Retrasado

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- Que aproveche - le dijo a su primer cliente de su teteria, un vecino que salía siempre temprano a trabajar.

Su familia estaba ahí, tomando el desayuno en la barra. Era el primer día en que su madre llevaba a Puro a la escuela en toda su vida y su padre sabía que no iba a ir bien. Los dos eran las personas más despistadas que jamás había conocido y por eso los amaba tanto.

- Puedo cerrar. No me cuesta nada. En media hora estoy aquí...

- Que no, Justo. Que esto es algo por lo que trabajaste. No queremos que nos antepongas. Tenemos edad y...no ha de ser difícil.

- Sí se queda más tranquilo puedo ir yo caminando que de todas formas está cerca.

- Que no - insistió Ana -. Que te llevo yo y ya está. Anda, al auto.

Se despidieron de Justo y entraron en el auto.

- Tenemos que apoyar a papá con esto.

- Sí - aceptó su hijo poniendo un CD de Auryn. Su madre los amaba como su hijo pero no su padre.

- ¿Habrá alguna firma próxima? - poniendo en marcha el coche.

- No. Todavía no.

Habían pasado ya la primera esquina lejos de su casa cuando el móvil de su madre sonó.

- Uy - se sorprendió Puro al cogerlo -, es padre. ¿Olvidamos algo? - revisando sus cosas.

"¿Y tú dónde te crees que vas?" Preguntó su padre, que había salido a ver el coche partir.

- Al Insti, ¿por? - mirando al frente. Viendo a su madre reírse. Había dado vuelta, ignorando que el Insti de su hijo era derecho. Puro cortó la llamada para poder reírse con su madre.

- Somos un desastre - admitió riéndose Puro.

- Sí que necesitamos a papá - dijo su madre -, a ver cómo salimos de esta...

- ¿A quién esperas? - preguntó Rodri viendo a su amigo preocupado en la entrada, sin nada todavía en sus manos, bueno. Nada de las clases, pero sí un pequeño llavero en forma de guitarra que apretaba en su bolsillo. "Una tontería" era la excusa para cuando se lo diera a Puro. Era de un mercadillo al que había ido alguna vez, estaba algo viejo, tal vez algo gastado, pero le gustaba mucho y cuando lo vio en su escritorio la noche anterior, luego de volver de la firma, pensó en Puro y quería que fuera de él.

- ¿Yo? Pues...a ti - despegándose de la pared en la que estaba recargado - ¿A quién más?

- Pues...no se nota, porque yo estoy aquí... - señalándole su rostro, porque Fer seguía viendo la calle. Puro no era impuntual... - Pues ya llegué.

- Pero Nacho no... - inventándose otra excusa. Ignoraba sí su otro amigo había llegado o no.

- Ya. Pero sino entramos no nos deja entrar...

- Cierto y no puedo suspender, vamos. ¿Y Clara? - volteando a ver una última vez la calle. Puro no llegaba y no lo haría hasta pasada la primera clase, cuando por fin lograron salir del tráfico de la mañana. Aparcaron frente al instituto. Ahí, estaba sentado alguien. Pasando las hojas de una revista, Puro soltó una risa.

- ¿Y el quién es? - preguntó su madre antes de que su hijo desabrochara su cinturón.

- Él - viendo al chico: vaqueros de cuero, playera blanca y un suéter ligero... -, es Nacho. Un compañero de clase.

- Es mono... - sugirió su madre. Ansiosa por ver a su hijo de novio. Habían llegado a la conclusión ella y su esposo de que su hijo era demasiado para cualquier chica. No era el tipo de chico que ofreciera protección, más bien la necesitaba.

Te voy a enamorar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora