Algo irreal

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Metió despacio la llave, haciéndole una señal de que no hiciera ruido. Puso a hervir la leche mientras iba a su habitación por un suéter para Fer que estaba tardando en entrar en calor y eso bastaba como excusa para quedarse abrazado a él por un rato.

- Puro... - dejando de lado la taza de chocolate, viendo lo negro de la isla -, yo quería disculparme.

- Fer... - tomando su mano.

- No. Por favor, atiende - tomando también la suya -. Quiero que sepas que no habría nada para lastimarte. Yo... fui presa de mis inseguridades.

- ¿Inseguridades?

- De perderte...

- Anda, mírame - tomando su mejilla -, te estoy queriendo - haciendo reír -, abrazarme - confesándole al oído -. Y te quiero porque sólo tú has sido capaz de hundir mi mundo con una acción y sólo tú has sido capaz de hacérmela olvidar.

- ¡Santo cielo Puro, te quiero! - hundiendo su cabeza en su hombro. Llorando por sentir un gran alivio.

- Ven. Vamos a dormir - riendo mientras limpiaba sus mocos.

- Pero...

- No voy a dejarte ir - aseveró Puro -, que hoy duermes aquí, no quiero que te andes paseando a estás horas.

- Vale - saliendo de la cocina, sabiendo que dormiría en el sofá.

- Anda - dándole un golpe con el codo -, no seas botarate, que para eso somos novios, formalidades a parte - aclaró Puro guiándolo a su habitación.

Su cama era individual, atestada de colores verdes claro, suaves e inspiraban demasiada libertad; un pequeño librero, un escritorio y sobre este, una foto enmarcada. La foto que se habían hecho con Pablo Alborán.

Y aunque lo quería y era emocionante dormir juntos, no podía dormir tan apretado, además que la cama estaba hecha un desastre.

- Creo que tengo un pijama por algún sitio... - empujando a Fer hacia dentro de su habitación -, ¿puedes buscar los cobertores ahí... - señalando un baúl pequeño cerca de la cama - será divertido, una pijamada - haciendo reír a Fer.

Le dio un pijama nuevo que jamás había usado por ser algo grande, pantalón azul marino y camiseta azul celeste. Se cambió su ropa y se sentó en el borde de la cama; estaba nervioso, tal vez no pasaría nada pero era mucho más de lo que jamás imaginó llegar.

La puerta del baño se abrió y dejó ver a un Puro más pequeño, más delgado e incluso más infantil por el pijama que llevaba puesto. Vio lo bien que había improvisado una cama en el piso con cobertores y almohadas que había encontrado en su armario. y se acercó sonriendo.

- Hazme sitio - dijo Puro apagando las luces y caminando a tientas hasta los brazos de Fer que ya le esperaban abiertos.

- Madre mía, que bien se está aquí - confesó acurrucándose en el hueco que Fer le hacía para que estuvieran juntos.

Por la mañana, su padre los vio tirados en el piso de la habitación; Puro abrazando a Fer. No había que molestarlos. El castaño fue el primero de los dos en despertar; en contemplar a su novio dormir tranquilo y sentirse tranquilo por tenerlo ahí para él. Le dio un beso en la mejilla y se metió en la cocina, preparando crepés para el desayuno. Pero no pasó mucho antes que el olor a menta se esparciera por todo el piso, el ruido de la mantequilla dorando las brochetas de kiwi y piña que preparaba con chocolate despertara a Fer y viera a su novio de pie; era lo mejor que había experimentado temprano por la mañana del sábado en que despertaron en el mismo lugar; lo vio con una cara de sueño más grande que ni en él mismo había visto. Lo vio dirigirse a su iPod conectado a unas bocinas y puso una canción luego de un enorme bostezo.

"Siete noches por semana y ya no hay café.
Entra el sol por mi ventana otro día por ver
Yo no pienso en exceso todo va bien pues eres tu quién me enloquece y nunca dejo de creer..."

Una canción que lo ponía muy de buenas a Puro y lo espabilaba tanto que lo ponía a bailar ignorando sí despertaba a alguien o no.

- Contigo río, "fantasio", me olvido del olvido se me corta la... Voz... - terminó de farfullar al ver a Fer parado frente a él - Hola - fue lo mejor que se le ocurrió para decir, viendo que debía girar las brochetas.

- Hola - dijo casual el moreno a su novio acercándose a ver todo lo que preparaba, tomando un kiwi de la macedonia que había preparado para su primo y su hermano.

- ¿Hambre? - Fer, sin dejar de verlo, sin evitar enamorarse más de Puro hizo un ruido afirmativo -, ya casi está todo listo, sólo... - pero el moreno le dio un beso con la boca llena de fruta -, anda - dándole una palmada en la mejilla -, ayúdame, saca de ahí la bandeja...

Fer lo ayudó, sacó la bandeja azul que su padre usaba en su cumpleaños para llevarle el desayuno a la cama; miró que había un jarrón pequeño donde cabían perfectamente un par de flores de las tantas que había en la cocina, las puso y Puro fue poniendo las cosas en ella: crepés, tazas de té, las brochetas, el chocolate combinado con la nata para acompañarlas y el jarrón.

Se sentaron en el piso donde habían dormido, recargados en la cama, riendo, tomado un pequeño baño de sol que entraba por la ventana. Riendo, dándose de comer en la boca, todo esto antes de que los otros dos despertaran.

- ¡Eso es asqueroso! - confesó Puro tras oír la anécdota de Fer, de cuando iba en el jardín y se comía los mocos.

- ¿Lo es? - bromeó Fer acercándose a Puro que seguía ocultando su boca detrás de sus manos - ¿lo es? - insistía, acercándose a la cadera de Puro para hacerle cosquillas.

Una guerra más. Que siempre perdía Puro.

- ¿Tienes planes para hoy? - preguntó Fer luego de quedarse en silencio por un largo rato.

- Sí - confesó Puro -, tengo un plan, para ambos. Ven.

Se detuvo cuando los brazos del moreno rodearon su cadera - Ven aquí... - jalándolo para que se sentara en sus piernas -, ¿te he dicho ya que me encanta tu pijama?

Puro rió al recordarse que estaba enfundado en su pijama blanca llena de superhéroes con capas al aire, volando y truenos negros. Dejándose llevar de nuevo por ese gusto de compartir sus labios con su novio.

- ¿Por qué no vas a casa y le dices a tu madre que estás bien? - le sugirió Puro -, así vas y traes tu guitarra.

- Ah. Quieres que traiga mi guitarra.

- Sí - riendo -. Así que vamos - poniéndose de pie para ayudarlo.

- Como desee, pero antes... - jalándolo de nuevo al piso.

Puro cayó sobre Fer y sin más lo besó. Dejó que esa pasión que se tenían volviera y se apoderara de ellos por un rato.

- Extrañaba tus labios - confesó Puro, todavía encima de Fer, con sus brazos sobre su pecho y su barbilla sobre estos, repasando con sus dedos los labios carnosos del moreno.

- Ya. Pues yo te extrañaba al completo.

Te voy a enamorar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora