El loco hermano de Bruno

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De los cascos, que cada uno tenía, se desprendía una melodía que había conseguido que Puro se quedara dormido abrazado a Fer, luego de llegar a la conclusión de que el atardecer que ha una visto desde hace días:

"Tú me has hecho mejor, mejor de lo que y entregaría mi voz a cambio de una vida entera."

Era la compañía perfecta para el atardecer que pasaba de un amarillo a un anaranjado intenso que, sin saber en qué momento se vivía rosa y en nada llegaría sin precio aviso la oscuridad. Así que se acomodó para disfrutar el momento.

"Tu me has hecho entender que aquí nada es eterno, pero tu piel y mi piel pueden el detener el tiempo..."

Le gustaba la música de Puro. Miraba el sol irse ocultado detrás de los altos y viejos edificios de su calle, al tiempo que hacia remolinos en su cabello castaño. Sobre ellos, también dormido, estaba ese beagle café y manchas negras, medio cuerpo en cada pierna junta de los humanos. Una mano libre de Puro descansaba en el perro y la otra, pegada a su pecho, sosteniendo su móvil. No podía haber nada más perfecto para acabar otro día:

"...Con un suspiro en le pecho y con cosquillas por dentro, por fin sé por qué estoy así,,,"

Todo iba bien hasta que el móvil de Puro comenzó a vibrar. El costado de Fer lo sintió; sintió como iba cayendo al césped. Arín también sintió las vibraciones y abrió los ojos sólo para volverlos a cerrar. El moreno lo tomó y miró la pantalla: Bruno. Respiró profundo. Recordaba las veces que durante la semana Puro había salido corriendo de sus clases para atender el móvil; cómo se reía mientras mordía su pulgar tomando la llamada de alguien que hasta ese momento no tenía nombre.

De nuevo, los celos aparecían. Jamás se le cruzó por la cabeza algo más allá que un amigo tal vez o un primo. Mordió sus labios mientras apretaba el móvil que no dejaba de vibrar. El beagle comenzó a ladrar, lo que hizo despertar a Puro.

- Hola - dijo con su voz adormilada, mirándolo, mirando a su alrededor; además de su brazo, Puro estaba cubierto por la cazadora de Fer.

- Buenas tardes... - riendo ligero Fer. Quitando algunos cabellos de la frente del castaño.

Puro buscó su móvil.

- Aquí está - poniéndoselo en su mano -, no ha dejado de vibrar.

- Ya -Mirado las llamadas -, madre mía. Cierto. Le...prometí ayudarle - incorporándose rápido.

- ¿A quién? - le siguió Fer.

- A Bruno... - inesperado sí tenía mensajes -, Dios, que mal hermano soy... - masculló no tan bajo.

- ¿Por qué no me habías dicho que tienes un hermano?

- No me lo has preguntado... - bromeó Puro.

- ¿Tienes un hermano?

Puro asintió, Fer asintió, no había más que hacer. - Ah. ¿Por qué no se vino con vosotros? - acercándose a Puro que trataba de ponerse en contacto con Bruno.

- Porque... - torciendo sus dedos -, es mi hermano de sangre pero no... - en realidad con nadie había hablado de ello y extrañamente se sentía cómodo con Fer, porque no se sorprendía, claro que Puro no sabía que estaba Fer estaba pensando en otras probabilidades que el hecho que le dijera que era su hermano era confortante.

- Estás diciendo... - queriendo entenderlo. Queriendo saber cómo ayudarlo después de tan (claramente) fuerte confesión.

- Le hicieron creer a mi madre que había muerto - recordando vagamente lo que su padre le había contado cuando le dijo encontrárselo en el cole -, madre no encontraba resignación y nos mudamos de Málaga capital a Valle de Abdalajis para no tener tantos recuerdos pero...estaba escrito que nos encontraríamos. En el colegio al que asistía. No en la misma clase desde luego pero... Fue un gran impacto - confesó Puro. Saliendo de ese espeso recuerdo que nublaba sus ojos.

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