5. No me conoces.

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21 de junio

Alex había pasado toda la tarde de ayer conmigo y también la noche. Nos habíamos pasado gran parte del tiempo viendo películas y hablando de cosas totalmente idiotas como por ejemplo el nombre que tendría el hijo entre el monstruo de las galletas y Pepa Pig. Yo había votado por un pigalleta y él se había reído argumentando que era el nombre más ridículo que había oído alguna vez. En ese momento le exigí saber su idea y se limitó a decir Hélade. Por lo que se llevó un fuerte golpe con el cojín.
Carol había desaparecido en el momento en el que el pelirosa había entrado al departamento y no había vuelto en toda la noche, sigo sin entender por qué.
Eran las nueve de la mañana y Alex aún seguía dormido en la otra parte del sofá.
Explico, es un sofá en L, yo dormí de un lado y él de otro. No pasó nada más, ¿vale?

Su móvil empezó a vibrar como llevaba haciendo toda la maldita noche y él lo había apagado siempre, excepto está vez. Me apresuré a coger el móvil de encima de la pequeña mesa de cristal y mordí mi labio inferior debatiendo si debía cogerlo o no. Digo, podría ser importante, o también podría ser Ángel. O también estaba la remota posibilidad de que fuese Ángel con algo importante.
Eché una última ojeada a Alex que seguía como un tronco y descolgué, leyendo "Imbécil" como nombre del contacto.

-¿Dónde coño estás? Tenemos cosas importantes que hacer y tú desapareces. ¿Crees que es divertido?-Lo interrumpí antes de que pudiera decir algo más.

-Alex está dormido así que vuelve a llamar más tarde.-Estaba a punto de colgar cuando el hombre volvió a hablar. Pude oír un motor de coche prenderse.

-¿Hélade? ¿Qué cojones has hecho con él?-El tono autoritario en su voz...podía imaginar como estaba apretando su mandíbula de nuevo. Ángel. Al parecer yo no era la única que lo tomaba por imbécil. Sonreí mirando a Alex, quien hizo un pequeño gruñido antes de abrazar de nuevo al cojín.

-No te importa. Llamará cuando despierte. Que tengas un terrible día, Lucifer.-Y con eso colgué. Aún sabiendo que para él la conversación no había terminado ahí, aún sabiendo que Alex podía salir lastimado por mi culpa. Le tiré mi cojín y le atiné en la cara, él se sentó de golpe y me miró como si quisiera golpearme antes de darse cuenta de que era yo. Le lancé el móvil.-El imbécil te ha llamado. Dice que tienen cosas que hacer, o algo así.-El miedo inundó su rostro.

-¿Por qué lo has contestado, Hélade?-No sonaba enfadado, sólo alarmado, acojonado. Lo miré sin entender su reacción.

-Porque llevaba toda la noche molestando.-Dije frunciendo el ceño. Él se llevó las manos a la cara y suspiró.

-Mierda, joder.-Me miró.-¿No tienes que ir hoy con tú familia?

-Si, pero eso es a las doce, son las nueve...

-Se adelanta el viaje. Espero que no sea tarde.-Susurró y volvió a alzar la voz.- Debes irte ahora.-Su voz era firme y segura. Se puso de pie y yo hice lo mismo.

-¿Qué? ¿Por qué debería...?-El timbre sonó y me dirigí hacia la puerta para abrir, seguramente a Carol, pero Alex se paró frente a mi, impidiendo que pasara.-¿Qué haces? Están llamando.-Reí, pero la seriedad no se alejó de su rostro.

-Yo voy. Tú ve a preparar tus cosas.-Asentí. No le discutiría nada ahora mismo, tenía una actitud demasiado extraña. Fui a mi habitación y empecé a dejar la ropa que llevaría en la cama, tenía pensado hacerlo ayer pero la compañía de Alex me distrajo.
La puerta de mi habitación se abrió y un Alex acelerado empezó a meter las cosas, que yo había preparado, en la maleta, tan deprisa que seguramente se arrugaría.

-¿Algo más?-Negué.-Bien. ¿Esto tiene puerta de atrás o algo?-Lo miré extrañada. Me estaba asustando.-Responde.

-Las escaleras de emergencia.-Dije mirando por la ventana.-Él asintió y con mi maleta en la mano se dirigió hacia allí, lo seguí sin preguntar.-¿Quien llamó?-Pregunté mientras bajábamos.

~Ángel~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora