Capitulo XXIV

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Lana deseaba con todas sus fuerzas dar media vuelta y largarse de allí. No entendía cómo había aceptado aquella idea tan descabellada y arriesgada, poniendo en riesgo su relación apenas retomada con Liam. Estaba segura de que se odiaría a su misma por eso durante mucho tiempo.

Haciéndose la idea de que lo que hacia merecía la pena para exponer a Tyler, el causante de su resiente falta de confianza, tocó el timbre, se acomodó la falda, y se recordó matar a Alison por esto.

Un Tyler Criverly con sólo un par de vaqueros más bajos de lo normal, el cabello revuelto, y el torso desnudo, le abrió la puerta. Por un momento frunció el entrecejo, confundido, pero enseguida colocó su sonrisa arrogante.

- Vaya, vaya... miren qué tenemos aquí - dijo recostándose de brazos cruzados, sobre el borde la puerta. - Aquí es donde digo te lo dije.

- No lo eches a perder, Tyler. Tenías razón, lo que hice estuvo mal - adelantó un paso, invadiendo el espacio personal del chico. Su cabeza quedaba a la altura del pecho de Tyler, lo que la favoreció en su intento de verse arrepentida. - No debí tomar tu teléfono. Quería disculparme... Además.... es cierto, tu ganas. Ninguna chica puede resistirse a ti.

Sinceramente, no podía creer la forma en que había perdido la dignidad, y el poco respeto que se tenia, al entregarse de esa forma justamemte a Criverly. Quería retractarse de todo lo que había dicho, salir de ahí inmediatamente y correr a los brazos de Liam, decirle que sentía haber estado a punto de traicionarlo. Pero si hacia aquello, quedaría en ridículo. Y el que debía ser humillado, era Tyler, no ella.

- Sabía que tarde o temprano vendrías. Me gustan las difíciles - Tyler se apartó de la puerta, dándole lugar para pasar, y Lana se adentró en la casa, poniendo los ojos en blanco - Siéntete como en casa.

- Si tu lo dices... - Lana se dejó caer en el sofa, frente a una mesa llena de envolturas de frituras, tomó una lata de cerveza que había encima y le dio un sorbo. Cuando alguien pronunciaba esas palabras, se lo tomaba muy enserio. - Frituras y cerveza... película en blanco y negro... ¿Qué pasó con las fiestas? ¿Las chicas? ¿No que tenias una cita hoy?

- Es el sábado. Y al parecer tú eres la "desafortunada" del viernes - una sonrisa maliciosa comenzó a formarse en sus labios. La muchacha le respondió con el mismo gesto, siguiéndole el juego. El muchacho se adelantó, y la obligó a ponerse de pie, rodeándole con una mano la cintura, y con la otra acariciándole el rostro. - Te aseguro que podemos hacer la mejor fiesta del mundo sólo nosotros.

Tyler era un chico muy apuesto, con sus ojos negros y mirada profunda, penetrante. El torso trabajado, perfectamente marcado, musculoso, y brazos fuertes; se veía condenadamente sexy. El cabello alborotado, y la sonrisa arrogante harían desmayar a cualquiera. 

Excepto a Brooks.

Se inclinó hacia adelante, para besarla, pero Lana se zafó de su agarre, aun con la sonrisa en su rostro. Se haría la difícil, conseguiría lo que quería, y se iría de allí cuanto antes, sin lastimar a Liam.

- Tengo que hacer algo primero - dijo tomando su teléfono. - Necesito ir al baño.

- Arriba, última puerta a la izquierda - señaló Tyler.

Allí se dirigió Lana. Se miró en el espejo, parecía una prostituta con los kilos de maquillaje que sus amigas la habían obligado a usar, la falda que apenas le cubría el trasero, y el crop-top que dejaba muy poco a la imaginación.

Tomó el teléfono, encendió la cámara, y lo colocó entre un par de velas que adornaban el tocador, listo para grabar cualquier cosa. Sacó de su chaqueta de cuero el teléfono de Cece, y colocó en la ducha, entre el champú, y las crema para el cabello, donde había un excelente ángulo para firmar.

El Triángulo Amoroso de Lana Brooks. (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora