31. Tengo un plan.

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Nuestros labios siguieron moviéndose rítmicamente hasta que el sonido de unos nudillos golpeando la puerta nos hicieron alejarnos. Y menos mal, porque no estoy segura de que yo solita pudiera haberme separado.
Nuestras miradas se cruzaron un segundo antes de que apartara mi vista hacia el suelo, avergonzada de haber seguido aquél beso. ¿En qué mierda estaba pensando? ¡¿Cómo podía haber besado a Marcos?! Primero Alex y ahora él. No, definitivamente hay algo que no está bien dentro de mi cabeza.

-Oye, chicos. ¿Por qué mierda tardáis tanto?-Cristian abrió la puerta y un incómodo silencio invadió la habitación cuando posó su mirada en nosotros. Frunció el ceño sin estar seguro de poder entender la situación y tras pestañear unas cuantas veces suspiró.-No sé qué pasa con vosotros dos pero tú -me señaló sonriendo.-tienes visita.-Inmediatamente me miré, ¡estaba sin preparar! Los chicos se dieron cuenta de ello y salieron para que pudiera vestirme, no sin antes dedicarme una mirada extraña. Cristian por no comprender qué había mal con nosotros y Marcos por..bueno, ¿besar a su "cuñada favorita"?
Me sequé el pelo un poco con la toalla y me vestí, un peto oscuro que demostraba como me sentía, y no sólo por haber perdido a Carol, sino por haber besado a mi puñetero cuñado.
Me puse unas vans negras y bajé sin maquillar ni nada, ¿para qué?
Cuando estaba aproximándome a la cocina escuché una voz tan familiar y tan lejana que me detuve allí mismo. ¿Podría estar volviéndome loca? Di unos cuantos pasos y en efecto, mi oído no me había fallado. Una sonrisa se formó en mi rostro al ver cómo esa persona se giraba hacia mí.

Narra Alex

Me había despertado pronto o más bien no había dormido nada. Llevaba toda la noche, al igual que las anteriores, pensando en lo mal que me había portado con Carolina, en que realmente me gustaba, que podría haberla querido de verdad si hubiera pasado un maldito día con ella. Y por ello me encontraba ahora caminando por las calles sin un rumbo fijo, golpeando la lata de coca cola que le había robado a un imbécil tan sólo unas cuantas casas más atrás. Supongo que se estará cagando en mis muertos por haberle quitado una coca cola prácticamente llena, pero cuando estoy mal necesito golpear cosas para no golpearme a mí mismo o a terceros. Si; Ángel golpea paredes, yo pateo latas.

Giré en una calle cualquiera y lancé la lata lo más lejos que puede, haciendo que incluso volara hasta chocar contra un coche, el cual tenía una estúpida e irritante alarma. Me di la vuelta y volví a caminar para alejarme de allí.
Cuando tan sólo me quedaban unos pasos para llegar al porche una lucecita se encendió en mi cabeza y corrí hasta el audi.
Conduje como un loco, seguramente me habrían quitado más de 6 puntos por ello, pero me dio igual. La conducción temeraria también me alivia, es como golpear latas, sólo que si golpeo esta lata contra algo igual me muero.
En fin, cuando llegué aparqué el coche junto al camaro de Ángel y tomé aire antes de salir. Caminé decido hasta la puerta pero en el momento en el que mi mano se posó en la manilla alguien la abrió desde dentro.
Mi cuerpo estaba tenso y preparado para golpear al guardia que posiblemente estuviera saliendo, incluso estaba feliz de poder golpear algo que no fuera una mísera lata de refresco, pero no tuve suerte.
La persona que salió de allí fue una chica castaña, delgada, pero no estaba sola. Un niño rubio iba agarrado de su mano mientras le pedía a su padre que le devolviera la pelota.
Mi ceño se frunció. ¿Desde cuándo Baggio tenía un hijo?
Pero no, para mi sorpresa y decepción el que salió detrás de la chica no fue Giovani Baggio, sino Ángel.
Mi cuerpo se destensó instantáneamente y mi cerebro intentó sin mucho éxito funcionar.
Los ojos verdes de Ángel se posaron en mi con una expresión total de sorpresa, pero juro que la mía debía estar bastante peor.

-¿Qué haces aquí?-Agarró mi brazo y con un tirón nos apartó de allí. Caminamos hasta nuestros coches y nos pusimos entre ambos.

-¿Ese niño te ha llamado papá?- Seguía intentando procesar la información. Ángel resopló mientras se agarraba el puente de la nariz con la mano que no tenía la pelota.

~Ángel~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora