Narra Alejandro
Estaban aquí, mis hijos estaban frente a mi. Pero los sentía tan lejos que me odio por haberlos dejado. ¿Pero qué más podía hacer? Intentaba protegerlos. Intentaba evitar que alguien inocente muriera. Lo intenté con todas mis fuerzas pero al final no sirvió de nada, Carolina murió. Y todo porque no fui bueno en mi trabajo, porque no tomé las decisiones correctas. Porque huí y tuve que volver. Porque caí en una trampa. Porque tengo mi punto débil frente a mí y no soy el único que lo sabe. Porque Baggio me conoce más de lo que desearía.
Sus miradas me están atravesando como dagas que se clavan en mi garganta y no me dejan respirar. Quieren respuestas. Y tengo la responsabilidad de dárselas. ¿Pero por dónde empezar?
-¿Queréis saberlo de verdad?-Pregunté. Ambos seguían mirándome fijamente. Ismael se puso junto a Hélade y se cruzaron de brazos.
-Si.-Hablaron a la vez. Mi cuerpo sufrió un escalofrío ante su respuesta. Debía decirles todo y lo haría. Ya era hora de desvelar secretos. Ya era hora de acabar con esto. Era hora de volver a casa. Miré al suelo y suspiré.
-Protegeros de la muerte. Protegeros de mis malas acciones. Protegeros de Stefano Baggio y de su estúpido hijo Giovani.-Los miré.-Tomé un camino que no debí tomar y eso trajo consigo consecuencias. Me dejé sobornar. Trabajé de espía para Baggio y quise dejarlo, pero sabía demasiado. Sé demasiado. Stefano le encargó a su hijo que me matara pero desaparecí y no pudo hacerlo. Por eso se instaló aquí, sabía que algún día volvería para veros y si no lo hacía por las buenas lo haría por las malas. Me envió fotos de vosotros haciendo vuestra vida pero con uno de sus hombres cerca. Siempre han estado cerca. La última foto que me envió de ti, Hélade, fue cuando te retuvo en su almacén. No sabía qué hacer. Estuve semanas debatiéndome sobre si debía venir o no y al final me convencí. Ya te habían secuestrado una vez. La próxima sería tu muerte. Y a ti, Ismael, también te tienen vigilado, incluso saben que tu relación se ha acabado. Saben que has vuelto a verte con Cristian. Lo saben todo. Saben todo lo que pasa en vuestra vida y por ende yo también. Utilizan eso como amenaza para que vuelva a protegeros. Realmente pensaba que si estaba lejos os protegía, pero no es cierto. Ellos os matarían si hubiera tardado más en volver. Y por eso estoy aquí. No voy a permitir que os maten por mi culpa.-Me callé sin saber qué más podía decir y me dejé caer en una silla. El silencio se apoderó del lugar mientras asimilaban la información. Hacía varios minutos que habían perdido su posición defensiva y estaban absortos, pensando en todo lo que había confesado.
-Entonces has vuelto para protegernos porque no lo estabas haciendo bien.-Susurró Ismael, asentí.-No tiene sentido. ¡Seguimos vivos! Si hubiera querido, Baggio nos habría matado hace tiempo.
-Pero no nos quiere matar a nosotros.-Hélade me miró fijamente.-Quiere matarte a ti.-Volví a asentir.
-Y lo hará si así os deja en paz.-Aclaré. Mis hijos negaron con la cabeza, estaban dispuestos a negarse, lo sé. Pero no podían decidir por mi.-Es mi decisión. Yo he vivido demasiado y vosotros tenéis una larga vida por delante. No podéis hacer nada para que cambie de opinión.-Me levanté y me acerqué a ellos. Los miré.-Os quiero, hijos. Y por eso moriré.-Los abracé y disfruté el momento como si fuera el último que pasaría con ellos, y de hecho, bien podría ser cierto.
-Pero papá,-Hel se separó.-¿y si encontramos otra solución?-Fruncí el ceño.
-¿Como cuál?-Pregunté.
-Como matar a Baggio.-Sonreí con tristeza mientras negué con la cabeza.
-Cariño, si matas a Giovani, Stefano vendrá a vengarlo. Sería el mismo perro con distinto collar. O dicho de otro modo, el mismo problema con otro mafioso.-Ambos se quedaron en silencio. Marcos entró de repente y nos miró.
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~Ángel~
Romance-Eres el diablo con un nombre irónico.-Me burlé mientras él mordía mi cuello haciéndome suspirar. Noté su sonrisa y sonreí. -Tú me diste permiso para introducirte en mi infierno, no te arrepientas.-Dijo segundos antes de besar con avidez mis labios...