Un destino

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El camino de todos los días; edificios, grandes, de varias plantas galantes...

"Próxima apertura, se busca dependiente"

El anuncio en un local de un edificio algo viejo pero bien conservado, el más pequeño de toda la calle que cada mañana recorría Fernando para llegar al Insti. No había mucho que ver, no había mucho que hacer, así que tal vez un empleo le vendría bien. Había caído en una rutina desde comienzos del año escolar y quería algo que lo hiciera salir de ello.

Antes de bajar de su auto, se miró, todo estaba perfecto; su aliento, su peinado, ese guiño tan característico de él, listo para un nuevo día. Acomodó su cazadora de denim café, que hacia juego con su playera azul, vaqueros y Converse de botín antes de entrar, aún había pocos chicos por los pasillos de aquel instituto madrileño, lo que no quitaba que Fernando caminara con exceso de confianza.

- Hola guapa - guiñándole el ojo a la rubia que se sonrojó al oírlo, limitándose a sonreírle y a seguir su camino, con una nueva lista de lisonjas para cada chica y chico con el que se topaba a diario en su camino a su taquilla; choques de manos, medios abrazos porque Fernando era así; un adulador nato, alguien que te regalaba el oído y te encandilaba con un guiño, miradas coquetas o sus bien recibidas lisonjas.

"Te ves increíble hoy", "macho, cuando te aburras de él sabes donde está lo bueno", "guapita, ¿por qué tan sola?" Pero era sólo eso, palabras, nada serio, él era así. Dejó su mochila y tomó su carpeta, algunos folios y su libro de mates para la primera clase.

Era el más guapo de último de bachiller o por lo menos el que más llamaba la atención de los demás justo por ser alguien galante y tener una fama de pisaverde, que no podía tomarse en serio, tal vez una o dos salidas pero de ahí nada más, no era de líos de una noche, simplemente le gustaba jugar al galán. Alguien con sonrisa fácil, pose desenfadada mirando a todos para hacerlos sonrojar, la comidilla de los chicos de último año.

Sus amigos, Nacho y Rodrigo lo veían desde la puerta de la clase, era un caso perdido, les causaba gracia cómo sé lo creían. Pero claro, el chico tenía un palmito que era estúpido no explotarlo al máximo para conseguir favores.

- ¿Podrías un día, sólo un día no hacer eso? - preguntó Rodrigo, un rubio de estatura promedio, gafas y un tupé caído, siempre abrazado a su carpeta y su iPad, vistiendo siempre su cazadora tipo universitaria de pecho blanco y mangas azules. Un tío algo discreto casi al grado de tímido.

- Es que me sale natural - chocando las manos y riendo.

- Algún día... - inició Nacho, el moreno alto de hombros anchos de su izquierda. Que abusaba demasiado de sus pantalones de cuero negro a juego con varios estilos de playeras blancas holgadas convirtiendo su cuerpo de triángulo invertido en un rectángulo bien proporcionado. Los tres eran amigos desde la infancia, de esas tardes en la placeta del barrio, viviendo cerca el uno del otro.

- ¡Venga, no quiero cotilla! - anunció el profesor acercándose a los chicos que seguían en la puerta. Ellos sonrieron y tomaron asiento al fondo del aula, hablando bajito, Nacho y Rodri se sentaban en un pupitre doble dejando a Fer solo frente a ellos.

- Oye. ¿Quedamos en tu casa para ver el partido? - preguntó Nacho con un golpe en la espalda de su amigo.

- Pues claro, ¿dónde más? - girándose de nuevo al frente.

- Señores, estoy esperando que acabéis... - con los brazos cruzados replicó el profesor.

- Disculpe - dejándolo comenzar la lección, ignorando la cotilla de la clase.

- Oye... - interrumpió sin hacer nada en su cuaderno, viendo que el profesor daba cara a la pizarra -, ¿harás la prueba para entrar en el equipo de fútbol? - susurró no tan bajo Nacho.

- ¿Qué? - susurró entusiasmado Fernando, que se acercó un poco a su amigo sin despegar la mirada del profesor.

Había hecho pruebas varias veces pero jamás se quedaba. Y aunque fuera su mejor amigo, el atletismo que Nacho practicaba no era tan divertido y emocionante como lo era el fútbol.

- Sí - susurró Rodri bajito -, dicen que ha habido una gran baja y buscan chicos para completar el equipo - anotando lo que le profesor escribía en la pizarra -, que Jordi está desesperado, que incluso me aceptaría a mi... - soltando una risa.

Rodrigo era más de artes y libros, había probado varios deportes, pero es que simplemente su coordinación manos-ojos no eran tan buena. Sin embargo no quitaba su gusto por pasar el rato con sus amigos y unas cañas frente al televisor viéndolos.

- Pues me daré una vuelta. A ver sí el caradura de Jordi me acepta de una vez... - revisando su móvil.

- Bueno, ya está - perdió la paciencia el profesor -. Los tres para afuera.

Toda la clase volteó a verlos; eran todo un caso, siempre hablando, de vez en cuando participando en clase, pero demasiado dispersos, siempre hablando de fútbol o de videojuegos. Pero eran de cierto modo graciosos, verlos meterse en líos era el entretenimiento en las clases aburridas como esa.

- Pero si yo no he hablando - protestó Rodrigo levantando la mirada de su cuaderno, era la salvación de los tres a la hora de los exámenes, así que debía quedarse en clase y más sí eran mates.

- Vale, usted se queda. Vosotros dos...fuera.

- ¿Qué hacemos ahora? - soltando una carcajada luego de que cerraran la puerta del aula.

- ¿Vamos a fumar?

Nacho soltó una carcajada al oír eso, les gustaba burlarse de los de otros grupos que salían a buscar un lugar furtivo donde ahogarse, presumiendo saber fumar.

Una secretaria pasó junto q los chicos y entró en el aula a dejar un papel, algo que ignoraron los chicos.

- Vamos - pasando por el cuello de su amigo su brazo y comenzando a andar fuera del instituto.

- ¿Cuándo es la prueba? - acercándose al lugar donde dieran los primeros rayos del sol, el frío amenazaba con volverse más fuerte al irse despojando las nubes.

- El jueves. Pero vamos, que yo creo que necesitarás un milagro para entrar.

- Eso ya lo veremos. Sí dice Rodri que está desesperado, tendrá que darme un puesto.

- No será fácil. Pero...suena a que será divertido.

Te voy a enamorar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora