Capítulo XXXIV

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Por Lana Brooks.

Seis meses después...

Definitivamente, tomar mis cosas e irme con Liam fue la mejor decisión de toda mi vida. Todo el mundo me tiene harta, son insufribles, no dejan de meterse en mi vida ni por un segundo. ¿Es que acaso no tienen nada mejor que hacer?

¿Que qué fue lo que pasó? Pues lo que temía desde el principio que pasara.

Yo no soy para nada aburrida, tímida o introvertida. Siempre estoy buscando aventuras, cosas nuevas, riesgos. Y estoy segura de que eso ya lo saben. Justamente por eso, es que Nate resultó no ser para mi.

Al principio todo iba bien; excelente, para ser sincera. Pasamos navidad en su casa, con mi familia, y con Jace. Después de la medianoche fuimos con nuestros amigos a una fiesta en casa de Lisa, la novia de Cameron y la razón de que hubiese estado tan distante antes del receso de invierno. Allí estaba Murray, por supuesto con Tyler - En ese entonces aún estaban juntos -; Liam, con una rubia fenomenal; pero había una chica en especial que me sacó de mis cabales, y que por primera vez, no fue Liv.

Su nombre es Kelsey, y se la pasó coqueteando con Nate TODA LA MALDITA NOCHE. Me aseguré de marcar territorio, por supuesto, plantándole un beso en los labios justo frente a ella; me encargué de dedicarle la mejor sonrisa falsa, y me llevé a Nate a otro lugar.

Hasta ahí todo iba bien, y había pensado que el concepto de "está conmigo" había quedado claro.

Pero no.

Dos minutos, DOS MINUTOS tardé en ir a buscar unos refrescos a la cocina, y cuando volví lo agarré con las manos en la masa, literalmente. Acariciaba sin ningún descaro las caderas de esa tal Kelsey, y bailaba pegado a su cuerpo.

La muy zorra intentó besarlo, y Nate estuvo a punto de dejar que sucediera, pero los obligué a percatarse de mi presciencia dejando caer la botella de cerveza al suelo, provocando un estruendo cuando el vidrio se hizo añicos.

Como si hubiese visto un fantasma, Collins puso cara de espanto. Yo, cruzada de brazos, fulminaba a Kelsey, mientras esta se colgaba cual mono del hombro de Nate, fingiendo sorpresa, y poniendo su mejor cara de inocente.

Tomé a Nate del brazo y lo arrastré hasta la entrada, abriendome paso por entre la multitud de gente que había concurrido a la fiesta, y que por supuesto, habló de lo ocurrido por un largo... largo... largo tiempo. Obviamente, opinando sin saber.

Me importaba poco si parecía la chica más celosa y posesiva del mundo. El era MI novio, mio y de nadie más.

Le reproche un millón de veces el casi beso con esa zorra, y me harté de no obtener respuesta cuando le preguntaba por qué lo había hecho.

- Lo siento... - repetía - me dejé llevar, por favor perdoname.

Una y otra vez el mismo discurso. No existía argumento que justificara lo que había hecho: no estaba ebrio, no estábamos jugando ningún tipo de juego típico de las fiestas, no había hecho una apuesta. No tenia excusa.

Al último "por favor, perdoname", le dejé bien en claro que lo nuestro había llegado a su fin.

Se preguntarán por qué tanto escandalo por un simple beso que ni siquiera sucedió; pues eso me lleva a lo anterior, y a la razón numero dos de por qué resultó no ser para mi.

Desde hacia un par de días, sentía que lo nuestro se basaba en lo mismo de siempre. Películas, caminatas por el parque, alguna cena, fiestas los fines de semana, y ya. Como dije antes, no soy una persona monótona, siempre busco cosas nuevas, aventuras; y con Nate no las encontraba. La relación se estaba tornando aburrida, y había muchas chicas rondando cerca de Nate.

El Triángulo Amoroso de Lana Brooks. (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora