Cambio de planes

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¿Qué sabemos de él? "De un día para otro esta claro que nada" pensó Fer dando vueltas en su habitación. No perdía nada con este ejercicio, pero sí se engañaba con minimizar la importancia de resolver esa duda.

- Uy - exclamó su madre al verlo metido e su habitación -, hijo. No sabía que estabas aquí. Te creía con los chicos... - tomando la ropa sucia de su hijo. Él la miró sin dejar de morder su pulgar queriendo ocultar sus pensamientos, pero nadie los podía ver, así que sólo le respondió con una sonrisa nerviosa:

- Sí - reaccionando -, no. Yo...no tengo ánimos de salir hoy - esperando de que su madre dejara de verlo extrañada.

No ocultaba nada, pero su madre sabía que algo le pasaba, Fernando no era alguien que viera su casa como algo más que un lugar de paso para asearse y comer de vez en cuando, y verlo sin hacer nada...

- Bueno. Pues...te llamo cuando llegue papá para comer - echándole una última mirada antes de salir por completo.

- Sí. Sí. Yo...voy a...seguir aquí - sonriendo nervioso.

Se volvió hacia su ventana y miró su calle, no se preguntaba qué pasaba, en su mente todo lo que ocupaba espacio era esa sonrisa, la primera sonrisa que le había visto esa mañana. Era graciosa, risueña y él...

- ¡Fernando, baja, la comida ya está en la mesa!

Se quitó su cazadora y bajó, saludó a su padre y comenzaron a comer, creyó que había sido demasiado pronto pero había pasado media hora desde que su madre había entrado en su habitación.

Durante la comida, era el que más hablaba, debatía partidos completos con su padre, hacia reír a su madre por los anécdotas que le contaba de sus amigos, pero esa tarde, estaba callado, casi ausente. Sus padres habían intentado por activa y pasiva sacarle algo de conversación pero nada.

- ¿Te ocurre algo, Fernando? - preguntó su padre al ver que no comía, que seguía mirando la pared blanca del fondo, sacando a su hijo de sus pensamientos.

-Yo...- tomando un poco de crema de espárragos -. Tengo...una idea...atrapada en mi mente que... "Es imponente, valiente y muy..." recordando a Puro. Pero no terminó la idea, ninguna de las dos, jamás había dicho palabras dulces a nadie, no que sintiera o supiera que eran ciertas y no empezaría con el chico nuevo.

- Pues sí no te gusta la idea o no te convence, déjala ir... - sonriéndole.

"Déjale ir..." Ese pensamiento no lo dejó dormir. Tal vez era lo mejor, porque a la mañana siguiente, cuando Fer salió de casa, lo vio pasar de nuevo por los pasillos de la escuela, pensando en nada, con sus cascos, con un paso constante, firme y algo altisonante, sin duda un embeleso, un maleficio febril, una mala broma. Porque cuando estuvo frente a él, a punto de sentarse en su pupitre, su alma se atoró en su voz sin saber qué decirle. Porque las palabras dulces no le hacían justicia. Hablar de tópicos tampoco. Decirle a la cara lo que le causaba no era mejor opción así que de nuevo se quedó callado.

"No había forma de acercarse a él. Estaba con ese par a todas horas, no sabría de qué hablarle." Pensaba, mirándolos a lo lejos mientras se compartían cosas en sus móviles y haciéndose fotos juntos. "No sabía sus gustos"

- ¿Habéis oído a Jake Bugg?

"Yo sí" pensó apresurándose a hacerle la charla, pero no. Eso sería admitir que les estaba espiando. "Tal vez sí estuviésemos solos... ¡Pero no se aleja de ellos ni un segundo!" Entrando en su siguiente clase lleno de frustración. Frustración de verlo y no saber cómo acercarse porque estaba claro que el resto de la clase ya lo había hecho; hablaba con todos ocasionalmente, cuando se le acercaban. Tenía que actuar, no le gustaba quedarse atrás, era un competidor nato y que a medio mundo le sonriera y a él no...eso era algo que no podía soportar.

- Oye, ¿me dejas tu goma? - Puro levantó levemente la mirada al oír la voz del chico de atrás, que había tardado más de dos clases en decidirse a preguntárselo. Se volteó para verlo, pero evitaba el contacto visual, claro que eso hizo sonreír a Puro.

- Claro - dándosela con un roce de dedos que escandalizó a Fer. Pero no fue suficiente.

Tomó la goma sólo para borrar ese "me dejas tu goma" en la esquina de su folio que iba a arrancar para pasárselo a Puro y así iniciar una conversación, pero era la forma más estúpida de hablarle a alguien, "demasiado infantil" devolviéndole la goma sin más.

- Gracias - saliendo del aula al terminar la jornada.

- No hay de qué... - viéndolo salir.

Para toda la clase, ese acto había sido sorprendente. Llevaba tres días ahí y esas habían sido las primeras palabras que le había dirigido. Ni sus amigos vieron lo que ese acto provocó en Fer: le temblaban las manos frías a contraste con sus mejillas, que le ardían a más no poder. Arrugó sus folios el resto de la clase, ignorando al profesor.

- ¿Qué ha sido eso? - preguntó curioso Renzo al ver salir a los tres chicos.

- Nada - guardando sus cosas -. Me ha pedido goma y se la he prestado... - minimizando el encuentro -, ¿vamos?

Tal vez había sido un poco brusco. El propósito de haberle pedido algo que tenía era hacer buenas migas, no mostrarse como alguien que no era. Tal vez debía volver y disculparse... mordiendo su pulgar al mirar el aula, seguían ahí charlado.

- Hoy toca fútbol - dijo animando Nacho empezando a andar por el pasillo, abrazando a sus amigos, deteniendo las intenciones de Fer. Tal vez era un cobarde. "Tal vez él no se reiría sí se acercaba..." Pensaba.
Tal vez no era tan mal rollo...

- Yo llevo la Fanta... - se anticipó Rodri chocando las palmas con Nacho.

Tarde de chicos frente a la Wii de Nacho, como cada dos días, como lo venían haciendo desde que eran chicos, como fanáticos a los videojuegos que eran.

- Yo...paso. No tengo ánimos de nada hoy - acomodando su mochila en su hombro. ¿Por qué se sentía tan estúpido? Había hecho el mayor ridículo de su vida...y nadie se había percatado de ello, tal sólo Puro. Seguro que ahora mismo se estaba burlando con sus amigos de él, algo que hacia enojar a Fer, jamás había hecho algo tan estúpido...

- ¿Te pasa algo? - preguntó Nacho quitándose sus gafas de sol para ver a su amigo que seguía viendo la calle. Jamás se había negado a una tarde así, y ahora que lo veía... Sus puños estaban muy rojos por tanto apretarlos.

- No. No es nada. Estoy algo cansado - viendo cómo Puro se despedía de sus amigos.

- ¿De qué? ¿Y en miércoles? - se extrañó Rodri.

- ¡Pues de lo que sea! - soltando una risa, volviendo en sí. Después de todo Puro ya se había ido -. Lo siento chicos. Que tengo algo en la cabeza que no dejo de cavilar... - sacando sus gafas de sol.

- ¡Hombre pues déjalo! - recomendó Nacho -, que si no tiene solución...no veo por qué darle tantas vueltas al asunto.

- Pues tienes razón - soltando un risa. Algo que hacia tiempo no hacía de manera casual.

- Claro que tengo razón - abrazando a los dos, llevándoselos al Parking, al coche de Fer -, venga y ahora que te apuestas a que te gano...

Te voy a enamorar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora