Mi chico

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Puro miró un balón y se puso a dominarlo con miles de intentos fallidos, eso era lo único que no había conseguido en toda su vida practicando fútbol.

- Deberías mejorarlo... - sugirió Jordi acercándose a su primo que lo esperaba. La vida social de Jordi era apretada entre entrenamientos, deberes y amigos que tenía poco tiempo para ver a su primo. Por lo que Puro trataba de que cada momento fuera valioso.

- Lo sé, pero...Toma, padre te lo manda - dándole una bolsa con un pitufo dentro, un bocadillo malagueño, que desayunaban cuando estaban allá.

- ¡Echaba de menos los pitufos de mi tío! - sentándose en un banquillo cercano.

Eran como hermanos, Jordi siempre le había cuidado desde jardín de niños. Habían crecido juntos hasta que el tío de Puro tuvo que irse a Barcelona y su hijo tuvo que dejar los estudios por un año para segur a su padre en su trabajo ya que tras la separación de sus padres no quiso irse con su madre y su padre viajaba tanto que no podía ofrecerle un lugar estable hasta ese año, por lo que parecía que esos tres años de distancia no habían hecho merma en su relación.

- ¿No es ese Puro? - preguntó Nacho saliendo del parking de la escuela que estaba detrás del campo de fútbol.

Fer de nuevo perdió la sonrisa: Puro se había sentado con Jordi para tomar el desayuno juntos; había sacado un termo con té verde y hierbabuena y su bocadillo, riendo a carcajadas, avergonzándose uno a otro con viejos anécdotas.

Al ver la escena, ese ejército de celos  que Fer ignoraba que tenía, se puso en alerta, dispuesto a arremeter contra ese intruso que amenazaba con quitarle lo que no había sido capaz todavía de reclamar como suyo. Pensó que era su culpa. Luego odió a Puro; pensó que lo había traicionado con el enemigo. Pero finalmente entendió que le quería; no de esa manera impulsiva y obsesiva que a la mayoría le ocurre cuando ve a alguien. Había visto a Puro y aunque no podía decir que le conocía, sabía que quería y valdría la pena hacerlo, quería que él fuera con quién compartiera su vida.

¿Qué se suponía que tenía que hacer? Todo en esa escena estaba mal: Jordi no era muy agradable, Puro era demasiado agradable para hablarle a alguien como Jordi, ¿cómo se conocieron? ¡Cómo consiguió que compartieran sin prisa un bocadillo solos! Con él tenía que charlar de bagatelas con todos, oyendo más risas y tonterías de los otros que de Puro. ¡Quién era Jordi para ganarse una charla con él!

- Oye - dando una mordida a su bocadillo -, que...quería pedirte un favor - riendo, masticando su comida detrás de su mano, había llenado su boca demasiado -. Que...tengo un amigo, que quiere entrar en el equipo...

- ¿Y quién es? - dando una mordida al pitufo - ¿Lo conozco? - Puro asintió desviando la mirada -, ¿y me vas a decir quién es?

- Fer...nando Gallo... - desviando su mirada.

- ¡Fernando! ¿Quieres que acepte a ese tío?

- Bueno. Pero no es para que te alteres... - cogiendo el termo que estuvo a punto de tirar.

- Puro - bebiendo un poco de té -, ese tío... - buscando una excusa...

Ese tío no era santo de su devoción y punto. No había otra razón.

- Por favor. No te pido otra cosa.

Puro era así, jamás pedía nada que no fuera extremadamente necesario o especial para él, o como en este caso importante y especial.

- Bueno - soltando una risa. Era lo único que Puro provocaba: risas. Ligereza, el enojo y la tristeza le eran demasiado ajenos como para prenderse por mucho tiempo de ellos -, pero prométeme que también  tú vas a entrar al equipo. 

Te voy a enamorar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora