Grité y él golpeó el volante mientras maldecía.
-No deberías saber esto porque solo te acercará más a la verdad... Él no quiere que la sepas...-Suspiró frustrado.-Pero no tenemos otra opción. Sin ti no podremos salvarlo.-Estaba cabreado y sólo hacía que pisara el acelerador a fondo. En cualquier situación normal tendría miedo de morir pero hoy sólo tenía miedo de que Ángel muriera.
Es irónico porque hace una hora temía que la que estuviera muerta fuera Carol. ¿Es que se han puesto de acuerdo para intentar suicidarse o qué?-No me aclaras nada, idiota. ¿Qué coño está pasando?
-Él se fue hecho una furia y sólo dijo que tenía asuntos que resolver. Xavier lo siguió e intentó pararlo pero el muy imbécil no supo cerrarle la boca a tiempo.
-¡Al grano!-La desesperación se notó en mi voz. Seguía sin entender nada de la mierda que estaba soltando y me estaba poniendo realmente muy nerviosa.
-Está en un asunto con Giovani Baggio.-Ese nombre me sonaba de algo y no era bueno. Lo miré esperando una explicación, él suspiró.-El hijo del capo de la mafia Italiana.-Mis ojos y mi boca se abrieron simultáneamente.
-¿Es que el estúpido de tu jefe está demente?-Él me dedicó una sonrisa de lado y se encogió de hombros.-Claro que lo está. ¿Y qué se supone que debo hacer yo?
-Hablar con él antes de que la cague más. Según Xavier aún tiene oportunidad de vivir.
-Oh, claro. Seguro que a mi, una completa desconocida con la que ha follado, me va a hacer caso antes que a sus amigos.-Me burlé. Él me miró de reojo intentando ocultar malmente una sonrisa.
-Entonces, ¿lo harás?
-Estoy aquí, ¿no?-Bramé y él sonrió ampliamente. En serio, estos chicos están dementes.
Llegamos a un almacén en medio de la nada. Diría que estábamos en el lugar equivocado si no fuera porque el Camaro negro de Ángel está aparcado allí. ¿Él? Si, me gustaría saber dónde está. Junto al coche negro hay un BMW azul sobre el que está apoyado Xavier con una camiseta gris que favorece sus brazos. Cristian sale del coche y yo le sigo a paso ligero, realmente camina muy rápido, hasta él.
-¿Dónde está?-Son las únicas palabras que acierto a decir. El moreno me mira como si se acabara de darse cuenta de mi presencia y hace un gesto con la cabeza hacia el almacén. Asiento y camino hacia allí.
-¿Estás seguro de esto? Podría meterse en problemas y Ángel nos mataría.-Alcancé a escuchar de Xavier antes de alejarme lo suficiente.
Abrí una puerta roja y tuve que subir unas escaleras para después encontrarme con un montón de puertas blancas a lo largo de un pasillo del mismo color. Genial. ¿Dónde coño está? El patán de Xavier no ayudó en nada, yo solita podría haber imaginado que estaba dentro, pero ¿dónde exactamente? Suspiré con frustración y empecé a abrir puertas. O al menos a intentarlo, ¡estaban todas jodidamente cerradas!
Corrí con desesperación a lo largo del pasillo hasta que llegué a una gran puerta negra. Oía voces detrás de esta pero no lo suficiente alto como para saber la conversación. Empujé la manilla ¡Una abierta!
Nada mas abrir tres pares de ojos se posaron en mi persona. Me miraron de arriba a abajo pero yo solo podía mirar al rubio que estaba en el suelo con la cara llena de sangre, inconsciente. Corrí hacia él y me tiré a su lado. ¿Y si ya era tarde? ¿Y si lo habían matado? Sin permiso las lágrimas cayeron por mis mejillas. Levanté el cuerpo de Ángel para poner su cabeza sobre mi regazo y acaricié su rostro.
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~Ángel~
Romance-Eres el diablo con un nombre irónico.-Me burlé mientras él mordía mi cuello haciéndome suspirar. Noté su sonrisa y sonreí. -Tú me diste permiso para introducirte en mi infierno, no te arrepientas.-Dijo segundos antes de besar con avidez mis labios...