22.¡No existe esa puta promesa!

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Me encontraba en la entrada de la casa de Ángel, sentada junto a Alex y con su chaqueta sobre mis hombros. Llevábamos un largo rato sin hablar mientras yo terminaba de asimilar todo lo que había pasado esa noche, porque seguramente no acabara ahí. Aún tenía que tragarme la conversación con Alex en la que me explicaría que se supone que sentía por mí y realmente no tenía ninguna gana de oírla.

-Se supone que es mi mejor amiga...¿por qué tiene que ser tan perra?-Bufé y él sonrió ante mi comentario. Genial oye, me alegra poder divertir a alguien en este momento tan súper guay de mi vida. (De nuevo carguemos las palabras de sarcasmo, please)

-Lo siento mucho.

-Tú no tienes la culpa de que ella sea una perra.-Fruncí el ceño y miré sus intensos ojos.

-No me refería a eso.

-¡Fantástico! Hoy no doy una contigo.-Me quejé y me dedicó una sonrisa de lado.

-Siento haberme acostado con ella, Hel. Siento haber dicho tú nombre y siento haberle contado sobre los besos. Por mi culpa ella se fue y la secuestraron. Por mi culpa él tuvo que cambiarse por ella.-Miró al suelo y yo sentí algo parecido al dolor en el pecho. Acaricié el colgante y negué.

-No te culpes. De todos modos Baggio hubiera encontrado otra manera... quizás de esta forma podamos salvarlo.-Lo miré esperanzada.-Porque...pensasteis un plan, ¿no?

-En realidad no es un buen plan.-Suspiró con cansancio.-Yo le dije que era un plan estúpido pero el señor imbécil no me escuchó. Está demasiado loco para pensar en algo menos peligroso.-Fruncí el ceño y achiné los ojos.

-¿Cuál es el plan, Alex?

-Dejar que él solo salga de allí.-Mis ojos se abrieron como platos y mis cejas se alzaron en sorpresa. ¡¿Estaba hablando en serio?!

-¡Eso no es un jodido plan! ¡Eso es un suicidio!-Se encogió de hombros.

-¿Crees que no lo sé? Ángel es demasiado orgulloso para dejarse ayudar, Hel. Dice que no lo matará porque tú se lo haciste prometer, por lo que se las apañará para salir. Al fin y al cabo tuvieron un pasado juntos, conoce sus puntos débiles.

Espera. Que se pare el mundo. ¿Un pasado juntos?

Oye, linda. ¿Y qué hay de la promesa que no ha hecho?

Palidecí de golpe.

-¡Mierda, mierda, mierda!-Me levanté de golpe y empecé a buscar mi móvil pero no lo encontré. Lo había dejado en la chaqueta. Simplemente genial.

-¿Qué pasa?-Preguntó Cristian saliendo de la casa. Lo miré.

-Déjame tu móvil.-Él frunció el ceño pero me entregó su móvil y yo me limité a llamar a Ángel. Tenía la ligera esperanza de que Baggio no se lo hubiera quitado, pero no contestó.-¡Mierda!¡Jodida y real mierda!-Bufé.

-¿Qué coño pasa?¿Por qué tanto grito?-Preguntó Julio, quién ahora estaba detrás de Cristian, los tres me miraban como si fuera un alienígena.

-¡No existe esa puta promesa!-Los tres palidecieron.-Necesito hablar con Baggio.-Susurré.-¿Alguien se ofrece a llevarme?-Los miré uno por uno y para mi sorpresa los tres sacaron las llaves del coche a la vez.

-Vamos.-Dijeron al unísono. Se miraron entre sí y después me miraron de nuevo, esperando a que eligiera.

-Podemos ir los cuatro, pero sólo yo entro.-Aclaré. Estaban a punto de negarse pero no les di oportunidad.-A mí no me hará nada. Me lo ha prometido.-Asintieron y subimos todos al jeep negro de Julio.

Llegamos al almacén de Baggio y algo dentro de mi se estremeció al recordar lo que pasó aquí. Alex, que estaba a mi lado, se dio cuenta y cogió mi mano. Asentí y respiré hondo.
Mis pies tocaron el suelo y sin siquiera decir nada me encaminé hasta el almacén. Llegué a la puerta, ignoré a los gorilas que la custodiaban al igual que ellos a mí, al parecer no soy una amenaza...bah.
Entré y subí las escaleras de dos em dos para encontrarme con ese pasillo. Tragué saliva y seguí caminando, ignorando lo que podría estar pasando tras esas puertas. Ignorando los recuerdos y las terribles ganas de llorar que estaban a punto de asaltarme.
Apresuré el paso al pasar por la que fue mi habitación y abrí la última puerta que abrí la primera vez.
La escena era completamente diferente. Había una mesa en medio de la sala y cuatro personas jugando al poker. Entre ellas estaban Baggio y Ángel. Fruncí el ceño.

¿Qué coño estaba pasando aquí? ¿No se supone que habían traído a Ángel para torturarlo? ¿Para matarlo? ¿¡Para puto vengarse!?
Me sentí traicionada y ni siquiera entendía el por qué. Ángel no sabía para qué lo querían aquí pero no parecía estar mal entre esta escoria. Estaba puto sonriendo mientras miraba sus cartas. ¿En qué clase de mierda estaba pensando?

Cerré la puerta de golpe y todos me miraron al instante. Los intensos ojos de Ángel se clavaron en mi persona y me examinaron de arriba a abajo como si tuviera que cerciorarse de que realmente era yo. Cuando por alguna razón se dio cuenta de que sí era yo sonrió y se levantó de la silla, pero Baggio agarró su brazo y le hizo volver a sentarse. Se miraron un segundo antes de que sus miradas volvieran a mí.

-No te esperábamos, ragazza.

-Yo tampoco esperaba encontrarme esto.-Admití con sorna. Ángel palideció ante mi dura mirada. Genial, había conseguido que el gran Lucifer perdiera el color. Aplausos para mí.

Me acerqué a ellos como si el miedo no estuviera recorriendo todo mi cuerpo y clavé la vista en Giovani, quien sonrió ante mi falsa determinación.

-¿Qué ocurre?-Preguntó Ángel, lo miré.

-¿En serio?-Pregunté atónita.-No lo sé. Quizás que pensé que este idiota quería matarte y ahora te encuentro jugando con él como si fuerais amigos de toda la vida.-Ironicé.

-No es lo que piensas, Hel.

-¿Ah no?-Bufé mientras ponía mis brazos en jarras.-Explícamelo entonces, idiota.-Exigí. Giovani seguía riendo pero Ángel estaba serio. ¿Qué había tan gracioso para que el mafioso no dejara de sonreí?

-Estamos apostando.-Susurró mientras bajaba la mirada y se tensaba. Fruncí el ceño mientras negaba con la cabeza.

Esto estaba pasándose de ridículo. Suena cruel y muy duro pero prefería mil veces ver cómo estaba siendo golpeado que ver cómo nos vendía. Porque eso es lo que mi mente estaba pensando. Que el bastardo que tenía en frente nos estaba puteando y no tenía nada en contra del estúpido mafioso.

-¿Y qué coño apuestas idiota?-Dije enfadada. No me culpéis, me siento traicionada. Yo preocupada porque no había hecho que Baggio prometiera no matarlo y él aquí, tan tranquilo jugando al Poker.

-A mí.-Su voz sonó dura y mi cuerpo se paralizó. Mierda. Esto es lo que pasa por asimilar cosas antes de saber la verdad.-Vete, por favor.-Susurró y yo sentí una lágrima recorrer mi mejilla.

¿Por qué no había hecho que Giovani me prometiera que no lo mataría? ¿Por qué había sido tan estúpida? ¿Por qué cojones había desconfiado de Ángel?

***
Hola!! Siento que sea tan corto y no me siento bien con este capítulo, no del todo al menos...pero el próximo trae unas pequeñas sorpresas...así que disfruten!

Xoxo😘❤

~Ángel~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora