7. ¡Acelera, joder!

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21 de junio.

Él está aquí. Él está en la maldita puerta del salón. Él me está mirando como si fuera la razón de su maldita existencia. Él se va a ir muy despacito a tomar por culo.

Me levanté del sofá y después de darle una mirada a Isma de Te arrepentirás de esto caminé hasta quedar frente a frente con él. Sus ojos pedían perdón, pero su boca no pedía nada. Y eso es lo que más me enfadaba. ¿Cómo se atrevía a venir a mi casa y plantarse ahí sin decir absolutamente nada? ¡Para eso se podía haber quedado en su puta casa!
Tomé agresivamente su brazo y lo arrastré hasta mi habitación. Me dio igual que mis padres nos vieran subir, o que lo hiciera Ismael, de todos modos era su culpa. Y de igual manera no iba a pasar nada, tan sólo palabras.
Entramos en mi habitación y cerré la puerta con el pestillo, me giré hacia él.

-¡Tú!-Hablé por fin. Golpeé su pecho y él seguía sin hablar, ni se movió. Sólo me miraba como un maldito perro triste y arrepentido.-¿Vas a decir a qué has venido o puedo tirarte ya por la ventana?-Grité. Él imbécil tragó saliva.

-Hélade, déjame explicarte...-Comenzó. Fulminé sus ojos azules verdosos. ¿Se creía que yo era idiota o qué?

-¿En serio vas a explicarme esto ahora? ¿Después de seis malditos meses?-Estaba por jurar que salía humo de mis orejas. Es decir, ¿este tío iba en serio?

-Lo siento, de verdad que sí.

-¡Ja! No me hagas reír, Nico. No te arrepientes, simplemente te has aburrido de estar sólo y vuelves a la tonta que siempre te perdona. Pero no, esta vez no será así. Me cansé, me cansé de ti y de tus malditos juegos. ¿No entiendes que quiero ser feliz?-Mi voz sonaba desesperada por hacerle entender mis palabras. Él se colocó el gorro sobre su pelo negro y pasó su mano por su cara, desesperado. Imbécil, lo hubiera pensado antes.

-Yo quiero que seas feliz.-Se acercó a mí y me cogió de la mano para llevársela a su mejilla.-Quiero que seas feliz pero conmigo. No soportaría verte con nadie más.

-¿En serio Nico?-Bramé.-¿Y yo si puedo ver cómo te follas a otra?-Palideció. Reí llena de sarcasmo.-¿Pensabas que se me iba a olvidar o es que tenías la esperanza de que eso no importara?

-Yo...-Volví a reír. Estaba a punto de gritarle que se fuera, que saliera de mi cuarto, de mi casa y de mi vida, pero sus labios me lo impidieron. Había olvidado lo bien que se sentía besarlo, lo bien que nuestros labios encajaban, pero ya no sentía lo mismo cuando lo besaba. Ya no era luz y color, ahora todo era oscuridad e imágenes de él en la cama con otra. Me separé y le abofeteé la cara. Se llevó la mano a la zona afectada.

-Vete de mi vida, Nicolás. No quiero volver a verte. ¿Si entiendes o te lo digo en otro idioma?

-No me hagas esto, Hel. Por favor. Te quiero, joder, ¡te quiero!-Y volvió a posar sus labios en los míos.

Me agarró por la cintura apretando mis brazos con los suyos. No podía moverme y él no tenía intenciones de dejarme hacerlo. Intenté separarme pero llevó una mano a mi nuca. Tenía un brazo libre, pero de nada servía si cuando intenté utilizarlo él nos empujó a la cama, cayendo sobre mi y agarrando mis muñecas con una sola mano sobre mi cabeza, mientras que con la otra comenzó a levantar la tela de mi camiseta.
La impotencia de no poder separar sus labios, su cuerpo del mío, me hizo estallar en lágrimas que caían por mis mejillas mientras él seguía besándome. ¿Esto era amor para él? ¿Besarme a la fuerza y hacer que quiera estar muerta? No. Esto no es amor.

-¡Nicolás, apártate de ella!-La voz de mi hermano se escuchó por toda la habitación. Pero no podía haber entrado por la puerta, la había cerrado. Gran error, por cierto.
El imbécil se levantó de la cama de un salto y yo me limpié las lágrimas mientras buscaba de donde venía la voz de Ismael. Hasta que lo vi, intentando entrar por la ventana. Sí, por la maldita ventana. No tengo ni idea de cómo subió ahí pero aquí estaba, con un pie dentro y el otro en proceso.

~Ángel~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora